Carlos José Arce, quien tiene 26 años y no concluyó el bachillerato, trabajaba en enero del 2020 como contratista de una empresa que instala cable e internet. A mediados de marzo la actividad empezó a bajar y las llamadas para atender casos se redujeron.
Aunque hubo una disminución en el flujo regular al inicio de la pandemia, para mediamos de abril, y tras las urgentes necesidades miles de teletrabajadores de contar con mejor conexión a Internet, la demanda por sus tareas creció. Mantuvo su trabajo durante la pandemia.
Sin embargo, su hermano, Adrián Arce, de 31 años y con formación técnica en cocina, vio como de un día para otro, a finales de marzo del 2020, el restaurante para el que tenía casi cinco años de laborar, cerró sus puertas y nunca más reabrió. Para subsistir empezó a trabajar utilizando la plataforma Uber.
Miles de historias como estas se repiten como producto de las restricciones y cierres comerciales que aplicó el Gobierno para contener el contagio del coronavirus.
EF analizó cómo el mercado laboral costarricense, previamente dañado por problemas estructurales, sufrió una profunda crisis en 2020.
Para ofrecer un abordaje completo, se trabajó un análisis de datos conjunto con Javier Adelfang, economista y gestor del blog de educación El Economista Argentico, en el cual se utilizaron los datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) al cierre del 2020.
Para delimitar las generaciones se aplicó la clasificación propuesta en el Informe Estado de la Nación 2018 (IEN).
Grandes perdedores
Al igual que Carlos José y Daniel, quienes son millennials, esta generación fue la que sufrió el mayor embate de la pandemia en el mercado laboral. La tasa de desempleo para este grupo creció en 9,9 puntos porcentuales que representan a 71.710 personas quienes perdieron su trabajo.
Resulta interesante que los millennials, nacidos entre 1986 y 1999, sufrieran el golpe más abrupto de la pandemia entre las distintas generaciones, ya que se trata de personas con un promedio más alto de años educativos y con mayor dominio de un segundo idioma con respecto a sus antecesores. Así se desprende del IEN 2018.
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“Un millennial incluso calificado, tiene tasas de desempleo más altas que las de las otras generaciones, esto no es atípico en Costa Rica, es algo muy usual. Con la pandemia, y con base en los datos a julio, los calificados podrían estar experimentando mayores dificultades que antes, con respecto a sus pares no calificados”, agregó Pamela Jiménez; economista, demógrafa e investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN).
Para Natalia Morales, economista e investigadora del PEN, los grupos más jóvenes siempre han sido los más afectados por el desempleo y por los trabajos de menor calidad en comparación con generaciones mayores en una economía que tiene dificultades para dinamizar el mercado laboral.
“La recuperación de la primera crisis (2008-2009) no fue suficiente para llegar a los niveles previos de crecimiento y empleos, por lo que la pandemia cayó en un mal momento económico para el país, con una década insuficiente. Esto podría haber afectado a los millennials que se estaban insertando por primera vez”, apunta Morales.
Es así como los empleados de la generación del milenio y los del segundo baby boom (nacidos entre 1974 y 1985) vieron cómo la pandemia destruyó más puestos laborales y les excluyó con mayor fuerza, también debido a que son estos dos grupos los que tienen más participantes en el mercado laboral actualmente.
Actividades golpeadas
De los casi 230.000 empleos que se perdieron entre 2019 y 2020 por el efecto de la crisis del coronavirus, el golpe más fuerte se presentó en el sector comercio (16,1%), seguido por empleo doméstico (12,9%), construcción (12,7%); y alojamiento y restaurantes (11,8%).
La pérdida de estos trabajos se relaciona directamente con los cierres para prevenir el contagio del coronavirus que se aplicaron con más fuerza durante el segundo trimestre del 2020. Este shock repentino y obligatorio afectó el consumo interno cuyos efectos se reflejaron de inmediato en el comercio, construcción, agro, transportes y empleo doméstico.
El cierre de fronteras y la paralización de los aeropuertos marcó una suspensión sin precedentes del turismo receptor, un importante dinamizador de la producción nacional, que se encadena con actividades como alojamiento, restaurantes, transportes, comercio y otros servicios.
Antes de la pandemia, el turismo receptor representaba el 6,3% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, poco más de ¢2,3 billones anuales y creaba 512.609 empleos directos e indirectos. Así se desprende de la simulación 2019 de la Matriz Insumo Producto (MIT turística), publicada por el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Gloriana Ivankovich, economista y directora ejecutiva de la Academia de Centroamérica, detalla que el recrudecimiento de las restricciones de movilidad fue el principal detonante de la pérdida de puestos de trabajo en las actividades destinadas principalmente al consumo interno.
“Actividades como el comercio, entretenimiento, restaurantes y transporte representaban una parte importante del empleo y, además, con trabajos estacionales y en muchos casos temporales y ‘de menor calidad’. La recuperación del empleo es lenta porque la actividad no se ha normalizado en esos sectores completamente”, agrega Ivankovich.
Las regiones en las que el desempleo creció con más fuerza son la Chorotega y la Central, de hecho Guanacaste retrocedió en sus indicadores de pobreza a los niveles del 2014.
Aunque la tendencia del desempleo parece reducirse en todas las regiones al cierre del 2020, excepto en la Brunca, el ritmo de recuperación es mucho más lento con respecto al que se mostraba antes de la pandemia.
Grandes dudas
El mercado laboral de Costa Rica ya era víctima de los problemas estructurales de la economía previo al golpe de la crisis de la COVID-19.
La tasa de desempleo cerró el 2019 en 12,4% y arrancó la pandemia en 12,5%, ambos niveles eran récord para el país. El primer trimestre móvil; que incluye abril, mayo y junio del 2020; evidenció un brinco al 24% (se duplicó) y alcanzó su punto más alto entre mayo, junio y julio, con un 24,4%.
A partir de su pico máximo, el indicador empezó a caer, pero a un ritmo más lento hasta cerrar el año en 20%. Es decir, Costa Rica tiene una economía en marzo del 2021 con 7,6% puntos porcentuales más de desempleo que hace un año.
Morales recuerda que la pandemia cae en un momento histórico negativo con fragilidades que se arrastraban desde hace años, como, por ejemplo, desconexión entre la producción y el empleo, dualidad productiva, desigualdad de ingresos, pobreza estancada, trabajos de mala calidad (casi la mitad de ellos informales) y el creciente déficit fiscal.
“El país tiene serios problemas en su estructura productiva: alta dependencia de la Gran Área Metropolitana (GAM) y del sector comercio. Ambos se vieron fuertemente impactados por la crisis y eso derivó en otras regiones y actividades”, puntualizó la economista.
Mientras que ser joven y contar con algún tipo de preparación académica tampoco es garantía de continuar en el mercado laboral o asegurarse un empleo pronto.
Aunque las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), al cierre del 2020, reflejan que el desempleo afecta más a los menos calificados −lo cual es una tendencia histórica− también castigó a los universitarios sin importar si cuentan o no con título, poco más de 40.000 estudiantes engrosaron las filas de quienes no tienen trabajo.
Además, sobre la destrucción de empleos entre los millennials y los segundo baby boomers, los economistas coinciden en que “generalmente los últimos en ser contratados, son los primeros en ser despedidos”.
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Las empresas prefirieron dejar en sus planillas a personas de mayor edad y con más experiencia, en parte por el aporte que pueden hacer con su perfil profesional y porque son más caros a la hora de liquidarlos.
Mientras que algunos jóvenes con dominio de un segundo idioma y de programas tecnológicos posiblemente lograron moverse a empleos en actividades menos afectadas, por ejemplo, un trabajador de turismo pudo pasar a un call center en una compañía de zona franca.
Ahora Costa Rica inicia un 2021 con una tasa de desempleo mucho más alta y una economía que tímidamente pretende pasar de una contracción de 4,5% del PIB en 2020, a un crecimiento de 2,6% de la producción nacional este año.
El escenario proyectado por el BCCR está sujeto a variables muy volátiles como el avance de la vacunación o la probabilidad de que se implemente el plan de ajuste fiscal negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).