Con los esfuerzos de integración datando de varias décadas atrás y pese a una importante cantidad de negociaciones comerciales que han rebajado los aranceles, el comercio al interior de América Latina apenas representa el 15% del total de ventas de la región.
El dato se mantiene estático desde mediados de la década de 1990 y es menor al 60% registrado por la Unión Europea y al 35% del Sudeste Asiático, según el Reporte de Economía y Desarrollo de la CAF Banco de Desarrollo de América Latina dado a conocer este 18 de noviembre en Ciudad de Panamá.
La actividad comercial dentro del istmo centroamericano muestra mayor dinamismo que el intercambio entre los países de Suramérica. El comercio intrarregional representa un 14% del total de las ventas al exterior en Centroamérica, mientras que solo un 3% para los países de la Alianza del Pacífico y 12% para el Mercosur.
“En América Central las economías son mucho más abiertas, como en parte se espera de economías más pequeñas”, cita el informe.
Impulsos
La CAF plantea tres áreas de acción que podrían ayudar a despertar el comercio entre los países latinoamericanos y eventualmente alinear la producción en cadenas regionales de valor.
Tal vez la más urgente es la reducción de los altos costos y prolongados tiempos que frenan el movimiento de mercaderías en las fronteras.
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El informe establece que mientras en América Latina y el Caribe los trámites en frontera tardan entre 80 y 100 horas, en Europa y América del Norte se reducen a menos de 10 horas.
De igual forma, el transporte de bienes entre los países latinoamericanos es un 15% más costoso que en Europa.
La digitalización y centralización de los trámites en portales como la Ventanilla Única de Comercio Exterior de la promotora de Comercio Exterior (Procomer) es una de las grandes respuestas para agilizar el paso de fronteras.
Otra área urgente de acción es la inversión en infraestructura de conexión para el transporte de mercadería como en materia energética.
“El retraso es particularmente significativo en infraestructura, ya sea ferroviaria o vial”, señaló Lian Allub, economista principal de la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas de la CAF y coautor del informe.
Un tercer frente de acción es la revisión de las normas sobre reglas de origen. Estas determinan cuánto es el mínimo del valor agregado doméstico que se requiere para que un bien pueda ser comerciado entre miembros de un acuerdo de libre comercio sin aranceles.
“Si estas reglas son muy estrictas, se pierde la posibilidad de generar encadenamientos productivos”, cita el documento.
Una revisión de estos mínimos podría ayudar a estimular la creación de cadenas regionales de valor y el comercio intrarregional.