¿Sabe usted que tienen en común ciudades como Nueva York, Chicago o Los Ángeles con la Gran Área Metropolitana (GAM)?
La respuesta es evidente: caos vial.
Se trata de ciudades con pocos habitantes por kilómetro cuadrado, pero que recorren muchos kilómetros en sus vehículos.
Solo para que se dé una idea, mientras en 1994 Costa Rica tenía 125,4 automóviles por cada 1.000 habitantes, en el 2014 la proporción fue de 293,1 unidades. La tasa se duplicó.
Pero entonces, si el desorden reina en la capital, ¿qué es lo que mueve a la población a optar por un vehículo particular para trasladarse?
En pocas palabras y de acuerdo con el último análisis aportado por el más reciente informe del Estado de la Nación, nuestro modelo de ciudad está concebido para que sea el automóvil la mejor forma de moverse.
Un ordenamiento territorial pobre, donde el trabajo cada vez está más lejos de los hogares y un transporte público e infraestructura deficiente, salen al paso de las explicaciones.
Claro está, la faceta cultural también aporta a la discusión.
Como consecuencia, las afectaciones económicas, a la salud y al ambiente son inmediatas.
De acuerdo con el documento, el transporte genera el 54% de las emisiones de gases contaminantes del país. De ese porcentaje, un 41% proviene de automóviles particulares.
Revertir la tendencia no es fácil y requiere de esfuerzos coordinados. Sin embargo, muchas de las soluciones que se plantean transitan a velocidades más bajas de las permitidas.
Dotar a la capital de un tren eléctrico, por ejemplo, o la misma sectorización de autobuses, son algunas de esas propuestas que no han logrado ver la luz.
Cero ordenDesde el Estado de la Nación se plantea la primer gran causa, y se trata de una ciudad dispersa, distante y desconectada.
Según el informe, el 66,9% de la población nacional reside hoy en la GAM y la proporción tiende a aumentar.
Con ello, se tiene como resultado una separación geográfica de las grandes funciones urbanas: trabajo y residencia.
“El alejamiento de la población obliga a expandir la infraestructura urbana y los servicios públicos, y afecta la productividad. En el país esto se ha hecho de forma no planificada y poco eficiente, lo cual se refleja en mayores distancias, tiempos y costos de los traslados cotidianos de las personas”, continúa el texto.
Por su parte, la deficiencia en el transporte público y su infraestructura no invita a mirar lejos de los automóviles.
De tres alternativas que podrían potenciar el desarrollo del transporte público nacional: la bicicleta, el ferrocarril y los autobuses, ninguna muestra signos positivos.
A modo de ejemplo, el Estado de la Nación señala que en rutas como Desamparados, hasta 32 líneas de autobuses llegan a pasar por una misma vía.
Es más, en un tema como el del uso de la bicicleta, y el desarrollo de infraestructura, el propio ministro de Transportes, Carlos Villalta, aseguró –a solo dos días de asumir la cartera– que no imagina una ciclovía en una ruta como Heredia-San José.
Mientras eso sucede, las afectaciones pasan la factura a la economía, la salud y el ambiente.
Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del 2013, las distancias de traslado hacen que muchas familias gasten hasta un 13,6% de sus ingresos en movilizarse.
Soluciones a la vista
Entonces, la construcción de espacios públicos atractivos y hasta la inversión en tecnologías bajas en emisiones de carbono, se ponen sobre la mesa como posibles soluciones.
Recientemente, por ejemplo, el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) presentó un modelo piloto para la transformación del cantón de Desamparados.
Aceras y esquinas más espaciosas con lugares de descanso, proyectos de vivienda vertical y una ciclovía que interconecte el distrito central de Desamparados forman parte de la propuesta.
Es decir, el país sabe de esas opciones, y las entiende, y las propone, pero la contrariedad surge cuando no se mueven al ritmo que se necesita.
“Es tarea pendiente poner en marcha acciones estructurales, que generen impactos de fondo en el ordenamiento territorial urbano y el sistema de transporte público”, subraya el informe.
Al mismo tiempo, la utilización de espacios de usos mixtos (que combinan residencia, trabajo y comercio) también se señalan como el paso a seguir. En este punto, pareciera que Costa Rica camina en esa dirección.
Según un informe elaborado por la firma consultora de bienes raíces Newmark Grubb Central America, Heredia es un ejemplo. En 2015, 26 de los 153 edificios verticales construidos en la GAM se levantaron en esa provincia y los centros de trabajo fueron el gancho de atracción.
Randall Fernández, gerente general de la firma de bienes raíces Colliers, es de ese criterio y asegura que cada vez más las firmas que se instalan en suelo nacional procuran moverse hacia su capital humano y no “que su recurso humano llegue a ellos”.
“Todo busca y debe estar integrado”, había manifestado Fernández a EF en el pasado.