El aumento abrupto en el precio de los combustibles por la guerra entre Rusia y Ucrania, el impacto de ese conflicto en los mercados del hierro y de los fertilizantes, y la inflación sobre las principales economías del mundo, entre otros factores, amenazan con restarle fuerza al crecimiento económico costarricense, ralentizar la recuperación fiscal en camino y presionar el tipo de cambio.
A pesar de que los vínculos comerciales de Costa Rica con Rusia y Ucrania son apenas incipientes y de que, por ahora, no se visualizan efectos catastróficos; el Fondo Monetario Internacional (FMI) detectó una serie de vulnerabilidades económicas del país.
El Fondo realizó su análisis en el marco del programa de financiamiento y ajuste fiscal que actualmente conduce con Costa Rica, en el mismo informe sobre la más reciente revisión de resultados que publicó a finales de marzo.
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La crisis en Ucrania y su impacto en la economía ya se deja sentir. Otra entidad multilateral, el Banco Mundial, incluso ya redujo la expectativa de crecimiento económico de Costa Rica de 3,4% a 3,2% a inicios de mes.
Entidades internacionales repiten que el embate de las guerras siempre genera repercusiones que van más allá de los territorios a los que afectan directamente. Sobre todo en el caso de economías como la costarricense: pequeñas y abiertas al comercio internacional.
El gran riesgo de los combustibles
El aumento en los precios de los combustibles es uno de los principales riesgos para la economía costarricense, según el FMI.
Modelos del organismo internacional señalaron que un aumento del 10% en el precio de los combustibles implicaría, para Costa Rica, un aumento de entre 0,5 y 1 puntos porcentuales en los indicadores de inflación.
Además, la entidad señaló que un aumento de esa proporción representaría un freno al crecimiento económico de entre 0,1 y 0,3 puntos porcentuales este año.
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El costo de la gasolina súper cerró marzo con un aumento mensual del 20%, producto del impacto de la crisis en Ucrania en los precios internacionales del petróleo. Estos llegaron a situarse cerca de los $130 por barril al cierre de la primera semana de marzo, y todavía siguen cerca de los $100, tanto en el caso de la referencia europea (Brent) como de la referencia estadounidense (WTI).
Con un aumento del 10% en el costo de los combustibles, el Fondo también proyectó un impacto de 0,1 puntos porcentuales adicionales en el déficit fiscal del Gobierno.
A día de hoy, se espera que Costa Rica alcance un superávit primario (sin contar el pago de intereses) de 0,7% del PIB este 2022, y un déficit financiero (contando el pago de intereses) de 4,5%.
A eso se suma el impacto sobre el tipo de cambio. La importación de las gasolinas a mayor precio implica un mayor gasto de dólares y eso hace previsible “una presión a la baja sobre la moneda”, tal como recordó el Fondo.
Hierro y fertilizantes
Al impacto sobre los combustibles, además, se suman los vínculos comerciales directos con Rusia y Ucrania.
Las importaciones de productos de ambas naciones representan alrededor de un 0,5% del total que realiza el país, pero el Fondo identificó que existen problemas en dos sectores principalmente.
Por un lado, las importaciones de hierro semifabricado de Costa Rica han provenido principalmente de Rusia y Ucrania. Por otro, alrededor de una cuarta parte de las importaciones de fertilizantes del país provienen de Rusia y de Bielorrusia (nación aliada del Kremlin).
En un escenario en que esos productos no llegan o se producen a menor escala, sus precios aumentan y la cadena se expande a campos tan amplios como la construcción y la agricultura.
Costa Rica importa $55,2 millones de Ucrania y exporta unos $24,6 millones a ese país, según las estimaciones usadas por el Fondo. En el caso de Rusia, las importaciones representan unos $37,4 millones y las exportaciones unos $64,4 millones.
Además del impacto directo en los mercados del hierro, de los fertilizantes y de los combustibles, la guerra en Europa del Este ha tenido un impacto más o menos directo en el costo de otras materias primas.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recordó que este tipo de situaciones “se asocian en general con mayores niveles de pobreza y desigualdad” para la región. “Un crecimiento desacelerado y una inflación más alta seguramente reducirán el ingreso real de los hogares más pobres”, advirtió la entidad en un reciente informe, publicado el pasado 8 de abril.
La inflación, además, ya venía en incremento por shocks en las cadenas de suministro, la escasez de algunas materias primas y la reapertura económica en medio de la pandemia de COVID-19, que aumentó la demanda de múltiples bienes y servicios.
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Otros riesgos
En su informe sobre Costa Rica, el FMI también señaló que las condiciones financieras globales podrían implicar un reto para el país a través de las tasas de interés de su deuda soberana. Sin embargo, la entidad subrayó que el Gobierno “tiene margen para sustituir a los mercados nacionales y aprovechar las líneas de contingencia”, que ofrecen entes internacionales.
Además de múltiples créditos con entidades multilaterales que se encuentran en etapa de confección o ya presentados en la corriente legislativa, el ministro de Hacienda, Elian Villegas, confirmó al periódico La Nación que el actual gobierno dejará presentado un proyecto de ley para autorizar la colocación de bonos de deuda externa (eurobonos) en los próximos años.
Villegas no brindó mayores detalles, pero dijo que se trataría de más de una serie de $1.000 millones cada una. En publicaciones de años recientes, el Banco Central (BCCR) ha incluido la previsión de que el país coloque $1.000 millones anuales, entre 2022 y 2026, en busca de tasas y plazos de pago más competitivas que las del mercado interno.
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En cuanto al sistema bancario, el Fondo señaló que las exposición costarricense es “insignificante”.
Ante el panorama de crisis, el FMI señaló que el país debería acelerar el proceso de normalización de su política monetaria para contrarrestar las presiones inflacionarias, entre otras medidas.
También indicó que los estados deberían confiar en el “efecto amortiguador” del tipo de cambio, con intervenciones que eviten disrupciones mayores; y priorizar el gasto público para aumentar los programas de asistencia social y mitigar el aumento de los precios para los sectores más pobres.
Proyecciones decaen
El Banco Mundial redujo recién este 7 de abril las proyecciones de crecimiento económico para América Latina y el Caribe, de 2,7% a 2,3%. En el caso de Costa Rica, la estimación de crecimiento decayó en 0,2 puntos porcentuales, de 3,4% a 3,2%.
A través de un comunicado de prensa, publicado esa misma fecha, el Banco aseguró que la revisión a la baja se produce, precisamente, “tras la invasión rusa de Ucrania”.
El BID, a su vez, añadió el pasado 8 de abril que los escenarios de crecimiento para cada país dependen de diversos factores, desde sus vínculos comerciales directos con Rusia hasta su nivel de endeudamiento público.
Sin embargo, afirmó que sí se puede generalizar “el efecto combinado de los shocks sobre el crecimiento global, las materias primas y el sector financiero”.
Los organismos internacionales también han subrayado que menores niveles de crecimiento a nivel internacional inciden en un coletazo indirecto para los países que dependen de su comercio. La situación se acrecienta en países que, por ejemplo, dependen más del turismo.