El presidente Rodrigo Chaves recibe un 79% de aprobación después de sus primeros 100 días como mandatario. Es el número más alto que registra cualquier jefe de Estado en Costa Rica desde 2013, fecha en que inició la serie de encuestas de opinión política que realiza el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.
Sin embargo, una nube negra se posa sobre dicha popularidad y es un desafío creciente. Hasta un 40,43% de las menciones hechas en el estudio por las personas entrevistadas colocaron el “costo de vida y la situación económica” como el principal problema del país, a pesar de que Chaves enfatizó la promesa de reducir el precio de bienes y servicios como principal mantra de su campaña. “El primer día de gobierno voy a bajar el costo de la vida”, llegó a mencionar en un debate electoral organizado por Televisora de Costa Rica, apenas semanas antes de convertirse en mandatario.
El reto es importante con una inflación en curso que cerró en 11,5% hasta julio pasado, la cual responde mayoritariamente a fenómenos internacionales que perdurarán por meses, según las estimaciones de organismos internaciones; y sobre la cual el propio Chaves ha dicho por cuenta propia que “no se le puede hacer mucho”.
Aún así, la popularidad de Chaves es una base que se desearía cualquier político, que con su estilo confrontativo y su discurso de “hombre que actúa” ha convencido a un sector de la población de que tal vez ahora sí, con él y con su propuesta de outsider, se verá un cambio de esa política tradicional que no supo mermar de manera considerable problemas estructurales como el desempleo, la pobreza o la desigualdad en los últimos años.
Expectativas récord y desafío récord
Las mediciones del CIEP-UCR se realizaron a partir de 1.000 entrevistas, entre el 16 y el 23 de agosto, para un margen de error de 3,1 puntos porcentuales. Es decir, aún a pesar de ese número, el apoyo a Chaves se muestra sólido y apenas se podría comparar con el que experimentó Abel Pacheco al inicio de su mandato, según el politólogo Ronald Alfaro, coordinador de la encuesta. Es cierto que el CIEP empezó sus mediciones en 2013, pero Alfaro utiliza como referencia otros estudios similares que realizaban en el pasado casas encuestadoras como Unimer.
Para el politólogo, la conjunción de la alta popularidad de Chaves con los temores económicos invitan a pensar a un más largo plazo y es previsible un desgaste en la imagen del presidente si no logra avances en su promesa de reducir el costo de la vida en los próximos meses.
“La opinión de las personas es sensible a ese tipo de circunstancias y si la situación económica no mejora con el tiempo, es previsible que la popularidad sufra un efecto importante”, explicó. “Ese es un límite clarísimo a cualquier aprobación, porque la popularidad no es incondicional”.
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Los mandatos son muy extensos y es por eso que la alta popularidad es un arma de doble filo. Como las expectativas son altas y el respaldo también, entonces el gobernante tiene una mayor base para empujar sus reformas pero también está expuesto a una mayor reacción negativa si no cumple con lo que promete.
El costo de la vida y la situación económica supera en más de 27 puntos porcentuales el segundo máximo problema mencionado por las personas entrevistadas por el CIEP. El segundo rubro es el desempleo, con un 15,2%, y un 11,2% menciona la corrupción (siempre duramente criticada).
Un 44% de las personas encuestadas aseguró considerar que el Gobierno sí podrá hacer algo para responder a los principales problemas del país, un 33% que solo parcialmente y únicamente un 26% que no logrará mayor cosa. Las expectativas se despertaron y ahí siguen.
Hasta ahora, Chaves ha defendido que la inflación internacional impide mejores resultados en materia económica de los que preveía en campaña y también ha insinuado que algunas de sus reformas marchan más lento por la oposición de sectores adversos. Sin embargo, ese es un “comodín” que, según Alfaro, no va a ser tan resistente siempre.
“Va a llegar el momento en que el Gobierno no va a poder seguir usando esa carta. Por ahora la puede repetir y la utiliza, pero va a llegar el momento en que la gente va a decir: ‘ah, no, esto ya no tiene que ver con los demás sino con ustedes mismos’, por decirlo así. Es un discurso que se va a desgastando y que solo puede recurrir a otras explicaciones”, puntualizó el académico.
El estudio no pudo contemplar el efecto de las recientes publicaciones relacionadas con el informe enviado por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) a la Fiscalía, relacionadas con la investigación por el presunto uso de estructuras de financiamiento paralelo en la campaña del ahora presidente. El documento fue revelado hasta este este 23 de agosto por diversos medios de comunicación y, en él, el Tribunal aseguró hallar “indicios suficientes” de que la campaña de Chaves y su Partido Progreso Social Democrático (PPSD) utilizaron un “esquema oscuro de financiamiento” durante los recientes comicios.
Valores democráticos
Chaves, además, ha demostrado un discurso confrontativo con sus detractores, otros Poderes de la República y la prensa. Ha tenido reproches para todos ellos y ese factor le ha servido para proyectar una imagen antiestablishment y de outsider que gusta a sectores disconformes con “lo mismo de siempre”. Sin embargo, el nuevo estudio del CIEP evidencia una población que prefiere ánimos más conciliadores y típicos de “una democracia más madura”, según explicó Alfaro.
Es cierto que un 22% de la población entrevistada para el estudio afirmó considerar que el Gobierno debería ignorar las leyes que obstaculicen sus objetivos, que un 35% opinó que el Ejecutivo debería omitir las decisiones judiciales en ese mismo sentido. y que hasta un 24% consideró necesario dejar de lado a los partidos de oposición. Pero, según Alfaro, eso habla de una gran mayoría de la población que piensa todo lo contrario.
“Hablamos de una cultura política bastante madura y que reconoce la diferencia entre lo que es democrático y lo que no lo es. Hay un grupo que se dice dispuesta (a actitudes antidemocráticas), pero otra cosa es que finalmente se vaya a comportar de esa manera; más aún cuando mucha gente no votó por el presidente, ahora se subió a su vagón, pero puede bajarse en cualquier momento”, concluyó el politólogo de la UCR.