El ingreso promedio mensual de los trabajadores costarricenses sufrió un duro revés con la pandemia de COVID-19. El indicador llegó a caer un 8,26% interanual en noviembre de 2020 y apenas ahora se recupera de esa caída.
Sin embargo, la inflación de los últimos dos años –al alza principalmente en los últimos meses– es un factor que merma la recuperación y provoca un rezago persistente.
El ingreso promedio de los trabajadores, que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), se llegó a estimar en ¢422.400 mensuales en el trimestre móvil de septiembre a noviembre de 2020. Ese fue el registro más bajo para cualquier mes de noviembre desde el año 2014, sin traer los registros pasados a valor presente. Al traer los salarios promedios a valor actual, no existen registros similares desde 2010 (inicio del recuento oficial).
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El ingreso promedio mensual por trabajador subió en los últimos 12 meses registrados y alcanzó los ¢462.400 mensuales en noviembre pasado (la estimación más reciente disponible hasta la fecha).
Ese número es un poco mayor que el del mismo período de 2019; sin embargo, es todavía más bajo si se contempla la inflación. Si se trae a valor presente el registro de 2019, se evidencia una brecha que persiste de ¢14.600, en promedio.
En otras palabras, las personas ganan casi lo mismo en términos nominales; pero en términos reales pueden consumir menos con los mismos recursos.
Por actividad
La recuperación del ingreso promedio, sin embargo, es diferente entre los diversos sectores de la economía.
Mientras algunos como la industria manufacturera ahora contratan a más personas que en 2019 y sus trabajadores reportan mejores niveles de ingreso; otras actividades como los hoteles y los restaurantes, el transporte y el almacenamiento, o la construcción todavía contratan a menos personas y estas dicen recibir peores niveles de remuneración, también en promedio.
Asimismo, están los sectores que todavía emplean a menos personas que en 2019 pero cuyos trabajadores dicen recibir mejores remuneraciones en promedio, como aquellos empleados por los hogares; o viceversa, como las comunicaciones o el comercio y las reparaciones.
La coordinadora de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del INEC, María Luz Sanarrusia, explicó que las caídas en los ingresos promedio suelen presentarse en sectores con más elasticidad para la reducción en remuneraciones, como las actividades profesionales.
También ocurre más fácilmente en aquellas con fuentes de empleo que varían con el tiempo y condiciones coyunturales, como las relacionadas como el turismo o la construcción (deprimidas en los últimos meses).
“Hablamos de actividades que dependen del flujo (de trabajo) o de si (las personas) trabajan a tiempo parcial o total”, explicó la funcionaria. “Por eso en cuestiones como agricultura hay mayor estabilidad”.
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Impacto en grupos
La reducción en los ingresos promedio ocurre en todos los niveles de ocupación, pero no en todas las posiciones del empleo.
Si se comparan los registros más recientes con los del mismo período de la prepandemia (traídos a valor presente), las personas ocupadas con calificación alta experimentaron una reducción real de sus ingresos del 5,2%; las personas con una calificación media, del 6,4%; y las personas con una calificación baja, del 3,55%.
Las personas con calificación media representan a una mitad de la población ocupada en la actualidad, a pesar de que también es el grupo que sigue más afectado en diminución de puestos de trabajo. Hoy las personas ocupadas con este nivel de calificación son un 11,7% menos que hace dos años.
En cuanto a los ingresos promedio por posición del trabajo, los ingresos promedio de las personas asalariadas se mantienen estables en términos reales. Este sector, sin embargo, disminuyó en un 4,2% de sus trabajadores entre noviembre de 2021 y el mismo momento de 2019.
El promedio de ingresos sí cayó drásticamente entre empleadores. La caída para ese sector fue de 23,12% en los últimos dos años y de un 10,5% para trabajadores por cuenta propia.
“Los trabajadores que mantuvieron su empleo en 2020 fueron principalmente los más formales”, valoró Sanarrusia. “Estos tienen más condiciones y garantías que se reflejan en su nivel de ingreso, como la seguridad social. Por otra parte, hay empleos parciales o temporales, y otras actividades, que no se recuperan todavía”.
En el mercado laboral actual, las personas asalariadas son un 72,4% de los trabajadores, los trabajadores por cuenta propia son un 23,4% y los empleadores un 3%. Todos los grupos incluyen formalidad e informalidad.
El resto de trabajadores que contempla la encuesta no son remunerados, sino auxiliares.
Estancamiento histórico
La reducción en los ingresos promedio provocada por la pandemia y de la que persiste un rezago por inflación se suma a otra realidad de los salarios en Costa Rica: su estancamiento estructural.
Traídos a valor presente, los ingresos mensuales promedio del trabajador costarricense eran de ¢507.800 en noviembre de 2010. 11 años después, la estimación es de ¢462.400 (unos ¢45.400 menos).
En un estudio sobre el mercado laboral costarricense, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advertía sobre cuestiones como el incumplimiento del salario mínimo ante los altos niveles de informalidad.
“El progreso para fortalecer el cumplimiento tiene que ser parte de una estrategia exhaustiva contra la informalidad (como se menciona más adelante), pero también se requieren inspecciones de trabajo más efectivas y más intensas en actividades formales e informales”, decía el texto publicado en 2017.
La organización también señaló que como Costa Rica ofrece salarios mínimos relativamente altos en comparación con el resto de la OCDE, se podría dificultar la inclusión de grupos vulnerables en el sector formal, con todo lo que eso acarrea en términos de garantías laborales.
La situación, explicó Sanarrusia, ciertamente es muy distinta para personas asalariadas y no asalariadas.
“Muchas de las personas, un 72%, son asalariadas y al ser asalariadas se rigen por los salarios mínimos y sus aumentos, con ingresos que se mantienen y se ajustan por inflación. Sin embargo, en el empleo informal muchas veces los salarios son menores y eso también tiene que ver”, puntualizó.
Además de estos factores, también se debe considerar que los salarios del sector público se encuentran congelados. Esto ocurre por una norma establecida en la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (9.635), de aplicación obligatoria, cuando la deuda pública del país supere el 60% del PIB.
“Todo tiene que ver un poco, es un asunto que reúne a muchos factores”, concluyó Sanarrusia.