La pandemia que ocasiona el virus SARS-COV-2 impone una fuerte presión sobre los flujos globales de Inversión Extranjera Directa (IED), los cuales podrían desplomarse 40% durante el 2020. Lo que significa que caerían por debajo del billón de dólares por primera vez desde el 2005.
Estos datos se desprenden del más reciente Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2020, elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad por sus siglas en inglés).
Latinoamérica no escapa de este panorama y la situación se agrava por el malestar político que se gesta en la región y la pandemia.
La IED mundial renqueaba desde hace un par de años, presionada sobre todo por los aires de proteccionismo de grandes economías. Ahora a este lastre se le debe sumar la recesión causada por la COVID-19.
“El mundo entero está en un proceso de ajuste dados los efectos que ha generado el COVID-19. Esta situación hace que las empresas también deban replantear sus estrategias de negocio y los potenciales movimientos de inversión”, comentó Jorge Sequeira, director general de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).
Costa Rica ya experimentó un primer impacto en el primer cuatrimestre del año cuando se reflejó una disminución en los flujos de IED del 22%, agregó Sequeira.
Tendencia mundial
Pese a que la Unctad prevé una caída del 40% en los flujos globales el panorama aún es incierto y la economía mundial se mueve sobre arenas movedizas.
En la actualidad se da un choque combinado entre la oferta, la demanda y hasta la política, factores que impactarán los flujos de inversión al menos durante dos años.
Para el 2021 se prevé una disminución adicional de la IED entre el 5% y el 10%,. Hasta el 2022 iniciaría el lento camino hacia la recuperación; principalmente por la reestructuración de las cadenas de valor globales que mostrarían mayor resiliencia y la recuperación de la economía mundial.
En Latinoamérica —actual epicentro de la pandemia— se estima que la IED se reducirá a la mitad. Además la situación se agravará por las debilidades estructurales y el malestar político y social, lo que podría llevar a la región a una profunda recesión, según James Zhan, director de la División de la Inversión y Empresa de la Unctad.
Brasil es un ejemplo de la compleja situación que enfrenta la región. El país sudamericano contabilizaba 1.713.160 casos confirmados según la Universidad Johns Hopkins al 8 de julio y lidera, detrás de Estados Unidos, la mayor cantidad de contagios en todo el mundo.
En los últimos meses Brasil enfrentó manifestaciones a favor y en contra del presidente Jair Bolsonaro —por el manejo de la crisis sanitaria—, y el 7 de julio el mandatario confirmó que padece COVID-19.
Ahora bien, el choque actual tendría un impacto diferente sobre las economías. La inestabilidad de los precios del petróleo y la reducción en el valor de las materias primas impactarán más la inversión en Colombia, Brasil, Argentina, Chile y Perú.
Mientras que el Caribe resentirá la crisis por el colapso del turismo y la súbita interrupción de las inversiones en los sectores de viajes y ocio.
Dentro de este contexto adverso también surge una ventana de oportunidad. Tanto Centroamérica como el Caribe podrían ver nuevas inversiones internacionales que les permitirían expandir la producción de equipos médicos, según el estudio de la Unctad.
Costa Rica cuenta con más de 70 empresas dedicadas a las ciencias de la vida, según datos de Cinde.
En este caso el país tiene potencial para el nearshoring (transferir el trabajo a compañías menos costosas y más cercanas) por su ubicación geográfica, la calidad del recurso humano y la zona horaria. Todos estos aspectos son importantes para la toma de decisión de las compañías que deseen realizar ajustes, considera el gerente general de Cinde.
Fuerzas adversas
En los últimos años el clima de negocios enfrentaba el proteccionismo que recorría el planeta.
La administración del presidente Donald Trump, por ejemplo, estimuló la repatriación de capitales y su política fiscal promovió rentas diferenciadas para las empresas que se instalaran fuera de las fronteras estadounidenses, lo que ocasionó una fuerte presión para la IED comentó Rosemary Hernández, directora de relaciones internacionales de la Universidad Nacional.
“La imposición de barreras no arancelarias y arancelarias interrumpió o intervino en los planes de expansión de las cadenas de abastecimiento, antes la producción era deseable y de pronto, producto de las barreras, deja de ser atractivo”, comentó Luis Güell, profesor de Lead University.
Estas tensiones no fueron ajenas para el país. Durante el 2019 Costa Rica logró atraer 44 proyectos de inversión extranjera, de ese total 19 eran empresas nuevas que llegaron a suelo costarricense y 25 fueron reinversiones de compañías que estaban instaladas en el territorio nacional.
Sin embargo, al comparar la cifra del año anterior con la del total de proyectos atraídos en 2018 se evidenció una caída del 8%, pues ese año se habían captado 48 proyectos.
Ahora se suma la pandemia por la COVID-19 y si los países dejan de consumir bienes y servicios, la IED se desacelera.
En Costa Rica los impactos ya son visibles y para el primer cuatrimestre del año los flujos del IED tuvieron una disminución del 22% y en zonas francas del 18%, según datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR) analizados por Cinde.
Paradójicamente las exportaciones de ciencias de la vida se redujeron 28% a mayo de este año, pero esto se explica porque el país no necesariamente exporta insumos necesarios para atender la pandemia. Aquí se producen catéteres o implantes mamarios por citar dos ejemplos.
Pese a la desaceleración las empresas de ciencias de la vida mantienen los empleos y otras compañías han abierto más de 4.700 puestos de trabajo para contratación inmediata o en los próximos seis meses.
La incertidumbre es la fuerza que pone más presión sobre la IED.
“Aún es prematuro hablar de las proyecciones para el 2021, es incierto porque se desconoce la profundidad y duración de la pandemia en Costa Rica, pero más aún, en Estados Unidos y la Unión Europea”, manifestó el gerente general de Cinde.
La IED es vital para el país porque equilibra la balanza de pagos y minimiza las presiones en los mercados cambiarios.