Tras meses de presión y especulaciones, Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, finalmente anunció el inicio de la investigación preliminar en el Congreso para determinar si procede la apertura de un proceso de impeachment contra el presidente Donald Trump.
Vientos de tempestad ya sacuden a la Casa Blanca, a una nación dividida, a los medios de comunicación y hasta la escena internacional, pero antes se debe tener claro cuáles son las fases del proceso.
EF consultó con Guillermo Barquero, polítologo y analista internacional; Nuria Marín, analista internacional y Rosmery Hernández, directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA) los detalles del largo camino que emprendieron los demócratas en el Capitolio.
El proceso
Primero se debe tener claro que la presidenta de la Cámara de Representantes anunció el inicio de una investigación formal para verificar si el mandatario incurrió en alguna de las cuatro conductas descritas en la Constitución Política como motivos para una destitución: traición, soborno, altos crímenes o faltas menores a su cargo, según apuntó Nuria Marín, analista internacional.
La Constitución Política de Estados Unidos en su artículo II, sección 4, da la potestad para remover al presidente, vicepresidente u oficiales civiles en caso de que incurran en alguna de esas cuatro conductas.
Una llamada que el presidente Trump realizó al mandatario de Ucrania, Volodymyr Zelensky, para que, presuntamente, este investigara al precandidato demócrata John Biden y su hijo Hunter, fue el argumento utilizado por Pelosi para solicitar la investigación.
Días antes de la llamada, Trump ordenó congelar $400 millones en ayuda militar a Ucrania, lo que detonó la especulación de que retuvo los fondos para presionar y obtener información de los Biden. El mandatario estadounidense refutó las acusaciones aunque sí retuvo el dinero.
Revisión de documentos, entrevistas a testigos y un análisis de la llamada telefónica, serán los primeros pasos que deberá dar el Comité de Inteligencia, encargado de armar el caso. Ellos deberán deberán emitir un informe (conocido como articles of impeachment).
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Aquí comenzaría el ajedrez político ya que este documento se somete a votación en el pleno de la Cámara de Representantes. Durante el proceso de investigación y de juicio Trump no tiene que renunciar, concluyeron los especialistas Guillermo Barquero y Rosmery Hernández.
“Ellos votan que sí o que no en cada cargo de la investigación. Si se logra la mitad más uno (218 votos de 435) es como un auto de elevación a juicio en esta primera etapa”, dijo Marín.
En la etapa de votación del articles of impeachment los demócratas cuentan con mayoría para elevar el caso hasta el senado, pero en la siguiente fase se empareja la cancha pues hay una mayoría de senadores republicanos.
Si se llega a esa instancia, los 100 senadores se constituyen en una especie de jurado para conocer las evidencias. Para llevar a cabo una destitución presidencial se requiere de una mayoría absoluta, es decir, dos terceras partes de los votos (67). En este caso, los demócratas solo cuentan con 53 votos por lo que tendrían que convencer a 14 republicanos para remover al presidente Trump.
Si los demócratas lograran reunir los votos necesarios para remover a Trump, el videpresidente Mike Pence asumiría la presidencia de Estados Unidos.
Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton (1998) han sido los únicos mandatarios que han ido a juicios políticos en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, ninguno fue destituido. Por su parte, Richard Nixon (1974) renunció antes de la votación por el pleno de la Cámara de Representantes por el caso Watergate.
El desgaste
La posibilidad de llegar a un juicio político genera un desgaste para el presidente Trump que ahora debe defenderse de un cargo de presunto abuso de poder. Con ese frente abierto, el mandatario podría llegar a descuidar otros temas de la realidad política estadounidense e internacional, estimó Guillermo Barquero, analista internacional.
El proceso de investigación podría dilatarse en vista de que la legislación estadounidense no define el lapso en el que se deben de llevar a cabo el proceso. Es algo que podría jugar a favor del actual inquilino de la Casa Blanca.
“Debe procurar (Trump) que el proceso se haga largo y difuso de manera que pierda protagonismo. Ya lo logró cuando se le acusaba de recibir apoyo ruso en las elecciones anteriores”, afirmó Rosmery Hernández, directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la UNA.
Sin embargo, Pelosi mueve la batuta rápidamente para que los demócratas aceleren al máximo su trabajo en las comisiones. Hay que “golpear mientras el hierro está caliente”, indicó la presidenta de la Cámara a los congresistas de oposición refiriéndose al proceso.
En esta carrera también está en juego la reelección de 33 de los 100 senadores, entre ellos varios republicanos. Si la opinión pública se vuelca en contra del presidente Trump, los senadores republicanos podrían verse en una situación complicada y romper líneas partidarias, comentó la analista internacional Nuria Marín.
Nixon renunció a la presidencia porque sintió que los miembros de su partido le dieron la espalda y optó por no pasar por el impeachment, recordó la analista.
Apuntar hacia conflictos externos para desviar la tensión de la trama interna, es otra de las posibilidades de la oficina oval. Agudizar las tensiones con Irán podría formar parte del repertorio de Trump, según Barquero.
Esa estrategia se utilizó en la administración Clinton cuando se dio un recrudecimiento de las relaciones con Irak como mecanismo de desvío de la atención sobre el juicio político.