Los costarricenses trabajamos actualmente más horas con respecto a antes de la pandemia por un salario real menor. Este ha sido uno de los golpes más duros que ha recibido el mercado laboral costarricense, que si bien muestra signos de recuperación, todavía acarrea cicatrices sobre la piel dos años y medio después de que inició la crisis sanitaria.
A primera vista hay buenas noticias que se empobrecen al ponerlas en contexto. Por ejemplo, los salarios nominales han mostrado una recuperación con respecto a la contracción sufrida durante el 2020: para mayo de 2022 registraron un incremento interanual del 7,8%, sin embargo la escalada inflacionaria borró ese avance al contraer el salario real en 1,3% en términos interanuales. Es decir, aunque los costarricenses reciben un mayor salario, su poder adquisitivo es menor, pues los aumentos son insuficientes para compensar la inflación.
Además, este encarecimiento generalizado solo ha subido desde entonces: para el pasado julio se registró un incremento en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 11,48%, el más alto desde el mismo mes de 2009.
Lo curioso es que los salarios reales habían recuperado su nivel prepandémico en julio del 2021, pero posteriormente volvieron a disminuir y a mayo del 2022 se ubicaron 4,1 puntos porcentuales por debajo del nivel registrado en febrero del 2020 ante las presiones inflacionarias del presente año.
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La disminución de los salarios reales de los trabajadores, más un alto nivel de desempleo incidirían en el menor dinamismo del consumo privado previsto para los próximos meses. Estas son conclusiones tomadas a partir del último Informe de Política Monetaria del Banco Central de Costa Rica (BCCR), este se presentó el 27 de julio y en él se encuentra un mercado laboral que trata de levantarse pero que todavía muestra demasiadas banderas rojas como para cantar victoria.
Las banderas rojas
Una de cal y otra de arena. Así podría resumirse la situación laboral del país. Se podría celebrar que se regresó a los niveles de desempleo previos a la pandemia —lo cuales en un momento se duplicaron—, pero el festejo tendría que estar contraído y señalado por dos asteriscos: primero, porque antes de la pandemia Costa Rica ya tenía de por sí una tasa de desempleo peligrosamente alta y, segundo, porque la recuperación se ha dado en un contexto de menor participación laboral.
En el segundo trimestre del 2022, la tasa de desempleo abierto se ubicó en 11,7%, 0,8 puntos porcentuales por debajo del primer trimestre del 2020, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). El retorno a los niveles prepandémicos, desde los valores máximos registrados en julio del 2020, tardó alrededor de 22 meses.
No obstante, durante ese mismo periodo, el mercado laboral parece haberse reducido en términos de su participación. Antes de la crisis sanitaria habían 1,45 millones de personas fuera de la fuerza de trabajo, para el segundo trimestre del 2022 ese número aumentó a 1,65 millones. Además, la tasa de participación neta se ha estancado alrededor del 60% desde octubre del 2020.
Según diagnostica el BCCR, la menor participación laboral puede ser reflejo de varios factores, entre ellos el envejecimiento poblacional y el retiro anticipado de algunos trabajadores ante cambios en los sistemas de pensiones, el recargo de labores de cuido en las mujeres y el retiro de trabajadores de la fuerza laboral ante largos periodos de desempleo, entre otros.
La tasa de subempleo también se ha reducido con respecto a la prepandemia, pasó de 12,4% a un 9,5%. Esta reducción podría explicarse porque los costarricenses ahora trabajan más horas semanales que antes de la crisis sanitaria. A mayo, se registra un total de 42,7 horas efectivamente trabajadas por semana, mientras que en febrero del 2020 este indicador era de 39,3 horas. Si se compara este dato con el de mayo del 2019 (para evitar diferencias por posibles factores estacionales), el aumento es de 3,1 horas.
Este incremento en horas tiene factores positivos y negativos. El positivo tiene que ver, como se mencionó antes, con un menor subempleo: la cantidad de personas que trabajaban hasta diez horas por semana y de once a 20 horas se redujo en comparación con mayo de 2019, empero en una economía donde se aumenta el ingreso per cápita tienden a reducirse también las horas trabajadas, pues los hogares tienden a depender menos de sus salarios mientras que otras fuentes de ingreso cobran relevancia. Además, a mayor ingreso, menor es la dependencia de destinar horas adicionales.
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El Banco Central considera que es posible que la implementación del teletrabajo y la inherente reducción en los tiempos de transporte de los trabajadores haya favorecido el incremento en las jornadas laborales.
Ante una inflación galopante, una desaceleración de la actividad económica y medidas de política restrictivas para atenuar el encarecimiento, al mercado laboral no le será fácil bajar esas banderas rojas.