Comprar un carro es una de las primeras necesidades –o a veces meras tentaciones– de cualquier persona en Costa Rica. Un vehículo propio ofrece el confort del que muchas veces carecen los medios de transporte público; sin embargo, también se trata de una operación económica de alto costo y que puede implicar gastos adicionales para quien la realiza.
EF conversó con los expertos en finanzas personales y familiares Julio Espinoza y Roberto Olivas, y elaboró esta nota con cinco preguntas claves que debe hacerse si está pensando en buscar su propio vehículo.
¿Lo quiero o lo necesito?
Cualquier compra que se hace usualmente puede ser un mero gasto o una inversión de la que se puede redituar. En ese sentido, no es lo mismo optar por un carro si es por una necesidad o por un “lujo”. Tampoco es lo mismo si ese “lujo” es un gasto que podemos asumir fácilmente o uno que nos puede implicar prescindir de otras cuestiones más apremiantes.
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Un vehículo puede ser una necesidad si lo requerimos (directa o indirectamente) para generar nuevos ingresos a partir de él. También puede ser necesario si nos hace falta para liberar tiempo que podríamos utilizar para otras tareas de peso, para cambiar un vehículo que ya tenemos y cuya atención es demasiado costosa, o para mejorar sustancialmente nuestra calidad de vida.
Un carro también puede resultar en un mero gasto, con poca o nula gratificación, si las motivaciones por las que pensamos comprarlo son irracionales o provienen de algún arrebato momentáneo.
¿De qué manera voy a pagar?
Si usted determina que realmente desea o necesita comprar un vehículo, y que no será un simple gasto, entonces la segunda pregunta que debe hacerse es cuánto está dispuesto a pagar por él. En este apartado específico, es crucial determinar si va a realizar el pago en efectivo, con sus ahorros, o si necesitará endeudarse.
Si va a pagar con sus ahorros, lo más estratégico es dejar por fuera del gasto algún capital estratégico para emergencias. Hablamos de dinero que le permita sentir tranquilidad ante imprevistos como algún problema médico suyo o de su familia, o incluso eventuales reparaciones de su propio vehículo.
Si más bien quiere pagar su carro a través de financiamiento crediticio, entonces es importante que presupueste bien cuánto está dispuesto a gastar mensualmente en su compra.
Los especialistas en asesoría financiera recomiendan que sus pagos totales correspondientes a deudas (hipotecarias, de auto o similares) no superen el 30% de sus ingresos personales o familiares. En ese sentido, es recomendable que analice cuánto de ese porcentaje sigue teniendo disponible si le resta sus obligaciones contraídas anteriormente o las que piense contraer en un futuro cercano.
También es importante que contemple algún colchón en ese 30% para eventuales cambios en tasas de interés. Usualmente los créditos para comprar un vehículo se otorgan por períodos máximos de siete años o similares, por lo que esas cuotas variables pueden ensanchar el gasto que finalmente hace y que debe contemplar en ese período.
Los asesores financieros recomiendan que las personas que deseen comprar un vehículo opten por uno que no supere seis mensualidades de sus ingresos usuales. Cuando el monto del automóvil que compra la persona supera 12 mensualidades, se considera que está comprando un auto fuera de sus posibilidades reales de mantenimiento y de pago al momento de la transacción.
¿Qué tipo de carro puedo comprar?
Al tener la información sobre cuánto dinero puede utilizar en la compra del vehículo, es importante avanzar en la decisión de qué vehículo puede conseguir con ese presupuesto. Este paso es crucial para determinar si el carro que la persona puede adquirir coincide con sus necesidades o sus deseos. También es importante para determinar si se puede comprar un carro nuevo, seminuevo (con menos de tres años de rodaje) o usado.
Este ejercicio dependerá en gran medida de las opciones de mercado que encuentre en cada determinado momento. Además, es un proceso susceptible de las condiciones crediticias de cada momento, que también son variables.
Un factor de peso, pero que usualmente se olvida, también son los eventuales gastos por traspaso o inscripción del vehículo. Según explicó David Morales, de Grant Thornton, solo el costo de un traspaso incluye, además de los timbres y honorarios regulares de inscripción, un gravamen del 2,5% del valor del vehículo. “Todos los costos deben ser cancelados por el comprador”, aunque también se estila que “las partes (vendedor y comprador) puedan pactar una división de costos”, explicó.
¿Estoy preparado para traspasarlo o mantenerlo?
Otra de las preguntas más importantes, y una de las que más personas olvidan, es si se está o no preparado para mantener el vehículo.
Usualmente las personas que no tienen un vehículo ya gastan una cuota mensual de sus ingresos en transporte, pero es importante determinar si los gastos de mantenimiento del nuevo automóvil van a superar ese rubro.
Un automóvil debe pagar anualmente su marchamo, el cual incluye el derecho de circulación y el seguro obligatorio automotor (SOA), entre otros factores. Adicionalmente se recomienda obtener un seguro contra accidentes y robos, y contemplar el pago de eventuales reparaciones, revisiones, cambios de aceite, cambios de llantas y la compra del mismo combustible (o de la energía eléctrica, en caso de que se opte por un vehículo de ese tipo).
De acuerdo con una estimación recientemente dada a EF por Eric Orlich, presidente de la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (Asomove), un litro de gasolina puede rendir para recorrer unos 10 kilómetros aproximadamente; aunque eso puede variar por factores como la velocidad a la que se conduzca, si se transita en congestionamientos viales, el tipo del terreno en el que circula, el uso del aire acondicionado, entre otros.
Es recomendable realizar un presupuesto mensual con todos esos eventuales gastos, incluidas las erogaciones que son anuales o que se realizan en períodos más amplios (dividiendo el total entre 12 o los meses que sean). Esta es la forma más adecuada de razonar el impacto real que tendría el vehículo en sus finanzas, más allá del pago inicial.
¿Estoy invirtiendo bien mi dinero?
Al igual que con cualquier otra inversión, es bueno preguntarse si está utilizando sus recursos de la mejor manera.
Un vehículo casi siempre será un activo que se deprecie (con excepción de algunos automóviles de colección), principalmente en sus primeros tres años. Esto es muy diferente a lo que usualmente ocurre con bienes inmuebles, que suelen tener plusvalía.
No obstante, un automóvil puede generar valor de otras maneras y es importante sopesar qué pesa más en la balanza de cada persona. Por ejemplo, puede ser una gran inversión si es indispensable para que quien lo compra obtenga o desarrolle su trabajo, si con esa compra logra recambiar un vehículo viejo que cada vez pasa más tiempo en talleres, o si es un gusto que el nuevo propietario –haciendo todos los cálculos antes mencionados– puede darse sin presionar de más sus finanzas.
Es importante revisar el vehículo antes de comprarlo y estar seguro de que es lo suficientemente cómodo y que está en buen estado. Si lo obtiene en una agencia, es recomendable que lo utilice primero; y si más bien piensa comprarlo usado, que lo revise junto con un mecánico de confianza.
Consejos clave
Para Julio Espinoza, el razonamiento principal que debe realizar una persona que desea comprar un vehículo es el nivel de necesidad que tiene de él. “No es lo mismo una persona que necesita un vehículo para su trabajo, como alguien que trabaje en el campo y necesite un pick-up, que una persona que solo ve bonito ese pick-up y que tal vez no puede pagarlo, pero que analiza su compra desde el deseo”.
Para Roberto Olivas, por su parte, la clave está en poner por encima de todo la salud financiera y calibrar muy bien las expectativas. “Si usted va a pagar una cuota mensual de más del 30% de sus ingresos, o si ya tiene otras deudas y agregar esa cuota nueva va a superar ese 30%, usted puede terminar sintiéndose ahogado”, subrayó.
La clave está en buscar el medio de transporte correcto para realizar sus tareas, pero sin afectar todo lo demás que necesita –aparte de ese medio de transporte– para lograrlo.