Shanghai.- Las corporaciones multinacionales que hacen negocios en China enfrentan una batalla perdida cuando se trata de evitar que copias de sus productos lleguen al mercado: La industria en la que confían para luchar contra las falsificaciones está repleta de fraude en sí misma, facilitando que bienes falsos potencialmente peligrosos — desde airbags a luces de Navidad — lleguen a los consumidores, según halló una investigación de The Associated Press.
La mayoría de empresas occidentales subcontratan los esfuerzos de lucha contra las falsificaciones a investigadores privados que trabajan a comisión. Cuantas más incautaciones hagan, más dinero perciben. Esto crea poderosos incentivos para mentir en una industria con poca supervisión. Como resultado, el dinero invertido para evitar las copias no suele mejorar la situación, y en algunas ocasiones incluso la empeora.
La AP halló que en algunos casos el fraude llega a artículos potencialmente peligrosos: falsificaciones de piezas de automóviles, productos farmacéuticos, de cuidado personal y componentes eléctricos. Se documentaron múltiples formas de delito:
- Firmas occidentales pagaron a investigadores que fabricaban o vendían ellos mismos versiones falsas de los productos de sus clientes.
- Investigadores alteraron documentos haciendo constar registros que nunca tuvieron lugar.
- Investigadores se pusieron de acuerdo con empresas para fabricar artículos falsificados que pudiesen "requisar" y presentar a sus jefes occidentales para cobrar.
Las autoridades chinas mejoraron en las sanciones y condenas de cárcel a los falsificadores. Pero el impulso de la reforma todavía no ha llegado a las primeras líneas de la lucha contra las imitaciones, según material no publicado previamente de casos legales y pesquisas corporativas internas en China consultadas por la AP, además de demandas, entrevista con 16 investigadores privados, abogados y oficiales de seguridad.
Todos ellos describieron un sistema roto, asediado por un fraude endémico que no se denuncia, y que empeoró con las el pobre mandato de empresas occidentales para luchar con éxito contra el fraude.
La Oficina de Seguridad Pública de Shangai tomó la inusual medida de advertir a propietarios de marcas extranjeras que tengan cuidado con los investigadores que contratan. "Esperamos que los propietarios de marcas presten atención y dediquen más mano de obra y recursos materiales a asegurar que la lucha contra las falsificaciones es correcta y ordenada", dijo el departamento en una respuesta por escrito a preguntas de la AP.
Burlados
Una de las mayores empresas de bienes de consumo del mundo contrató a un investigador para rastrear un champú anticaspa falso. Pero en lugar de encontrar al infractor real, el detective, Wang Yunming, abrió una fábrica para producir él mismo el producto, que luego "incautaba" en lo que presentaba ante la firma como un registro exitoso, según dos empleados implicados en la investigación que hablaron bajo condición de anonimato por temor a perder sus empleos.
Esta no era la primera fábrica de Wang. Era la cuarta.
Wang fue condenado por fraude y su salida de prisión no se espera hasta 2023, según una copia del fallo de la Corte Intermedia Popular de Hefei, en la provincia china de Anhui.
El gigante suizo de tecnologías de generación eléctrica ABB Asea Brown Boveri Ltd. descubrió que una de las investigadoras que había contratado vendía los interruptores falsos que tenía que retirar del mercado. ABB demandó a la firma para la que trabajaba, China United Intellectual Property Protection Center, una de las empresas de investigación más antiguas e importantes del país. ABB perdió su caso en Beijing, a pesar de que la investigadora, una mujer que se hacía llamar Flaming Lee, fue condenada por comercializar artículos falsos de la firma en una corte de Dubái, donde vivía.
ABB, una empresa valorada en $40.000 millones y con una amplia cartera de productos que van de simples interruptores a sofisticada robótica industrial, declinó realizar comentarios. Pero en documentos judiciales, la firma dijo haberse sorprendido al descubrir que su agente para la protección de la marca en China había "participado directamente en actos delictivos contra la marca ABB". Acusaron a China United de proteger una fábrica que producía sus falsificaciones y de incrementar sus facturas, en lugar de resolver de verdad el problema, que cuesta miles de millones de dólares a la compañía. En una ocasión, ABB dijo que pagó a China United $5.000 por un registro que descubrió piezas ilegales por valor de $1.
China United negó las acusaciones. Jueces chinos reconocieron el doble juego de Flaming Lee, pero exoneraron a sus superiores y desestimaron el resto de las acusaciones. Condenaron a ABB a pagar a China United más de $500.000 en honorarios.
Responsables de China United declinaron realizar comentarios, al igual que Flaming Lee, cuyo nombre real es Li Yue.
Al final, la victoria judicial de China United fue inútil. Con su reputación dañada, la empresa cerró sus puertas.
Ahora, tres altos cargos de China United — Li Changxu, Li Guorong y Fan Liming — intentan regresar al mercado. Compraron acciones y tienen cargos ejecutivos en una empresa de protección de la propiedad intelectual de Shangai, Sinofaith IP Group, según archivos de la propia compañía. Ninguno de ellos respondió a peticiones específicas de comentarios.
Sinofaith anunciaba una una impresionante cartera de clientes entre los que están GE, Toyota, 3M, Nike y Schneider Electric.
Esto sorprendió a GE, dijo su portavoz Geoff Li.
"Normalmente, si quieren emplear el logo de la empresa, deben hacérnoslo saber", dijo. GE y 3M explicaron que no tienen previsto seguir trabajando con la firma. Nike apuntó que no es cliente desde 2013 y Toyota argumentó que no trabaja ya con Sinofaith ni autorizó que se utilizase su nombre. Schneider Electric señaló que cortó su relación con la compañía china a raíz del litigio con ABB.
Sinofaith no respondió a una petición de comentarios. Después de que AP comenzase a hacer preguntas, retiró el nombre de todos sus clientes de su página de internet.