Managua. Nicaragua amaneció este jueves con un paro general convocado por una alianza opositora para presionar al presidente Daniel Ortega a cesar la represión, un día antes de que se reanude el diálogo en busca de una salida a la crisis política y social, que ha dejado 152 muertos en casi dos meses de protestas.
El paro de 24 horas, en un país semiparalizado por bloqueos de carreteras y protestas callejeras iniciadas el 18 de abril, fue convocado por la Alianza Nacional por la Justicia y la Democracia, que aglutina a estudiantes, empresarios, campesinos y la sociedad civil.
Incluso la Iglesia católica, mediadora en el diálogo entre el gobierno y la oposición, acogió el llamado a la paralización.
El arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, llamó a participar en el paro con espíritu de “solidaridad, unidad y protesta cívica”.
La víspera, pobladores colmaron los mercados en busca de alimentos para estar preparados en caso de que el paro se extienda más allá de la jornada del viernes.
“Ya compré lo necesario para comer, tenemos que hacer este sacrificio” de paralizar labores, manifestó Jorge Esquivel, de 60 años, cuando salía de un supermercado cargado de bolsas.
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Como él, vecinos de Managua y otras ciudades se lanzaron a comprar granos básicos, leche, pan y hortalizas ante la perspectiva de que los comercios estarían todos cerrados este jueves.
“La economía produce $35 millones diarios, puede ser que no todo se paralice porque hay actividades que no pueden detenerse”, por lo que se estima que en términos de valor se deje de producir entre 25 y 30 millones el día de la paralización, dijo a la AFP Mario Arana, directivo de la Asociación de Productores y exportadores de Nicaragua (APEN).
El sector privado, otrora aliado de Ortega, rompió esa alianza en medio de las violentas protestas.
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La solución a la crisis “se ha tomado mas tiempo de lo que realmente justifica la situación. La población está siendo reprimida y este paro es para expresar ese descontento y sentir de la ciudadanía”, manifestó Arana.
“Antes realizaba de $20.000 a $30.000 por día, pero desde que comenzaron esas bullas (protestas) la gente no quiere invertir. Está baja la actividad, no sabemos qué va a pasar”, dijo con preocupación Marina Oviedo, que trabaja en la compra y venta de dólares en Managua.
En el mercado Israel Lewites, en el oeste de Managua, los comerciantes anticipaban que no abrirán sus puestos ante el temor de salir a la calle y a ser blanco de grupos paramilitares.
“Yo no estoy de acuerdo con el paro, no me parece que sea la solución. Hay gente como la señora que vende tortillas, el taxista, el que vende agua en la calle que no tienen un salario y viven con lo que consiguen a diario”, manifestó una socióloga que prefirió no dar su nombre.
Desde que se iniciaron las manifestaciones el 18 de abril, el balance de víctimas es de 152 muertos y 1.340 heridos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Con la crisis sociopolítica, estimaciones no oficiales esperan una caída del 1% del PIB, que en términos de valor alcanza 800 millones de dólares, según la ONG Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copade).
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) anunció el miércoles la convocatoria a la mesa plenaria del diálogo luego que Ortega respondiera a su propuesta de democratización.
El comunicado de la CEN indica que en la cita del viernes en Managua darán a conocer el planteamiento de los obispos y la respuesta escrita que les remitió Ortega, “lo que someteremos a debate para buscar un consenso que responda a los anhelos de justicia, democratización y paz del pueblo”.
“Ya no más. Todos queremos paz, queremos trascender estas circunstancias duras, dolorosas, trágicas. Todos queremos encontrar, en las mesas de diálogo, las posibilidades de trazar un camino para adelante”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo tras el anuncio de los obispos.
Murillo, durante su alocución en medios oficiales, no se refirió a los términos de la carta enviada por Ortega a la jerarquía católica.
El diálogo se perfila como la principal salida a la turbulencia que vive Nicaragua, donde en la última semana se endureció la represión contra los manifestantes que bloquean calles.
Los participantes de las protestas fueron atacadas las últimas noches y madrugadas con fusilería y hombres armados encapuchados a bordo de camionetas y motocicletas.