Inhaladores, huertas orgánicas, cosechas artesanales, sistemas de software para monitorear cultivos... la marihuana se enciende en un negocio nuevo conforme logra legalizar su estancia en este mundo.
Una realidad que, en el hemisferio occidental, solo incluye a 24 estados de los Estados Unidos y a Uruguay, aunque otros países como Chile y México están a las puertas de una decisión.
En este nuevo mundo legalizado, quienes se dedican al negocio no son parte de un gueto ni de un barrio bajo. Tampoco tienen que ocultarse en túneles ni van a dar a la cárcel luego de meses de persecución policial.
Son más bien mentes destacadas cuyos aportes a la economía de la marihuana (medicinal y recreativa) convirtieron un mercado de $4.600 millones en el 2014 a uno de $22.800 millones en el 2015, en Estados Unidos.
Las cifras son de la cuarta edición del reporte “El estado legal de los mercados de la marihuana”, elaborado por las dos mayores compañías de asesoría en el sector, Arc View y New Frontier.
Ese aumento significa también una repartición del mercado distinta, en el que la industria recreativa gana cada vez más fuerza (un 53%, 45 puntos porcentuales más de participación en el mercado que el año anterior).
“La legalización del cannabis es una de las oportunidades de negocio más grandes de nuestros tiempos y todavía es bastante temprano para ver un enorme crecimiento”, dicen los fundadores de las compañías en su carta editorial.
El tren de los negocios va desde el cultivo masivo de la planta en los estados como Colorado o el distrito de Columbia en Washington para su posterior comercialización, hasta la venta de productos artesanales como cremas y bálsamos a base de la sustancia, pasando por la industria médica y farmacéutica, que acapara la mayor parte de las ganancias.
Sin embargo, los fundadores de las compañías llevan razón en que todavía es temprano para cantar victoria: les hace falta resolver asuntos como la forma en que se administra el dinero generado por la actividad en momentos en que los bancos federales no pueden recibir fondos proveniente de este tipo de negocios, por ejemplo.
Costa Rica, por su parte, debate sobre su legalización únicamente con fines medicinales con un proyecto de ley presentado por el diputado Marvin Atencio, de la bancada oficialista.
En un país que se escandaliza con La Tocola, personaje que muestra abiertamente su gusto por la planta, el debate sobre la legalización con fines medicinales es una pequeña victoria para quienes apoyan la venta libre del cannabis. Para que los réditos se reflejen en la economía, aun falta un buen trecho.
La TocolaEste personaje de ficción, con una actriz y directora de cine como intérprete, es el único que logra sacarle algún provecho económico al boom de la marihuana de manera legal en el país, abiertamente.
La marca de papeles para enrolar OCB ahora patrocina su proyecto y, bajo la marca de La Tocola, va a lanzar camisetas y otros productos. Cualquier negocio directo de venta y comercialización de la planta en el país, sigue operando en la clandestinidad.
Sin embargo, la revolución del personaje en redes sociales no fue necesariamente un reflejo de una sociedad más tolerante.
Solo un 13,6% de los costarricenses creen que debería legalizarse la venta con fines recreativos, según la última encuesta de percepciones de lnstituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional.
Mientras tanto, los promotores de Marihuana Medicinal en Costa Rica (un grupo organizado para promover la legalización), han hecho bocetos a mano alzada de un mercado directamente relacionado con la venta de la planta en el país y alientan a los posibles productores con números muy positivos.
“Estas industrias generarían cerca de 132.000 nuevos empleos, más de $1.000 millones en nuevos ingresos al país, además de garantizar acceso real a una mejor medicina natural y fortalecer las finanzas de muchas instituciones”, calcula el coordinador del movimiento, Gerald Murray.
Pero, ¿cómo debería empezar un negocio como este, tan lleno de tabúes y de miedos alrededor?
¿Cómo se fuma?
Uruguay optó por la regulación. En ese país, el cultivo para autoconsumo (con un máximo de seis plantas) es legal para quien cumpla con un trámite de registro sencillo en oficinas de correos.
A gran escala, solo dos empresas ganaron licitaciones para producir el cannabis que se venderá posteriormente en farmacias, donde los uruguayos (nunca los turistas) podrán comprar no más de 40 gramos al mes.
Por ahora, este es el único ejemplo latinoamericano que Costa Rica tiene a la mano, pero otros países como Chile y México están a punto de darle el sí.
El debate está, precisamente, en qué términos legalizarla.
Es decir, ¿qué significa darle el sí? En Estados Unidos se conjugan todos los matices: desde los estados que permiten su producción para el consumo recreativo (como Colorado) hasta aquellos que únicamente lo permiten con fines medicinales.
Tener algún tipo de regulación sobre el mercado parece ser la tendencia en todos ellos. Una postura que a los analistas liberales les parece peligrosa, pero que le marcar el paso al resto de países de la región.
“El control por parte del Estado es un asunto también de salud pública: habría control de calidad de lo que la gente consumirá”, explicó el profesor de la Universidad Nacional, Jean-Jaques Oguilve, estudioso del tema.
Los metanegocios
Pepijn van der Krogt es creador de una startup estadonidense que comercializa un sistema tecnológico para cultivar plantas dentro de la casa, teniendo el control de todo el proceso desde una app en el celular.
“Vamos a expandirnos rápidamente. Ya hay 24 estados aquí, pero México, Canadá, Chile y Alemania darán el paso pronto”, comentó el emprendedor.
Su creciente proyecto presenta lo mejor de los dos mundos: le saca provecho a la legalización de la sustancia, pero no “ensucia el dinero” con transacciones directas por la venta de la planta.
Un dinero que los bancos no pueden recibir porque la ley federal no ha cambiado y sigue siendo una transgresión recibir dinero proveniente de drogas.
En Estados Unidos, el negocio de la planta sigue reverdeciendo al amparo de grupos poderosos que creen en su potencial pero también bajo la crítica de analistas del mercado, quienes aconsejan cautela ante la moda.
“Diría que las startups relacionadas con marihuana tienden a depositar un mayor nivel de riesgo que la típica”, dijo el experto en inversiones del retiro, Walter Updegrave, en CNN Money.
Es una apuesta compleja.
Hacerlo implica tomar caminos alternos para mover el dinero proveniente del negocio, como monedas electrónicas tipo bitcoins , que tampoco están reguladas en el mercado.
Adrián García, socio fundador de Carao Ventures, compañía de “ángeles” que proveen de capital a las empresas costarricenses incipientes de alto potencial, cree que las oportunidades para Costa Rica en este campo son lejanas todavía.
“No creo que presente muchas oportunidades para startups ticos mientras no sea completamente legal aquí, como lo es en Uruguay”, dijo.
Será un mercado que todavía esperará años para ver la luz en el país, pero tomar apuntes no está de más.