Pasar por encima de todo y ser el mejor de todos no es solo una actitud de Uber: es el significado de su nombre en alemán.
El malestar generalizado de transportistas públicos y gobiernos del mundo no le ha impedido crecer explosivamente durante sus últimos cinco años de vida.
¿Lo hará en Costa Rica?
Sí, es cierto que los taxistas de Francia lograron eliminarlo del mapa hasta que la justicia resuelva, que en Brasil está prohibido y que en los altos tribunales en España lo tienen contra la pared.
Pero también es cierto que, en el salón de la fama, Uber bebe cerveza con los grandes. Google le inyectó $250 millones en el 2013; Microsoft cerca de $1.000 millones y Goldman Sachs unos $1.600 millones hace unos meses.
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Sus reservaciones proyectan triplicarse este año hasta alcanzar los $10.800 millones y los $26.100 millones en el 2016. Forbes calcula que esta empresa vale unos $50.000 millones. Por encima de todo.
La historia
Un cuento reza que Uber nació en una fría noche parisiense del 2008, cuando Travis Kalanick, actual CEO de la compañía, y su amigo Garret Camp trataron de encontrar un taxi en la calle y fallaron miserablemente.
Ese día prometieron que crearían una app de servicios de transporte bajo demanda. O, como le llaman ahora, una plataforma que conecte a pasajeros con conductores.
Los dos amigos, millonarios estadounidenses, estaban en Europa por la conferencia de tecnología Le Web, en busca de su próxima inversión.
Carret recién le había vendido Stumble Upon a eBay por $75 millones y Kalanick había ganado $20 millones por la venta de su segunda start-up a Akamai Technologies.
La primera versión de Uber (UberCab) costó más o menos 1,5 veces lo que un taxi en San Francisco. Comenzó a operar en el 2010 con un gran éxito entre los usuarios, pero muy poco entre los inversionistas.
La mala racha duró hasta que Kalanick consiguió que una amiga suya y una cofundadora de Napster lo nutrieran con $1,5 millones de capital semilla.
De San Francisco brincó a Nueva York, su mayor mercado a nivel mundial, y de allí al resto del mundo. Tres años después, Uber existe en 59 países y más de 250 ciudades en todo el mundo.
Prácticamente en ninguna de ellas ha contado con la venia de los gobiernos y mucho menos con el perdón de los taxistas, pero a Kalanick le gusta esa idea de pelear duro.
“Lo que debimos entender antes es que estamos haciendo una campaña política y que nuestro candidato es Uber”, declaró el empresario a Vanity Fair en diciembre.
¿Por qué nos importa?
El viernes 21 de agosto, Uber también empezó a operar en Costa Rica con una escoba en la mano para sacudirse de las acusaciones.
Su estrategia la mañana de ese día fue autoproclamarse como una “comunidad de autoabastecimiento”.
“¿Comunidad de autoabastecimiento?, ¿qué es eso?”, le preguntamos a los abogados de varios bufetes. De primera entrada, ninguno dio en el blanco.
El término está presente en “varias resoluciones” de la Procuraduría General de la República, dijo Humberto Pacheco a los medios de comunicación.
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Rocío Paniagua, vocera para Latinoamérica de Uber, agregó que haber encontrado este término los tiene “muy contentos” .
La alegría se debe a que en ningún otro país en Latinoamérica habían encontrado una figura ya normada que se ajustara tan bien a sus necesidades como el autoabastecimiento, previamente utilizado por generadores de electricidad para autoconsumo y por las Asociaciones Operadoras de Sistemas de Acueducto y Alcantarillado Sanitario (Asadas).
“Estamos muy contentos... pero no tengo a mano las resoluciones de la Procuraduría” para explicar ese modelo legal en el que van a ampararse las operaciones de Uber en el país, dice Paniagua.
Pacheco contó que la decisión de lanzar el servicio se tomó a las 9 p. m. del jueves anterior, luego de una reunión con el Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Reuniones a las que la vocera califica como muy exitosas aunque las autoridades insisten en que cualquier chofer de Uber será tratado como un pirata.
Sebastián Urbina, viceministro de Transportes, insiste en llamarlos con este nombre y les recuerda que si se los encuentra en la calle, cualquier oficial podrá emitir multas de hasta ¢105.000.
La alegría con la que Paniagua se expresa acerca de la decisión de Uber de inaugurar su servicio el viernes no parece para nada coincidir con las rígidas declaraciones de Urbina. “Estamos muy contentos”, insiste ella. “Son unos piratas”, asegura él.
La elegancia
Arturo Cardoso Pérez es chofer de un automóvil inscrito en Uber en México D. F. desde hace un año y siempre usa corbata.
“Nadie me obliga a andarla, pero lo hago porque lo más importante es el servicio, para que nos califiquen bien”, cuenta vía telefónica el chofer.
Es una idea que la compañía se ha encargado de dejar muy clara entre sus “conductores asociados”, como han bautizado a los choferes que manejan para ellos, pero que no son tratados como empleados.
"Uber es eficiencia con elegancia en la punta. Por eso es que voy a un buen restaurante aunque pague un poco más. Es por la experiencia”, ha dicho Kalanick.
Por encima de todo, ya llegó Uber.