El Partido Acción Ciudadana (PAC) ya no tapa sus fracturas, ni se presenta como una sola masa de oposición, como en el pasado. Por el contrario, tras casi ocho años de gobierno, elige este 22 de agosto a una nueva candidatura presidencial entre dos corrientes: una que ofrece un discurso más moderado y de ‘continuismo gobernante’, y otra que se muestra recelosa de los últimos años de la agrupación en el poder.
Por el lado del continuismo, la diputada y expresidenta legislativa (2018-2019), Carolina Hidalgo, se plantea a sí misma como “la evolución” de los gobiernos del PAC hasta el momento. Por el lado disconforme, el también legislador y exministro de Economía (2014-2018), Welmer Ramos, se presenta como un actor más apartado de la visión actual de gobierno y una figura que ya había buscado su propia candidatura cuatro años atrás.
Otra figura en la contienda es el exministro de Deportes, Hernán Solano, un antiguo militante del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) que emigró a las tiendas rojiamarillas.
El PAC busca revertir una tendencia histórica y acceder a un tercer gobierno consecutivo. Ningún partido ha logrado gobernar más de dos veces consecutivas en la historia reciente de Costa Rica. Ese es el principal reto que enfrenta quien gane en los comicios internos.
Pese al desgaste clásico de dos administraciones, el partido oficialista encuentra algunas condiciones a su favor, según politólogos consultados por EF. El PAC se ofrece como una opción de centro y centro-izquierda, un sector del espectro ideológico con competencia de pocos partidos; enfrenta un contexto multipartidista en el que las agrupaciones pueden tener posibilidades de triunfo electoral con menores caudales. Además se topa con un electorado con baja afinidad partidaria y que privilegia la elección de liderazgos personales si les convencen.
“Las identidades partidarias son mucho más líquidas, por decirlo de alguna manera”, describió la politóloga Eugenia Aguirre, del Observatorio de la Política Nacional de la Universidad de Costa Rica (OPNA-UCR).
Una fractura y una identidad
El PAC unió en el pasado bajo una misma bandera a grupos de personas que buscaban un mismo objetivo de “romper el bipartidismo”, pero que pensaban distinto. Más que una ideología en sí misma, los líderes del partido (incluido su fundador Ottón Solís) dijeron priorizar programas de gobierno.
Ese objetivo conjunto de sacar al Partido Liberación Nacional (PLN) y al Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) del poder fue efectivo durante los primeros años de este siglo; sin embargo, ocultó fracturas internas que ahora –tras ocho años en el gobierno y 22 de existencia– se hacen más evidentes.
“Esta división es clara en las líneas narrativas y no han hecho ningún esfuerzo por ocultarla (...) por un lado, Carolina Hidalgo dice que es la evolución de los gobiernos de Carlos Alvarado y de Luis Guillermo Solís. Por otro lado, Welmer Ramos dice que estos ‘no han sido’ gobiernos del PAC”, anotó Aguirre.
La tendencia de Ramos, en conjunto con figuras relevantes como la diputada Paola Vega, recriminan al gobierno de Carlos Alvarado por decisiones como consentir recortes en la inversión pública, una política que califican de fiscalista y, más recientemente, por el impulso a la reforma al empleo público –de la que refutan varios contenidos.
La tendencia de Ramos también defiende una visión más proteccionista del Estado y su papel como productor.
Hidalgo, por su parte, aglutina al PAC más oficialista. Por ejemplo, la apoya el diputado y exministro de la Presidencia, Víctor Morales Mora, uno de los principales hombres de confianza del presidente.
El exministro de Deportes, Hernán Solano, tiene un perfil más bajo.
Otra que en su momento dijo querer aspirar por una candidatura oficialista fue la expresidenta del partido, Marcia González. No obstante, finalmente se sumó a la precandidatura de Welmer Ramos.
Este fue un movimiento de peso, si se toma en cuenta que la exjerarca fue la principal compradora de bonos durante la campaña del presidente Alvarado y luego resultó designada por este como ministra de Justicia.
La exministra tenía el apoyo de una tendencia interna del partido que inicialmente pensó en impulsar al exministro de Educación, Édgar Mora. Sin embargo, la agrupación le cerró las puertas porque no cumplía los requisitos de militancia.
Para el politólogo, Ronald Alfaro, del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la UCR (CIEP), el choque de varias corrientes internas denota salud interna de la agrupación del gobierno.
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“Con todo y todo más de una persona declaró su interés. A pesar de todo esto, el PAC está logrando armar su convención y evitar un candidato sin competencia”, afirmó.
En 2017, Carlos Alvarado derrotó por un margen de 14 puntos porcentuales (5.604 votos) a Welmer Ramos. Sin embargo, el panorama ahora es distinto y personajes que apoyaban a Alvarado (como González) ahora aparecen del lado del segundo.
Desgaste político
El PAC busca sobreponerse a ocho años de desgaste como partido de gobierno, a los cuales se debe sumar la atención de una pandemia.
La figura que asuma la candidatura rojiamarilla también tiene sobre sus espaldas el reto de frenar la hemorragia de curules legislativas que ha sufrido el partido; que pasó de contar con 17 escaños en 2006 (sin ser partido gobernante) a solo 10 en las últimas elecciones (en su segundo período como gobierno).
“No es lo mismo cargar con una candidatura oficialista después de una primera administración, porque usted puede hablar como una especie de continuidad. Para una tercera elección, la cuesta para la continuidad se vuelve más empinada (...) Cualquiera de los tres que quede tiene que intentar vender la continuidad, con cierto matiz. Eso no es tan fácil”, explicó Alfaro, quien sí señaló que “uno nunca puede descartar esa posibilidad por pequeña que sea”.
En primera ronda de 2018, el partido oficialista recibió 466.129 votos y, en el balotaje, 1,3 millones.
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El PAC no ha dado proyecciones de participación para este 22 de agosto. Sin embargo, datos suministrados por la agrupación dan cuenta de que en 2009 recibió poco más de 22.000 votos válidos (para tres precandidatos), en 2013 alcanzó casi los 23.000 (para tres tendencias) y en 2017 más de 41.000 (para solo dos).
La agrupación espera algún impacto de la pandemia del COVID-19 en su convención de este 22 de agosto, fecha en que solo podrán circular los vehículos con placas terminadas en números pares por restricción vehicular sanitaria y algunas personas podrían evitar exponerse a contagios.
El partido dijo a EF que dispondrá de 265 centros de votación y 371 juntas receptoras de votos, de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.