El ministro de Hacienda, Nogui Acosta, considera que las críticas que apuntan a que la deuda realmente sigue creciendo y que únicamente cae como porcentaje del PIB gracias al comportamiento del tipo de cambio “no tienen sentido”. Desde su punto de vista, es cierto que la deuda sigue creciendo en términos nominales; pero lo hace a un ritmo mucho más bajo que en el pasado y eventualmente empezará a descender al cierre de esta década.
EF le consultó a Acosta su posición al respecto. Además, le preguntó sobre los efectos del tipo de cambio “barato” en la política fiscal del Gobierno y qué espera al respecto el Ministerio de Hacienda en los próximos meses.
A continuación, EF le presenta el extracto completo de la conversación con el jerarca sobre este tema.
Muchas personas critican que la caída de la relación deuda/PIB realmente responde al comportamiento del tipo de cambio, a la hora de colonizar la deuda en dólares. Solo la deuda externa en dólares creció un 7,7% hasta septiembre pasado. ¿Hasta qué punto esa relación deuda/PIB es realmente una reducción del endeudamiento?
– El monto nominal obviamente crece por una simple razón. Cuando usted va a la Asamblea Legislativa a que le aprueben el Presupuesto de la República, ¢7,7 billones de los ¢12,4 billones del gasto se financian con ingresos, y hay que ir a pedir prestado ¢4,7 billones. Ese es el problema. El problema nace de tener presupuestos que tienen un déficit financiero.
Lo que es importante es que vayamos teniendo un superávit primario que nos permitan llegar y decir ‘podemos obtener todo el gasto, pagamos los intereses y empezamos a endeudarnos menos’. Lo que estamos haciendo es que la bola de nieve crezca cada vez más lentamente y “lentamente” significa por debajo del crecimiento de la economía.
Esa es la estrategia que hemos venido siguiendo y es lo que se puede hacer, porque, si usted quisiera mañana eliminar el crecimiento de la deuda, ¿cuánto tendría que recortar del presupuesto? Un 3,5% del PIB. Ese es el problema.
Criticar el tema del endeudamiento realmente no tiene sentido. Lo que es importante es que hagamos un endeudamiento inteligente y por eso nosotros llamamos la atención de la Asamblea Legislativa. Necesitamos que no tengamos una discusión bizarra en relación con la emisión (de bonos) en el mercado internacional; necesitamos que entiendan que los créditos de apoyo presupuestario están metidos dentro del presupuesto, y que no se pueden utilizar o distraer para hacer otras cosas; necesitamos que, cuando vayamos con el Presupuesto de la República, discutamos cómo lo vamos a financiar. Ahí yo creo que vamos a tener discusiones mucho más importantes en relación con la realidad del país hacia futuro.
Sí hay un crecimiento nominal de la deuda; es normal y vamos a llegar probablemente al 2028 o 2029, y ahí ya va a dejar de crecer en términos nominales. Pero eso es sí, y solo sí, sigue un gobierno que sea capaz de hacer lo que este gobierno está haciendo, de socarse la faja.
Usted me decía hace unos meses que usualmente una apreciación del colón complica más a la Hacienda pública de lo que la beneficia, ¿qué me dice hoy, después de tantos meses de un dólar “barato”?
– Hay diferentes enfoques para verlo.
La revaluación del colón es el resultado de un modelo de economía que cambió. Si vos ves la composición de la producción nacional en el 2019 y la comparás con la del 2024, te das cuenta de que cambiamos radicalmente.
Los agentes económicos, incluyendo el Ministerio de Hacienda, tienen que adecuarse a esa realidad. ¿Qué quiero decir con esto?, bueno, La Nación recientemente publicó que tenemos un superávit comercial con los Estados Unidos, y eso refleja que hemos empezado a vender cosas más allá de los commodities.
Para los efectos del Ministerio de Hacienda, nosotros no vemos que tengan un impacto mayor. Ya vemos un tipo de cambio relativamente estable, va a estar entre los ¢500 y los ¢520; ese es el movimiento que va a tener, pero por la fortaleza de la economía.
Nos hemos dado cuenta que el crecimiento del 2022 fue tan grande que hizo que los pagos parciales de renta del 2023 fueran más altos de los que efectivamente significó el comportamiento de la economía, y entonces, cuando se hace la liquidación en diciembre y se paga en marzo, la gente tenía créditos fiscales muy altos y eso nos pegó.
Desde el punto de vista del comportamiento de la economía, nosotros creemos que ya pasó el efecto. Ese es un tema que nosotros creemos que pasó solo una vez y que no se va a presentar hacia futuro, porque ya la economía está cambiando y nos estamos acomodando a ese nuevo esquema productivo.
¿Las proyecciones de Hacienda para los ingresos tributarios de 2025, que crezcan entre el 6% y el 7%, suponen una depreciación del colón o que siga a la baja?
– Hay un supuesto de tipo de cambio que es de ¢519 en las proyecciones y en el caso de la deuda se estimó en ¢550, pero eso es porque tenemos que dejar un margen, por si se mueve el el tipo de cambio, porque la partida de los intereses no es tan fácil moverla.
La relación deuda/PIB es un tema al que se le presta mucha atención por la regla fiscal, que se activa en su estado más estricto cuando supera el 60%. ¿Cuál es la proyección actual?, ¿cuándo estará por debajo de esa barrera?
–Hemos hecho un gran esfuerzo, hemos controlado el gasto.
Esperamos que el comportamiento de los ingresos nos permita mejorar. No estamos pensando que sea como el Marco Fiscal de Mediano Plazo dice, que es en el 2026; pero es una proyección.
Nosotros esperaríamos cerrar muy cercanos al 60% este 2024. No estamos pensando si va a ser más o menos. Va a estar muy cercano al 60% porque es una buena base para empezar el 2025. Eso eso es a lo que nosotros aspiramos, a tener una relación deuda por debajo del 60%.
Lo necesitamos por dos razones fundamentales: la primera es porque liberamos el gasto de capital; o sea, el crecimiento de este país, que pasa por la infraestructura pública. El otro tema es que, desde el punto de vista de la realidad del Estado, es cierto que hay que recortar ese Estado, pero también que hay personas detrás del Estado y esas personas tienen sus salarios congelados. Eso ha generado una serie de situaciones como las que se presentan en la Caja (renuncia de especialistas) y la que se van a presentar en otras instituciones. Tenemos que empezar a ver el Estado como un Estado funcional, con gente capaz, con gente con una remuneración adecuada; más pequeño, pero más eficiente; y eso significa una buena inversión pública.