Los negociadores de Canadá, México y Estados Unidos terminaron una nueva ronda de debate sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta por sus siglas en inglés).
La primera ronda de las negociaciones, que iniciaron en Washington en agosto, empezó con tensiones, ya que el gobierno de Donald Trump reprendió a sus vecinos y declaró que el Nafta “básicamente había fallado”.
Antes de dar inicio a esta segunda ronda en Ciudad de México, los países declararon a través de un comunicado trilateral que estaban comprometidos con un “resultado ambicioso”, y quedará por verse qué anuncian al término de la ronda.
El Nafta entró en vigor en 1994 y dio lugar al que ahora es el mayor bloque de libre comercio en el mundo.
Sin embargo, el pacto ha sido motivo de críticas en años recientes. Sus opositores en Estados Unidos —encabezados por el presidente Trump— argumentan que ha permitido que México se beneficie a expensas de su vecino del norte.
Como prueba de ello, el gobierno de Trump señala que hay un déficit comercial, derivado de que los estadounidenses compran más bienes y servicios de México y Canadá que a la inversa. No obstante, muchos economistas argumentan que, cuando se analizan por separado, esos déficits comerciales bilaterales no son una buena medida de la salud económica de un país.
El gobierno estadounidense también acusó al Nafta por la pérdida de empleos en Estados Unidos, un tema recurrente durante la campaña electoral de Trump. Sin embargo, a los fabricantes estadounidenses les preocupa que los cambios al tratado puedan perturbar la cadena de suministro mundial, elevando sus costos.
Aunque cada país tiene sus prioridades, hay tres temas que sobresalen.
• Las reglas de origen
El porcentaje que se requiere para considerar un producto como de origen para que no sea necesario pagar aranceles al moverlo entre alguno de los tres países. Por ejemplo, un automóvil que se ensambla en México –aunque no todas las partes sean de ahí– no está sujeto en este momento al impuesto de importación hacia Estados Unidos, si cierto porcentaje del auto se hizo en América del Norte.
El gobierno de Trump quiere aumentar ese porcentaje , como parte de una estrategia que apoya el sindicato automotriz más grande de Estados Unidos. No obstante, los fabricantes de autos están preocupados, ya que argumentan que dicha medida podría elevar sus costos de producción y, por tanto, de venta.
• El arbitraje
De acuerdo con el Nafta, las empresas en América del Norte pueden usar un sistema de arbitraje independiente para obligar a un país a acabar con medidas que violen el acuerdo comercial, como subsidios gubernamentales que resulten en precios más bajos de un producto en comparación con el mismo bien en los otros dos países. Este sistema ha sido utilizado principalmente por empresas canadienses y mexicanas en contra de Estados Unidos, y la Casa Blanca quiere ponerle fin.
• La modernización
Los tres países parecen estar de acuerdo en la necesidad de modernizar el Nafta, que se firmó antes de la omnipresencia del internet.
Aunque las posturas de cada una de las partes difieren, las actualizaciones podrían abordar el comercio electrónico, posiblemente los derechos digitales y nuevas reglas para los lugares de trabajo y el medioambiente.
La primera ronda de negociaciones no fue agradable.
Los representantes del gobierno de Trump despotricaron contra el Nafta en público mientras buscaban concesiones importantes de sus contrapartes canadienses y mexicanos en privado.
“Sentimos que el Nafta les había fallado a muchos estadounidenses y que necesita mejoras importantes”, dijo el representante de Estados Unidos para negociar el acuerdo, Robert E. Lighthizer, al comenzar la primera ronda de discusiones el 16 de agosto.
No obstante, los representantes canadienses y mexicanos insistieron en que la versión actual del Nafta no estaba sesgada contra Estados Unidos.
En esta segunda ronda, el principal debate fue el tema laboral, como las diferencias salariales que Trump acusa que han llevado a la pérdida de trabajos de estadounidenses frente a mexicanos, o los estándares laborales.
También hubo controversias al inicio, pues el presidente estadounidense declaró que estaría dispuesto a abandonar por completo el tratado si no le agradaban los términos de la renegociación, a lo que el canciller mexicano Luis Videgaray replicó que México también estaría dispuesto a dejar la mesa de diálogo si Estados Unidos decide dejar el Nafta.
Los tres países darán seguimiento a los cinco días de negociaciones con otra ronda en Canadá, que se desarrolla del 23 al 27 de setiembre.
Se espera que haya varias rondas más a lo largo del año, aunque los negociadores estadounidenses y canadienses han dicho que les gustaría llegar a un acuerdo a finales de este año.
Hay presiones de tiempo. En julio, habrá elecciones presidenciales en México, y sería difícil vender un nuevo acuerdo entre los políticos de ese país mientras se preparan para la campaña.
Estados Unidos también tendrá elecciones legislativas de medio término, aunque hacia finales de noviembre.