Costa Rica recibió este 22 de octubre una noticia aparentemente positiva. La tasa de pobreza nacional al fin cayó por debajo del 20% (se ubicó en un 18%) y la de pobreza extrema bajó del 5% (hasta un 4,8%). Son cifras que no se veían desde hace 15 años y que representan reducciones de 3,8 y 1,5 puntos porcentuales en la comparación con las mediciones del año pasado.
Hablamos de 63.000 hogares a los que ahora les alcanza su ingreso mínimo para satisfacer las necesidades básicas; así como de otros 26.000 hogares que salieron del grupo conformado por quienes ni siquiera pueden costear la canasta básica alimentaria.
El presidente Rodrigo Chaves calificó los datos como “unos tapabocas inmensos” para los críticos de su administración. Asimismo, aseguró que evidencian el trabajo de su gobierno para usar mejor los recursos escasos.
Sin embargo, economistas e investigadores advierten de que los datos no permiten llegar a interpretaciones así de conclusivas y que, por el contrario, la reducción habría sido impulsada por un aumento en los ingresos de los hogares difícil explicar y que no parece corresponderse con una economía especialmente pujante o marcada por más ayudas sociales.
Cuestiones estadísticas, la inflación negativa o hasta la actividad del narcotráfico y del crimen organizado son algunos de los múltiples factores mencionados en las últimas semanas para intentar darle una explicación a los datos. Las hipótesis abundan, y la confusión también.
Los datos
La caída en los indicadores de pobreza se vieron respaldados en dos factores principalmente.
Por un lado, por el aumento del ingreso promedio de los hogares de un 6,7% a nivel nacional. Por otro, por la reducción de las líneas de pobreza, que usualmente suben pero este año cayeron al registrarse una inflación negativa.
En 2023, la línea de pobreza fue de ¢129.038 para hogares urbanos y de ¢99.537 para hogares rurales. Ambos umbrales cayeron a ¢127.324 y ¢98.673 este 2024: una disminución pequeña, pero disminución igualmente.
El aumento en el ingreso promedio de los hogares se registró principalmente en las regiones Brunca (21%), Pacífico Central (17,9%) y Huetar Caribe (11,2%); en donde los promedios crecieron por encima del indicador a nivel nacional y por montos de entre ¢80.000 y ¢141.000 mensuales.
A nivel nacional, el aumento de los ingresos fue de un 6,7% (muy superior al 2,5% de 2023) y la mitad del mismo correspondió a ingresos por salarios.
Otro 50%, sin embargo, se debió a factores como “ingresos autónomos“ (ingresos laborales independientes) y ”otras transferencias", las cuales incluyen “valores no declarados” y “transferencias no monetarias”.
Todos estos datos se desprenden de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), cuyos resultados fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) el 22 de octubre.
La hipótesis oficialista
El Gobierno de la República celebró los datos como un triunfo de su gestión.
“Ha sido trabajando, y trabajando muy duro, como lo hemos logrado”, aseguró la ministra de Desarrollo Humano e Inclusión Social, Yorleny León, este 23 de octubre. Su reacción ocurrió durante el acto de divulgación de informaciones que realiza la Presidencia de la República en Casa Presidencial todas las semanas.
Según dijo, su cartera ha desarrollado esfuerzos para atender prioritariamente a las personas más vulnerables y para que los programas sociales cubran principalmente a los hogares “realmente pobres”.
A las explicación de León se sumaron las razones del presidente Chaves.
El mandatario aseguró que la situación se debe al crecimiento de la economía nacional, a la inflación negativa, a la caída del desempleo y al aumento de la formalidad laboral; así como a una mejor utilización de los recursos públicos.
Dudas
Las declaraciones provenientes del Poder Ejecutivo chocan contra dos realidades.
Por una parte, no existe un crecimiento excepcional de la economía del país ni de los puestos de empleo a nivel nacional; y, al mismo tiempo, la inversión social del Estado más bien se ha venido reduciendo o se ha contenido en los últimos años.
Según la economista Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN), hablamos de una situación distinta a la del período 2007-2008: la última vez que se registraron niveles de pobreza y pobreza extrema tan bajos.
La académica recordó que en 2007 se acumulaban dos años consecutivos con un crecimiento económico superior a 7%, una creación de 100.000 puestos de trabajo y una tasa de participación superior al 60%.
Estos datos son sustancialmente superiores a los de la actualidad.
Hasta junio pasado, el crecimiento económico del país apenas sobrepasaba el 4% interanual y solo se registraban 3.500 personas ocupadas más que hace dos años. Además, la tasa de participación laboral se ubica en un 57,2%.
En materia de desempleo, por otra parte, el número de personas que buscan trabajo y no lo encuentran cayó en la mayoría de regiones del país entre junio de 2023 y junio de 2024. Pero la población ocupada creció en porcentajes inferiores al 4%. En otras palabras, se creó alguna proporción de empleo, pero otra mayor porción solo dejó de buscar trabajo.
LEA MÁS: El IVM camina rumbo a la insolvencia y su cobertura no alcanza, ¿hay soluciones?
Morales considera que el contraste es claro. “En el 2007 también fue cuando empezó a operar el programa Avancemos, que empezó a dar una transferencia monetaria a las familias más pobres junto con un ajuste a las pensiones del Régimen No Contributivo (RNC)“, recordó. “Eso tuvo un efecto fuertísimo sobre los primeros deciles de ingreso; pero esa no es la situación hoy, cuando más bien tenemos menos recursos para la inversión social, recortes en becas y no hay programas grandes o novedosos en implementación, aunque hay que reconocer que el IMAS está haciendo un esfuerzo por canalizar mejor esas ayudas”.
Las observaciones de Morales son similares a las que sostienen otros investigadores como el también economista Andrés Fernández, quien señaló en un reciente artículo de opinión publicado por el periódico La Nación que una buena parte de la disminución de la pobreza “pareciera no estar explicada por condiciones del mercado laboral”.
En esa línea, Fernández recordó que las proyecciones que el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica con base en el comportamiento del mercado laboral indicaban hasta mayo que sí era esperable una disminución de la pobreza, pero solo de un tercio de lo finalmente observado.
¿Entonces cuáles otros factores podrían explicar el resto de la disminución? Existen al menos tres puntos de partida, según Morales.
Por un lado, la muestra de la Enaho es muy pequeña en algunas regiones del país y eso aumenta la variabilidad de las estimaciones, según la investigadora. Por otro, en este 2024 se presentó una situación inusual con la línea de pobreza (los montos mínimos para salir de esa condición); los cuales decrecieron en lugar de subir, por la inflación negativa.
Asimismo, se dio el ya citado incremento de los ingresos de los hogares, con una alta incidencia de los ingresos por “otras transferencias”, cuyo origen es difícil de rastrear.
“Este es un rubro que ha venido creciendo en los últimos años y muestra un cambio muy abrupto entre 2023 y 2024. Podría ser que haya un rubro ahí aumentando y al que haya que prestar atención″, subrayó la economista.
Según el INEC, el concepto de “otras transferencias” es amplio. Recoge factores que van desde pensiones alimenticias hasta remesas, ayudas de otros miembros de la familia o hasta de organizaciones privadas, entre muchos otros.
Hipótesis oscuras
Sin embargo, el muestreo de la Enaho habría sido similar al de años pasados y la caída en las líneas de pobreza fue pequeña. Por eso, la mayoría de dudas e hipótesis alternativas recaen sobre el aumento de los ingresos de los hogares.
Según el economista Gerardo Corrales, el aumento de más de ¢70.500 en el ingreso mensual promedio de los hogares puede sonar a un número pequeño; pero, si se extrapola el dato a nivel nacional, multiplicándolo por el número total de hogares en el totales, estaríamos hablando de una cifra mucho más alta.
Puntualmente, si se multiplican los 1,8 millones de hogares por el incremento promedio de sus ingresos, entonces hablamos de unos ¢128.500 millones mensuales adicionales en la economía costarricense, sin que exista una explicación clara de su proveniencia, más allá de algún mayor dinamismo en sectores como el turismo y la construcción en los últimos meses.
Al respecto, Corrales se dice preocupado de que pueda existir una influencia en estos datos de la actividad del narcotráfico y el crimen organizado, cuya actividad ha escalado en muchos de los cantones de las zonas que registran mayores crecimientos del ingreso de sus hogares.
“Si mis elementos oficiales económicos y macroeconómicos no me justifican estos incrementos de ingresos, entonces debería preguntarme de dónde están viniendo”, comentó en una entrevista con el programa Hablando Claro, que se transmite a través de radio Columbia. “ Simplemente planteo una hipótesis, porque los expertos en seguridad nos dicen que las actividades delictivas mayores se están dando precisamente en las regiones Brunca, Pacífico Central y Huetar Caribe", subrayó.
El ingreso promedio de los hogares en las regiones Brunca, Pacífico Central y Huetar Caribe subió en proporciones de 21%, 17,9% y 11,2% en el último año, según la Enaho. Hace solo un año las variaciones eran de 0,3%, -8,7% y 1% para los mismos territorios y los economistas consultados no identifican mayores cambios en sus estructuras económicas o productivas.
El aumento en el ingreso, sin embargo, puede incidir directamente en la caída de la pobreza; pero también puede no hacerlo. Esto pasa porque, a pesar de que los ingresos promedio pueden subir, ese aumento puede corresponder a los hogares más pobres o a los más adinerados, por separado o en conjunto.
Por ejemplo, la tasa de pobreza sí cayó en las regiones Pacífico Central y Huetar Caribe (en 3,9 y 4,1 puntos, respectivamente), en línea con el aumento de los ingresos; pero en la región Chorotega la tasa se mantuvo exactamente igual que en 2023.
La ministra y presidenta del Instituto Mixto de Ayuda Social (Imas), Yorleny León, catalogó como “ofensivos” y hasta “mezquinos” los señalamientos de que el crimen organizado podría estar contribuyendo al aumento en los ingresos; sin embargo, según Corrales, se trata de una duda razonable.
En una reciente entrevista con EF, el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Randall Zúñiga, constataba que las organizaciones criminales encuentran cada vez más facilidad para “reclutar” a personas en condiciones de pobreza o vulnerabilidad, que se han quedado fuera del radar de atención del Estado por la falta de inversión o por otros motivos políticos.
“Cuando usted tiene zonas descuidadas o abandonadas a nivel social, jóvenes que no siguen en la escuela o en el colegio, sin programas de interés social, y si no hay trabajo formal, surgen los problemas (...) Las personas que no terminan de estudiar, que no tienen trabajo formal, que ya crecieron, y que necesitan mantenerse de alguna forma se decantan por trabajar en cuestiones informales y una de estas, evidentemente, es el narcotráfico", indicó.
A pesar de las sospechas, la investigadora Natalia Morales aboga por la cautela.
Desde su punto de vista, “evidentemente” hay influencia del narcotráfico y el crimen organizado en el país, pero eso “difícilmente se logre capturar en una encuesta de hogares" o se traduzca en una alta reducción de la pobreza como la vista, al menos por sí sola. Tampoco, señaló, es demasiado probable que una persona con actividades ilícitas responda adecuadamente a una medición de ingresos.
“Sí puede ser que algunas de las familias que viven alrededor de esta actividad estén recibiendo alguna ayuda monetaria que se capte de manera indirecta, pero no lo sabemos; entonces atribuirle la caída de la pobreza al narco me parece una teoría muy conspirativa", señaló. “Puede haber algún efecto de eso, pero no hay forma de demostrarlo y tampoco es algo que sea del todo nuevo en el 2024″.
Reordenamiento de años
Emilio Aras, exministro de Desarrollo Humano durante el gobierno del expresidente Luis Guillermo Solís, comparte la preocupación por la fuente de ese aumento en los ingresos de los hogares.
No obstante, señaló que existe otra posible vertiente de análisis: los cambios aplicados desde hace una década para enfocar mejor las ayudas sociales y repartirlas de mejor manera, como la instauración del Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (Sinirube) o la ficha única de información social digital.
“Cuando en el año 2016 construimos el Sinirube, con el apoyo del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, teníamos claro que más o menos en una proyección de ocho a 10 años íbamos a empezar a ver resultados del reordenamiento", aseguró. “Hablamos de políticas que disminuyeron las filtraciones; es decir, que una misma familia pudiera recibir dos o más beneficios en una misma dirección“.
Según Arias, sin embargo, el gobierno ciertamente debería despejar las dudas y dar a conocer si existen otros factores adicionales que expliquen la mejoría de los ingresos, como alguna focalización de becas o un comportamiento atípico en la creación de pymes.
Detrás de los datos estadísticos también está la interrogante de si las caídas serán sostenibles o no con el paso del tiempo, y de si realmente significan una mejoría en la calidad de la vida de las personas.
“No pareciera que esta baja esté relacionada con factores reales, sólidos o sostenibles. No quiero sacar una ‘bolita de cristal’, pero no parece ser una cuestión relacionada con el empleo y los hogares mantienen ingresos muy inestables, con mucha variación y que, ante cualquier contracción o aumento de precios, podrían caer en la misma condición de antes. Puede ser que muchos de esos 63.000 hogares que salieron de la pobreza ni siquiera lo noten, porque sus condiciones de vida no son muy distintas a las que tenían un año atrás; aunque tampoco se debe quitar mérito a una baja que es importante y que ojalá sea sostenible. Lo que vemos aquí es un desafío de investigación importante“, concluyó Morales del PEN.