Las fintechs son las nuevas protagonistas del mercado financiero y, a base del aprovechamiento de la tecnología, están poniendo en aprietos a los bancos alrededor del mundo.
En Costa Rica, el crecimiento de este sector es visible pero se ha dado a través de ofrecer servicios a los mismos bancos y a usuarios finales. A pesar de esta evolución, el sector está limitado debido a la falta de regulación y de estímulos como el financiamiento o un espacio de innovación.
Sin embargo, las fintechs tienen buenas perspectivas de desarrollo y el país ofrece ventajas como la alta bancarización, el uso de Internet y dispositivos móviles, y la apertura a innovar.
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Evolución
El concepto fintech se popularizó en la década de los años 90. Surgieron, en esencia, por la necesidad de manejar servicios financieros, como las transacciones de pagos, por medios electrónicos.
No obstante, entraron en escena con más fuerza a partir de la recesión económica del 2008 y crecieron rápidamente al distinguirse de la banca tradicional con una experiencia al cliente más digital, fácil inducción y conveniencia.
Según el estudio World Fintech Report 2021, de las firmas Capgemini y Efma, las fintechs han pasado de la disrupción a la popularización, y ahora buscan el camino hacia la rentabilidad. Durante la pandemia de COVID-19, estos emprendimientos desafiaron la vulnerabilidad y demostraron resiliencia, afirma el reporte.
La actividad de transacciones del sector a nivel mundial tuvo un crecimiento interanual del 11% en el cuarto trimestre del 2020, después de cuatro años consecutivos de descenso.
Además, las fintechs están sumando respaldo de inversores y alcanzando una madurez con una cartera de productos diversa, demostrando ser competidores pero también aliados de los bancos. De hecho, el estudio afirma que la adopción de modelos digitales es ahora una prioridad de los bancos.
Costa Rica no es ajena a esta tendencia. Existe un sector fintech en crecimiento y evolución que principalmente trabaja unido a bancos y otras instituciones financieras, aunque también sirve a usuarios finales.
“Existen y operan empresas de fintech que brindan servicios financieros como apertura de cuentas, billeteras y monedas digitales, tarjetas de débito, transferencias de fondos, pagos electrónicos, entre otros servicios”, comentó Paul Fervoy, presidente de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación (Camtic) y docente de la Universidad Lead.
En la Asociación Bancaria Costarricense (ABC) también conocen esta realidad. María Isabel Cortés, directora ejecutiva de la ABC, aseguró que el ecosistema financiero evoluciona rápidamente, en el que ambos actores han aprendido a convivir. “Se ha desarrollado una relación colaborativa en la que las fintechs aportan escalabilidad y los bancos seguridad”, dijo Cortés.
El país carece de un recuento oficial de cuántas fintechs existen actualmente. En un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del 2019 llamado Fintech en Costa Rica: hacia una evolución de los servicios financieros, el ente contabilizó 25 emprendimientos de esa categoría.
En ese momento, el BID indicó que el ecosistema fintech de Costa Rica se encontraba en un estado inicial de desarrollo, con un número de startups todavía reducido y sin un caso de éxito que sirviera de ejemplo y diera fuerza a la consolidación.
Por su parte, la Asociación Fintech de Centroamérica y el Caribe (Asofintech) aseguró que maneja información que indica la existencia de más de 100 fintechs, aunque solo cuenta con 17 afiliadas. Aun así, la Asociación afirmó que el panorama para las fintechs en Costa Rica es “prometedor”.
“Estamos evolucionando de empresas enfocadas en el desarrollo de alternativas de pago a empresas que están incursionando en préstamos e inversión, ofreciendo servicios cada vez más completos a un consumidor que está anuente, especialmente los millennials, a las partes móviles y tecnologías nuevas”, manifestó Roberto Ponce, presidente de la Asociación.
En eso coincidieron también algunas fintechs costarricenses consultadas por EF, con base en sus experiencias en los años recientes.
Alex Siles, CEO de Snap Compliance, aseguró que desde el 2011 han pasado de ser una herramienta de software limitada al cálculo de matrices de riesgo para prevención de lavado de activos en el sector bursátil a insertarse en sectores como cooperativas, fideicomisos y retail.
Así también ha sido el caso de Masterzon, una fintech que inició en el 2016. A pesar de la pandemia, su crecimiento ha sido “positivo”, según dijo Francisco Ulate, coordinador de Operaciones. Actualmente, cuentan con una plataforma transaccional web en la que se pueden negociar facturas electrónicas y contratos de café para la exportación y han desarrollado la primera casa de cambio digital del país.
Un ejemplo más es Apptividad, que nació en el 2009, enfocada en aplicaciones móviles y que ahora se desenvuelve también en la automatización de procesos e inteligencia artificial. Su trabajo ha evolucionado de la mano de la industria financiera, principalmente, con el desarrollo de apps para objetivos particulares como tiquetes para filas o billeteras virtuales, contó Jennifer Sequeira, site manager de Apptividad.
La pandemia también ha dinamizado a Quarzo, una fintech cuyo producto estrella, llamado Asoexpress, lleva cuatro años en el mercado. Su oferta ha pasado de recargas o pagos de servicios públicos en sitios físicos a realizarlos desde casa, con una gama de proveedores en aumento, comentó Mauricio Carvajal, ejecutivo de proyectos.
A pesar de los avances específicos de cada una de las empresas, el sector en general lidian con la falta de regulación y estímulos que le den a las fintechs el empujón que necesitan para despegar.
Vacíos
“Existe un vacío legal. No hay una ley fintech como en otros países. Las fintechs que operan, lo hacen acompañadas de una entidad financiera, o bien, asumiendo riesgos operativos ante la falta de normativa”, comentó Carlos Meléndez, coordinador del capítulo de fintech de Camtic.
En el estudio del 2019, el BID también dejó ver este aspecto. El ente calificó el marco regulatorio financiero de Costa Rica como “relativamente joven” y señaló la necesidad de fortalecer la supervisión para acoger a otro tipo de empresas más allá de la banca tradicional.
“No han surgido iniciativas específicas que consideren regulaciones concretas para las innovaciones tecnológicas dentro del sector y que, con ello, se regule las fintechs”, expuso el estudio.
Países de la región como Colombia o Argentina cuentan con regulación específica de este tema, mientras que México tiene una ley de fintech propiamente dicha. En otras latitudes, el Reino Unido ha sido uno de los pioneros a nivel regulatorio en esta materia, según el BID.
Además, España ha abierto un sandbox regulatorio, nombre con el que se le conoce al espacio en el que las nuevas compañías pueden testear sus productos, servicios, modelos de negocio y mecanismos dentro de un entorno ‘en vivo’ sin tener que someterse a todos los requisitos normativos. Costa Rica también carece de un espacio así.
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha ablandado su posición sobre las fintechs en los últimos años. En el 2019 comentaron que habían riesgos latentes, pues eran organizaciones “que pudieron haber nacido en cualquier garaje”.
Ante consulta de EF esta vez, el BCCR aseguró que la industria fintech puede aportar “importantes ventajas” para el sistema financiero nacional, pero recordó también que podría acarrear riesgos “en términos de ciberseguridad o estabilidad financiera”, por lo que la institución dijo que mantiene un enfoque de “tolerancia vigilante”.
No obstante, un paso significativo ha sido la incorporación de las fintechs a la plataforma Sinpe del BCCR, efectiva desde mayo del 2018. La integración se da siempre que se cumplan con las regulaciones nacionales vigentes en materia de prevención de legitimación de capitales, financiamiento al terrorismo, financiamiento a la proliferación de armas de destrucción masiva, así como protección de datos y cualquier otra legislación aplicable a los servicios ofrecidos.
Actualmente hay 21 fintechs autorizadas a brindar servicios de pago vía Sinpe, pero 12 de ellas aún están en proceso de activación o en proceso de iniciar operación por esta plataforma.
Esta facilidad es aplaudida por algunas empresas. “Conectarnos al Banco Central era algo impensable. Esa apertura de las instituciones regulatorias ha potenciado el crecimiento del sector”, aseguró Johnny Robles, gerente de Tecnología de Información de Impesa, empresa que nació en el 2013 como un emprendimiento para el desarrollo de tecnología especializada en el sector financiero bancario.
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Para otros, los avances se quedan cortos pues esta incorporación limita su accionar a solamente los servicios de Sinpe, lo que condiciona la capacidad para crear nuevos productos y servicios, expresó Marco Gómez, Services Delivery Director de Novacomp, emprendimiento que actualmente ofrece servicios y productos financieros bajo la modalidad SaaS (Software as a Service).
El Central agregó que está estudiando la posibilidad de crear un centro de innovación que sirva como punto de contacto entre personas, empresas y autoridades competentes con el propósito de ofrecer apoyo, asesoría, comunicación y orientación sobre cómo introducir productos o servicios financieros innovadores.
A pesar de que no existe legislación específica, sí hay leyes que regulan de alguna forma la operación de las fintechs, entre ellas la Ley Orgánica del Sistema Bancario Nacional (1.164) o la Ley de Regulación de empresas financieras no bancarias, del año 1972 (5.044), mencionaron los representantes de Camtic.
Desde la Superintendencia de Entidades Financieras (Sugef) indicaron que no regulan a las fintechs y no tienen registro de las mismas. No obstante, ciertas actividades que desarrollan estas empresas pueden requerir la inscripción ante la Sugef por temas de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo, de acuerdo con la ley 7.786, tal como lo mencionó el BCCR.
“Esta inscripción no es autorización para operar, la Sugef no supervisa los negocios que realizan esos sujetos ni vela por la seguridad, estabilidad o solvencia de esos negocios, ni se supervisan las operaciones ni transacciones que realizan con sus clientes. Las personas que contraten sus productos y servicios lo hacen bajo su cuenta y riesgo”, detalló la superintendenta Rocío Aguilar.
La funcionaria agregó que la Sugef, junto con otras superintendencias e instituciones, estudia el desarrollo y evolución de la industria fintech en el país y en el mundo, lo cual “es un primer paso que nos permitirá prepararnos de una mejor manera para desarrollar un abordaje moderno y efectivo de dicha industria”, dijo Aguilar.
Por su parte, Asofintech manifestó que mantiene una relación cercana con el BCCR y señaló que la adopción y la apertura es lenta y que muy pocas startups han logrado superar las barreras burocráticas y tecnológicas para poder participar de los mecanismos del Banco.
Además, Ponce también apuntó que la financiación sigue siendo un talón de aquiles, pues existen pocos fondos de capital de riesgo disponibles en la región y se dificulta el acceso al capital que permita a las fintech escalar.
“En Costa Rica lo que nos falta es que se termine de definir el Reglamento del BCCR y que se desarrolle un marco legal que permita aclarar cuál es la posición frente a las diferentes instituciones del país”, dijo el presidente de la Asofintech.
Oportunidades a la vista
Carao Ventures es una firma que invierte en startups en su etapa temprana. La empresa tiene experiencia en la aceleración de empresas fintech en el mercado nacional.
Adrián García, socio fundador de Carao, contó que han visto un crecimiento en la oferta de empresas fintech en el país y esperan más hacia el futuro.
“Hay oportunidades enormes de brindar productos y servicios con una oferta de valor diferente y menos burocrática que la existente”, mencionó García.
Costa Rica juega con algunos puntos a su favor como la inclusión financiera, pues se estima que aproximadamente el 70% de la población adulta del país tiene acceso a una cuenta bancaria.
Además, existe una alta penetración a Internet y de dispositivos móviles, así como la disposición por innovar.
La empresa Apptividad posee operaciones en otros países de la región, como México. Su site manager consideró que Costa Rica es un país adelantado por la alta bancarización y educación.
“Tenemos opciones de hacer cosas y la gente es más abierta. (...) Los bancos están entusiasmados por innovar y son más atrevidos”, dijo Sequeira.
La directora de la ABC manifestó que los bancos dedican gran parte de la gestión al cumplimiento regulatorio, por lo que el desarrollo de nuevas estructuras tecnológicas no evoluciona tan rápidamente, limitante que no tienen las fintechs.
“Las fintechs tienen modelos de operación más simples que facilitan los procesos y la innovación”, aseguró Cortés.
El BID también resaltó en su estudio del 2019 varias características del país: las capacidades tecnológicas y la situación geográfica, además de la necesidad de la industria financiera para hacer frente a sus principales retos mediante la innovación estaban propiciando una evolución rápida del sector.
Para Impesa, no obstante, quedan pendientes temas como acceso a débito directo y los cambios en la normativa que, admiten, llevan tiempo.
Hasta tanto no se superen estos obstáculos, el sector fintech no podrá desplegar su potencial.