Aracelis Bonet debió dejar su trabajo para dedicarse por completo a su hijo. Como ella, miles de mujeres en Estados Unidos se han visto obligadas a dejar sus empleos debido a la falta de escuelas abiertas por la pandemia de covid-19.
"Si hubiera sido madre soltera, probablemente me quedaría sin hogar hoy", dice esta agente de bienes raíces de 50 años desde su casa en Orlando, Florida.
Su hijo, Adam, de 14 años, es autista. Necesita cuidados constantes, mañana, tarde y noche, dice. Una situación incompatible con su profesión, que requiere disponibilidad y flexibilidad.
La pandemia de COVID-19 está acabando con el lento progreso logrado por las mujeres en las últimas décadas en términos de participación en el mercado laboral y reducción de brechas profesionales con los hombres.
LEA MÁS: Esta era la cara del desempleo en Costa Rica antes del coronavirus
Una encuesta realizada entre el 16 y el 24 de julio por la Oficina de Estadísticas de Estados Unidos muestra que el 30,9% de las mujeres de 24 a 44 años no estaban trabajando debido a problemas de cuidado infantil provocados por la pandemia, contra el 11,6% de los hombres.
"Más de una mujer de cada cuatro está evaluando lo que hubiera sido inimaginable hace seis meses: retroceder en su carrera o abandonar por completo el mercado laboral", dijo la firma McKinsey and Company, cuyo estudio se realizó entre junio y agosto.
Debate político
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, critica con dureza el cierre de muchas escuelas al considerarlo como un freno para la recuperación económica. El debate entró en la campaña con su oponente demócrata, Joe Biden.
En el mejor de los casos, Aracelis Bonet logra trabajar ahora 15 horas a la semana frente a las 35 a 40 horas de antes. Sus ingresos ya se han reducido a más de la mitad.
“Es muy estresante y muy frustrante. Soy madre, maestra, terapeuta, estoy agotada”, dice, describiendo sus días interminables para apoyar a su hijo en todos los niveles, académico, social y psicológico, sin ninguna ayuda, mientras por la noche trata de mantener un número mínimo de clientes.
En setiembre, la participación en la fuerza laboral de las mujeres de 20 años cayó al 56,8% contra el 69,9% de los hombres.
Obviamente, “la COVID-19 ha exacerbado las desigualdades entre razas, ingresos y sexos”, resume Diane Swonk, economista jefe de Grant Thornton.
Carrera rota
El riesgo que se corre es que se amplíen aún más las diferencias entre hombres y mujeres, particularmente en el acceso a puestos de responsabilidad en las empresas.
Porque dejar el trabajo es ralentizar durante mucho tiempo la trayectoria de una carrera, subraya la economista.
La prensa científica, como Nature o la revista británica BMJ, ha demostrado que las investigadoras, obligadas a impartir educación desde sus casas, no se salvaron: han publicado menos estudios que los hombres en este período de pandemia.
También es menos probable que se hayan embarcado en una nueva investigación en los últimos meses en comparación con sus colegas hombres.
La falta de servicios de guardería o la apertura parcial de escuelas también impide que las mujeres que han perdido su trabajo encuentren uno rápidamente.
Es un poco como una doble condena, opina Gregory Daco, economista jefe de Oxford Economics.
"La pandemia ha golpeado mucho más a las mujeres que ocupaban puestos en el sector servicios, el más afectado por la pandemia. Y el retorno al empleo es mucho más lento para las mujeres que para los hombres", subraya.
Compromiso político
Mary Proffitt, quuien vive en Lexington, Kentucky, es una de ellas. “Vivo con mi hijo de 12 años y mi padre de 88, que tiene leucemia”, explica esta sexagenaria que trabajaba en un restaurante antes de que la despidieran a finales de marzo.
Para ella, la vuelta al trabajo es una ilusión porque estaría expuesta al riesgo de contraer el coronavirus. Sin seguro médico, ni licencia por enfermedad remunerada y con un padre con inmunodeficiencia, esto es simplemente impensable.
Además, ¿qué sentido tiene ir a trabajar a tiempo parcial para pagar unas instalaciones de cuidado infantil "ridículamente caras"?
Para Proffitt está claro quien tiene la culpa: "Con los demócratas, ciertamente no estaríamos en esta situación caótica", asegura.
“Toda mi vida he estado comprometida políticamente. Desde marzo, lo estoy aún más”, dice, aunque no cree que el voto de las mujeres en las elecciones del 3 de noviembre pueda marcar la diferencia en un estado republicano como Kentucky.