El hidrógeno ‘verde’ es una industria que poco a poco toma relevancia en el mundo y que intenta abrirse camino en Costa Rica, un país que cuenta con un ambiente propicio para su producción, por su alta disponilidad de fuentes de energía limpias y de agua; pero que también tiene obstáculos para su impulso, por cuestiones como el costo de la electricidad.
¿De qué se trata? La industria del hidrógeno ‘verde’ es parte del mercado energético.
El hidrógeno no es un fuente de energía en sí mismo, pero sí sirve como combustible. Se obtiene a través de procesos de electrólisis; es decir, de la ruptura de moléculas del agua que se divide en hidrógeno y oxígeno, a través de electricidad, para generar y almacenar energía.
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Cuando esa primera electricidad se genera a partir de energía renovables, entonces hablamos de hidrógeno ‘verde’. El hidrógeno también puede ser ‘marrón’ cuando usa como fuente primaria el carbón o ‘azul’ cuando emplea algunos hidrocarburos (con captura de emisiones), entre otras variantes.
Según el ingeniero, astronauta y presidente de la empresa Ad Astra Rocket, Franklin Chang, el hidrógeno es uno de los elementos más abundantes en el planeta y el que más energía puede contener por kilogramo, solo por debajo de las fuentes nucleares. Esto lo hace sumamente atractivo para eliminar la mancha ecológica de industrias como el transporte de carga y de pasajeros.
Por eso, el hidrógeno ‘verde’ se estudia como una alternativa para eliminar, al menos en parte, la dependencia de los combustibles fósiles.
En Costa Rica, la producción de hidrógeno ‘verde’ es apenas modesta. Ad Astra Rocket desarrolla proyectos relacionados desde hace más de 10 años a pequeña escala. No obstante, el ingeniero Chang reconoce que las condiciones actuales de mercado costarricense desincentivan su generación industrial.
Apenas viable (por ahora)
La producción de hidrógeno requiere altas cantidades de electricidad, más allá del solo proceso de electrólisis. La compresión del gas, su almacenamiento y su transporte implican otras pérdidas de energía y, por ende, costos de producción adicionales.
A eso hay que sumarle que, como el hidrógeno ‘verde’ se produce a partir de energías limpias preexistentes, el precio de la electricidad inicial tiene una mayor incidencia en su costo final; y ese es un problema en Costa Rica y en muchas otras naciones del mundo.
En eso coinciden el ingeniero Franklin Chang; el consultor de movilidad sostenible de la Fundación Costa Rica- Estados Unidos para la Cooperación (Crusa), Édgar Rivera; y el director ejecutivo de la Asociación Costarricense de Productores de Energía (Acope), Mario Alvarado.
También existen inversiones en maquinaria y construcción que resultan costosas y, según algunos actores interesados, estas podrían ser menos cuantiosas si existiera un impulso decidido por parte del Estado para la industria del hidrógeno.
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Uno de esos actores es Rivera, quien señaló en una reciente audiencia legislativa que un grupo de cuatro inversores (Fundación Crusa, Ad Astra Rocket, Grupo Purdy e Invermaster) trabaja en la instalación de una planta de producción industrial de hidrógeno, y determinó que los costos son “muy elevados”.
Hizo principal énfasis en el precio de la electricidad, que representa hasta un 65% de los eventuales costos operativos del proyecto.
Esto hace que el rendimiento de la iniciativa apenas supere su punto de equilibrio en las condiciones actuales y que, según Rivera, el interés de los inversionistas en este momento sea “la posibilidad de que la escala mundial aumente y permita bajar los costos” en el futuro.
Según dijo Chang, en una reciente entrevista para La Nación, el problema de las tarifas de electricidad es “artificial”, pues el costo de la producción eólica o solar es más barato del que finalmente cobra el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) a sus clientes. Esto incentiva aún más el impulso de generación distribuida, según dijo.
Según Mario Alvarado, de Acope, el sector privado podría ofrecer precios mucho más competitivos de su producción eléctrica, para la producción de hidrógeno, siempre y cuando se le permita.
Para eso, dijo, “no se ocupan cosas excepcionales o especiales”, sino que “solo habría que eliminar una gran cantidad de trabas” y generar “un mercado en el que la gente pueda transar entre productor y consumidor directamente” para reducir el costo de operación.
También dijo que el país debe analizar sus ventajas y sus desventajas competitivas con otras naciones. Desde su punto de vista, así como el hidrógeno es un vector eléctrico, el desarrollo de hidrógeno ‘verde’ será un vector de desarrollo económico para las economías mundiales que encuentren ese tipo de claves.
Además de los costos de producción, Franklin Chang asegura que la industria del hidrógeno aún no escala a su máximo potencial de mercado y que, tal como ocurre con cualquier tecnología novedosa, sus costos bajarán conforme pasen los años.
También consideró que aún no existe total consciencia del costo sanitario y natural de los combustibles fósiles, lo cual, tarde o temprano, implicará un valor agregado para el hidrógeno ‘verde’.
Legislación
Otro reclamo de los eventuales productores costarricenses es que el país tenga un plan nacional de hidrógeno ‘verde’, según Rivera. El país no cuenta con uno que oriente la producción nacional, como sí la tienen otros países de la región como Chile o Colombia, según reclama.
No obstante, en la Asamblea Legislativa sí camina una iniciativa que busca impulsar esta actividad productiva.
Se trata del proyecto de ley para la promoción e implementación de una economía de hidrógeno verde en Costa Rica (22392), que impulsa el diputado Erwen Masís, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
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Este proyecto recién empezó su período de audiencias en la Comisión de Asuntos Agropecuarios y de Recursos Naturales del Congreso, y busca declarar “de utilidad pública” la investigación, la producción y el consumo industrial de hidrógeno.
También plantea girar una serie de incentivos fiscales y propicia trámites expeditos, por hasta 20 años, para las empresas que participen en la industria de manera directa. Además, pide que la Autoridad Reguladora de Servicios Público (Aresep) fije tarifas especiales diferenciadas para el consumo eléctrico que se destine a productores de hidrógeno, entre otros beneficios.
Rivera consideró ante los diputados que analizan el proyecto que este es un buen punto de partida, aunque también indicó algunas recomendaciones con las que considera podría mejorarse.
Según el proponente Masís, los incentivos son esenciales para impulsar una nueva tecnología, así como brindar “seguridad jurídica” a quienes invierten en la materia.
Rivera también es coordinador del proyecto ‘Alianza por el Hidrógeno’: una iniciativa que hoy reúne a 22 organizaciones industriales interesadas, incluidas las estatales Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) e ICE.
Las instituciones estatales y el Gobierno, a través del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y demás dependencias, actualmente colaboran en distintos programas que estudian el potencial de esta industria en Costa Rica.
Realmente verde
El mundo vuelve sus ojos al hidrógeno; sin embargo, el 95% de las 120 millones de toneladas que se producen anualmente a nivel internacional proviene de fuentes que no son limpias, según una reciente publicación del diario español El País.
Según explicó a EF el ingeniero en control automático y automatización industrial de la Universidad de Costa Rica (UCR), José David Rojas, para que una producción de hidrógeno realmente sea sostenible debería utilizar energía eléctrica que usualmente se desperdicia.
Explicó que, como el proceso ya de por sí implica pérdidas de energía, usar energía solar o eólica hace que “el proceso duela menos”.
Según el ingeniero, esto es factible, pero también requiere altas inversiones y cierto impacto ambiental, como siempre ocurre con cualquier actividad humana. “Nunca se puede hace una tortilla sin huevo, algo tiene que romperse”, aclaró.
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Sylvia Larrea, Esteban Echeverría y William Ernest, especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recientemente publicaron un artículo sobre la oportunidad que que representa la industria del hidrógeno ‘verde’ para Costa Rica, en medio de un contexto internacional que se pone metas de carbono neutralidad para las próximas décadas y que ya tiene mercados de CO2, que imprimen costos adicionales a las industrias por sus emisiones.
Según redactaron, Costa Rica se puede convertir en un exportador de hidrógeno y aprovechar también su producción para descarbonizar el transporte pesado y de largas distancias: uno de sus principales contaminantes.
“El hidrógeno verde representa una oportunidad de innovación para Costa Rica, de desarrollo de infraestructura, de nuevas aplicaciones y desarrollo de capital humano y puede posicionar al país como un pionero de este vector energético a nivel mundial, permitiéndole desarrollar nuevos mercados, empleos verdes e ingresos para el país”, concluyeron.
El camino; sin embargo, ya está plagado de posibles competidores. La carrera por el hidrógeno ya agrupa a las principales potencias mundiales y Costa Rica deberá analizar los objetivos de su estrategia si quiere sumarse formalmente.