Sobre el papel, la economía irlandesa, con sus bajas tasas impositivas, tiene mucho que perder con el acuerdo mundial sobre la fiscalidad de las multinacionales. Pero en realidad, según expertos interrogados por la AFP, podría no salir tan perjudicada.
El jueves, 130 países cerraron un acuerdo “histórico” sobre la imposición a las multinacionales que incluye un impuesto mínimo sobre beneficios de, al menos, el 15%. Irlanda no firmó este texto impulsado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo EConómicos (OCDE).
Este organismo considera que el pacto permitirá generar $150.000 millones adicionales de recaudación fiscal, adaptar el sistema de tasación a la economía moderna y reforzar las financias públicas diezmadas por la crisis del coronavirus.
El ministro irlandés de Finanzas, Pascal Donohoe, dijo "apoyar en conjunto" el acuerdo, pero mostró "reservas" que lo llevaron a no adherirse al acuerdo.
Desde 2003, Irlanda mantiene un impuesto de sociedades del 12,5% que le ha permitido acoger la sede europea de una serie de empresas estadounidenses como gigantes tecnológicos y farmacéuticos, cuyos beneficios se dispararon durante la pandemia
Un modelo “más sostenible”
A ojos de ciertos analistas, su economía es muy dependiente de multinacionales como Facebook, Apple y Google.
De hecho, solo diez empresas generaron el 51% del impuesto de sociedades recaudado en Irlanda en 2020.
El Tesoro espera perder 2.000 millones de euros anuales ($2.373 millones) a partir de 2025 si esta tasa mínima entra en vigor.
Según investigadores de Oxford Economics, la reforma de la OCDE convertiría Irlanda en uno de los países más endeudados, a la vez que combate las perturbaciones causadas por la salida de su vecino Reino Unido de la Unión Europea.
Pero existe margen de maniobra para Irlanda, como prueba el hecho de que los servicios financieros hayan quedado fuera del acuerdo, algo que favorece al Reino Unido.
"Cada país puede utilizar su poder de negociación para obtener exenciones para los pilares de su economía. Irlanda trata de maximizar su poder de negociación aguantando y haciendo presión a nivel europeo", señala la profesora de economía Lucie Gadenne, de la universidad de Warwick.
"El modelo de paraíso fiscal de Irlanda le ha sido muy útil, pero a lo mejor debe transitar hacia un modelo económico más sostenible", añadió.
Preocupación exagerada
Según John FitzGerald, del Trinity College de Dublín y excomisario del banco central irlandés, los temores de su país son exagerados.
Él "no ve motivo" para no adoptar la reforma "si los Estados Unidos la aplican", aunque advierte que su presidente Joe Biden todavía debe convencer a los republicanos contrarios en el Congreso.
"Ninguna empresa podría beneficiarse saliendo de Irlanda si la tasa del 15% está en todos lados, con lo que mejor quedarse en Irlanda y pagar", razona FitzGerald a la AFP.
Incluso, señala que "si Estados Unidos aplica la regla, Irlanda podría encontrarse con más ingresos".
La baja fiscalidad no es el único atractivo de Irlanda, que también cuenta con una población bien formada, anglófona y sólidas infraestructuras.
"Los empleos se quedarán aquí porque hay las competencias, las inversiones en capital, el capital físico, esto no puede desplazarse fácilmente. No veo ninguna implicación a largo plazo para el modelo irlandés", añade FitzGerald.
Además, la ruta hasta la implementación del acuerdo es larga: todavía hay negociaciones pendientes, entre ellas un encuentro de ministros de Finanzas del G20 en Italia este mes, y discusiones políticas en el Congreso estadounidense y en el seno de la UE.
“No será hasta que tengamos los detalles técnicos que podremos evaluar el impacto”, indica Emer Mulligan, de la escuela de negocios J.E. Cairnes School de la Universidad Nacional de Irlanda.