La compañía Intel, que tiene en Costa Rica su única fábrica en la región latinoamericana, está a la expectativa de lo que puede traer la Chips Act, como se le conoce a la ley que promulgó el gobierno de Estados Unidos en 2022 con el objetivo de acelerar la investgación, el desarrollo y la producción de semiconductores en su territorio.
Esta ley dispuso $500 millones en el Fondo Internacional de Innovación y Seguridad Tecnológica (ITSI, por sus siglas en inglés), dirigidos a países fuera de EE. UU. para fortalecer la cadena de suministro de semiconductores, lo que está avivando una carrera entre países latinoamericanos por captar parte de los recursos.
En julio del 2023, el Departamento de Estado de EE. UU. anunció que Panamá se convirtió en el segundo país de la región en el que el Gobierno de Joe Biden puso sus ojos para ser socio en la industria de semiconductores. El primero fue Costa Rica, noticia que trascenció seis días antes. A esta lista se han unido Vietnam, Indonesia y más recientemente Filipinas.
Desde la perspectiva de dos ejecutivos de la filial de Intel en Costa Rica, la operación visualiza oportunidades pero también amenazas ante la posible llegada de más empresas de semconductores al territorio nacional, algo que podría suceder si finalmente el país es escogido para recibir parte de esos recursos del Chips Act.
La visión de Intel
La cara positiva de la moneda para Intel es que los posibles fondos del Chips Act podrían traer al país empresas proveedoras de la compañía que actualmente se ubican en Asia.
La dependencia de ese continente sigue siendo alta, no solo para Intel, sino también para otras corporaciones de tecnología. Corea, Taiwán o Japón son el origen de muchas de las materias primas esenciales para los semiconductores y otros dispositivos.
La expectativa de Intel es que Costa Rica sea capaz de atraer fondos para el desarrollo de talento humano que ayude a mejorar el suministro de semiconductores desde Costa Rica y la región, lo que podría beneficiar a la formación en instituciones académicas, la creación de becas para universitarios, entre otras ideas.
“Esto significa que hay más oportunidad para que compañías como Intel sigan viendo a Costa Rica como un sitio en el cual desarrollarse (...). Si viene otra compañía de semiconductores, ¿qué es lo que va a pasar con los centros académicos? Van a empezar a generar más talento”, indicó Timothy Scott, director de Asuntos Gubernamentales en entrevista a EF en el marco del Intel Tech Tour, un evento que la empresa hace anualmente en alguna de sus fábricas durante el que abre sus puertas a medios de todo el mundo. Este año el tour se realizó en Costa Rica por primera vez.
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Scott considera que el país debe trabajar a la mismo tiempo tanto en traer nuevas operaciones como en formar talento. La capacidad de formar graduar ingenieros es uno de los puntos que la empresa valora como una posible amenaza.
Ileana Rojas, gerenta general de Intel Costa Rica y vicepresidenta global de Ingeniería de Diseño, enfatizó en que encontrar ingenieros es uno de los principales retos de la empresa. La compañía necesita con urgencia más profesionales en ingeniería de hardware, ingeniería de software y, preferiblemente, con experiencia en semiconductores, una característica que es difícil conseguir en vista de que esta es una industria poco presente en América Latina.
“Entre más vayamos avanzado en la cadena de valor más gente con experiencia vamos a necesitar”, precisó Rojas.
Para paliar esta situación, Intel ha habilitado diferentes programas. Uno de ellos permite que estudiantes con al menos dos años de carrera completa pueden trabajar hasta 36 horas semanales con flexibilidad para continuar con los estudios.
Esta compleja búsqueda de trabajadores calificados podría agravarse en una escena local con más empresas de semiconductores.
“Si viene otra empresa de semiconductores, ¿dónde va a encontrar la experiencia? No tiene que fijarse mucho. Eso es una amenaza”, aseguró la gerenta.
Por eso, Intel está haciendo esfuerzos para retener talento, pero también trabaja con otros actores, como la academia, para generar más personal y colabora en la creación de los currículos universitarios.
Otros factores como la mayor demanda de semiconductores prevista para esta década, en buena parte por la inteligenica artificial, significan una ventana de crecimiento para la corporación.
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Aunque la operación local no tiene anuncios de expansión de infraestructura o de planilla en este momento, sigue trabajando en la inversión de los $1.200 millones dada a conocer en 2023, con el objetivo de apoyar a Costa Rica en la ruta de la innovación y el desarrollo tecnológico, así como mantener las operaciones actuales preparadas para el desarrollo de productos de última generación en el campo.
La operación actual de Intel en Costa Rica es la más compleja de sus 27 años de presencia en el país, no solamente en virtud de sus procesos y productos, sino también en que sus 3.300 empleados representan la mayor planilla que ha tenido la sede local de la multinacional estadounidense.
“Es la operación más compleja porque es el momento de los 27 años en que tenemos operaciones grandes en tres centros de excelencia distintos (...) Los servidores más complejos los estamos produciendo aquí en Costa Rica”, puntualizó Rojas.