El estadounidense Mauricio Claver-Carone es el primer presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que no es de América Latina. Cuando completa su primera semana en el cargo, tras los 15 años de Luis Alberto Moreno, se refiere a la posibilidad de que un mercado laboral más flexible atraiga empresas estadounidenses hoy en Asia y decidan reubicarse en países de América Latina.
Claver-Carone explica el papel de la entidad ante el aumento de la deuda por la necesidad de enfrentar la pandemia, y su acción frente a posibles renegociaciones, junto a otras entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ante la necesidad de más recursos, habla del efecto en el crecimiento y el emprendimiento de los esfuerzos para recaudar más impuestos.
¿Qué decisiones ha tomado el BID en siete meses de crisis?
Solo estoy en mi sexto día. Puedo contestarle a dónde vamos en los próximos siete meses. La meta de esta presidencia va a ser la creación de empleos. El éxito de Estados Unidos, y no es un secreto, es que las pequeñas y medianas empresas son el motor de la economía. En que el país es el receptor más grande del mundo de inversión extranjera y se debe a la flexibilidad laboral.
Nos hemos comprometido para ver cómo esto se puede aplicar a Latinoamérica. En inversión extranjera, a corto plazo, podemos hacer mucho más: por la pandemia, ahora existe la prioridad del nearshoring, para mantener las cadenas de abastecimiento más cercanas aquí a Estados Unidos.
¿Cómo ayudaría el BID en esa reubicación de firmas de Asia en Latinoamérica?
El BID puede ayudar, en la parte comercial, a identificar las oportunidades de inversión en sectores que ya tienen ventajas comprobadas, por ejemplo, en Colombia, si son farmacéuticas, manufacturas, textiles, prendas de vestir, alimentos, bebidas. Oportunidades en sectores con ventajas competitivas en tecnologías emergentes. Y también un pilar normativo.
Podemos ayudar a crear incentivos de corto plazo particularmente con BID Invest. Esto nos da también la oportunidad de integración del comercio y las cadenas de abastecimiento. La integración comercial de Latinoamérica es solo el 16% de su comercio total. Comparemos con el 65% en Europa o el 55% en Asia.
¿Esa iniciativa de reubicar empresas podría afectarse si hay cambio de gobierno en Estados Unidos?
No. Esa es la belleza de aquí del BID. La prioridad es apoyar a nuestros países prestatarios. Por lo cual seremos vendedores de la región a nivel global. Ya en discusiones con BID Invest y países europeos y otros que son miembros no regionales he dicho que voy a defender a las Américas como el primer destino de inversión extranjera en el mundo, y lo podemos hacer.
Es parte de nuestra misión y es consistente con nuestra carta fundadora. Es más fácil desde el BID, porque no tenemos los conflictos que hay con las instituciones de financiamiento doméstico, pues cada cual prioriza la relocalización para su propio país. El presidente Trump prefiere que una inversión regrese de Asia a Estados Unidos y no a México. El presidente Duque prefiere que vaya a Colombia y no a Perú.
Trabajar en las prioridades, ¿qué efecto tendría en la desigualdad, tan crítica para Latinoamérica y Colombia?
Me preocupa mucho que en toda la región, por la pandemia, vemos incrementos de más de 40% en pobreza y 25% en pobreza extrema. Hay 50 millones de personas en la región que están bajando del estrato medio. Estamos regresando diez años en los progresos que se han hecho.
Tengo una filosofía muy ortodoxa sobre lo que son los bancos multilaterales: nuestra primera meta es ayudar a quienes no tienen acceso al financiamiento privado, particularmente a los más vulnerables, como las mujeres, poblaciones indígenas o afrodescendientes. En la región, las mujeres son el sector más productivo. En las pequeñas y medianas empresas, tienen un promedio de 10% más de ingresos que los hombres. Sin embargo, tienen casi 50% menos de acceso a capital que los hombres. Debemos enfocarnos más en esas poblaciones, que las mujeres tengan más acceso a capital pues son las empresarias más exitosas.
El capital humano de estas comunidades es muy rico, pero hay que romper las barreras burocráticas, históricas o de financiamiento. Esas comunidades también están en áreas en donde la conectividad es muy pobre. Por eso queremos enfocarnos en la conectividad en áreas rurales, porque ayudaría a crear oportunidades de empleo, de emprendimiento y de educación.
Hemos visto cómo la falta de conectividad, particularmente en áreas rurales, está creando incrementos en el número de jóvenes que dejan las escuelas. Más del 20% en áreas rurales, lo que va a incrementar la desigualdad. La solución es muy fácil, ante todo la conectividad para crear esas oportunidades en áreas rurales.
Mencionó la flexibilidad laboral como una ventaja de Estados Unidos. ¿Un país como Colombia debería hacer una reforma?
Sé que el Gobierno ha instalado una comisión de expertos, la Misión del Empleo, liderada por un exvicepresidente del BID, Santiago Levy, y uno de los temas que se puede revisar es la flexibilidad de la contratación, sería importante la jornada laboral, y los costos de contratación. Hay una oportunidad con la digitalización para una flexibilidad no física y aumentar la productividad.
La digitalización da una nueva flexibilidad, un incremento de 10% en el PIB de un país, y de 2,6% en la productividad. En mi último trabajo, en la Casa Blanca, estábamos con la iniciativa de crecimiento en Colombia enfocados en el desarrollo rural. BID Invest puede aportar en inversiones en ese sentido, en la conectividad en áreas rurales, pero también en precio y calidad de la conectividad.
La deuda de varios países se acelera por la emergencia, ¿qué apoyo da el BID?
Hemos analizado que las necesidades de la región son en la actualidad como $25.000 millones al año, y la cartera de préstamos del BID es de $12.000 millones. Parte de la razón por la que se busca incrementar el capital del BID a por lo menos unos $20.000 millones es para poder asistir en eso, pero necesitamos tener precios competitivos para que los países no caigan en las ataduras financieras vistas en el pasado.
Queremos ayudar a que el incremento de la cartera sea de una forma costeable. Quiero formalizar un mecanismo para negociar las deudas. El BID siempre ha sido un poco tímido en involucrarse en las negociaciones de deuda con el sector privado o con las multilaterales como el Fondo Monetario.
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Podemos ayudar para la reestructuración de las deudas, algo que el Fondo Monetario se ha tomado como prioridad. El segundo día aquí en el BID tuve una reunión con el presidente del Banco Mundial, David Malpass, y la directora del FMI, Kristalina Georgieva, y uno de los temas importantes en la región para Kristalina fue el de ayudar a las islas y pequeños países con múltiples retos por la deuda.
¿A la vez que se atienden las deudas se deberán hacer reformas en impuestos?
Depende de cada país. Cada uno tiene una situación diferente. No quiero conceptualizar sobre una política u otra. Hay que hacer un balance de las necesidades de ingresos y creo que se podría ser más eficiente en captar esos ingresos sin crear obstáculos para el emprendimiento y el crecimiento económico. La tradición de que sea un latinoamericano el que presida el BID se rompió con su elección.
¿Abre la puerta para un presidente que no sea estadounidense en el Banco Mundial o un gerente del FMI no europeo?
Latinoamérica ya ha lanzado candidatos para el Banco Mundial y el Fondo Monetario. Hace diez años, en el Fondo, los finalistas para la dirección fueron Christine Lagarde, que ganó, y el mexicano Agustín Carstens. También en el Banco Mundial se presentó el colombiano José Antonio Ocampo. Hoy el presidente del Banco de Pagos Internacionales se llama Agustín Carstens.
Concuerdo con que hay que juzgar a los candidatos por su visión, sus calificaciones y lo que traen a la institución y no por su nacionalidad. En esta elección hubo el apoyo de 23 de 28 países de la región y 68% del accionario. En comparación con el 2005, cuando Luis Alberto Moreno ganó con 20 de los 28 países y 56%.
Soy de ciudadanía norteamericana, pero también soy sumamente latinoamericano, en herencia. Estados Unidos ha cambiado mucho. El español es el segundo idioma. Somos el segundo país más hispanoparlante luego de México. Soy un candidato diferente a los del pasado, pero los del pasado fueron todos hombres. Espero que algún día haya una presidenta o que una persona indígena o afrodescendiente del Caribe también tenga esa oportunidad.