El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) ha sido protagonista en este año tan particular por varios temas: las normas NIIF, la renegociación de la deuda y la expansión de su red de carga para vehículos eléctricos, por mencionar algunos.
El crecimiento del teletrabajo y el consecuente abandono temporal de edificios educativos y de oficinas provocó un reajuste en la demanda eléctrica del país. Además, hubo más necesidad de conexión a Internet más rápido y estable en muchos hogares, y el ICE tuvo que responder a dicho reacomodo.
Sumado a eso, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) solicitó este mes una rebaja en las tarifas eléctricas del ICE que, en principio, no llenó las expectativas de representantes del sector empresarial, pues es uno de sus principales reclamos para la reactivación económica.
EF conversó con Hazel Cepeda, gerente general de la institución, para conocer el estado de las finanzas del ICE al cierre del 2020, los nuevos negocios y los proyectos para el año venidero.
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Al cierre de este año tan particular, ¿qué balance hace usted sobre las finanzas del ICE?
—Ha sido un año muy positivo para el Instituto, Pese a las circunstancias sanitarias. La eficiencia fue lo primero que nos definimos al arranque del 2020, en lograr poner al Instituto en mejores condiciones de eficiencia, entendiendo esto ser mejores con menos recursos. Eso implicó hacer una revisión de todos los procesos institucionales, que nos ha permitido, al cierre de este año, lograr cerca de ₡118.000 millones menos que en el pasado destinamos ya sea para gastos o para inversiones. Y eso sin afectar los dos servicios esenciales: el servicio eléctrico y el de las telecomunicaciones.
Y hubo un reto en particular de conectividad de los hogares a Internet que este año…
—Uno de los principales objetivos era hacer un diagnóstico a profundidad del negocio de telecomunicaciones para determinar qué estaba sucediendo y qué soluciones tenemos que poner para lograr mejorar la conectividad de fibra óptica y los tiempos de atención y respuesta. Logramos bajar los tiempos de respuesta este año en un 50%, aun nos falta mejorar una brecha importante, pero bajar el tiempo entre que un cliente pide un servicio y este se le instala es importante por todo lo que está detrás: la coordinación, la logística, los insumos, los inventarios, los recursos...
Otro de los temas es que logramos alcanzar una cobertura de más del 40% a nivel de conectividad de fibra óptica.
La implementación de las normas NIIF causó que tres proyectos pasaran de gastos de operación a gastos financieros. Esto en parte influyó en la decisión de la Aresep de solicitar una rebaja, ¿cuál es su posición sobre este tema y qué impacto tendría dicha rebaja en las finanzas del ICE?
—Nosotros arrancamos el 2020 con un porcentaje de implementación de las normas superior al 95%. La brecha que nos quedaba tenía que ver con los arrendamientos y los esquemas de operación de algunas plantas.
Efectivamente la implementación de las normas implica un cambio en la forma en que se ve la información financiera de cualquier empresa que las adopte. En el caso del ICE sí tiene sus efectos en el flujo de caja que hemos venido valorando. El propósito del Instituto es que vamos a cerrar el 2020 con la adopción al 100% de las normas.
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Las NIIF no son las que bajan la tarifa per se, es la suma de muchas acciones relacionadas con los temas de eficiencia. Eficiencia en la venta de activos no estratégicos, entendiendo vehículos y propiedades, en ser más agresivos en la venta de energía eléctrica en el mercado centroamericano, en ser mucho más finos en los procesos de análisis de la demanda eléctrica y la capacidad de planta instalada propia y la de terceros, donde tomamos algunas decisiones de no renovación de contratos de energía eléctrica; en proseguir trabajando con procesos para que el personal se acoja a la movilidad laboral voluntaria. En la suma de los dos años estamos cerrando con 500 funcionarios que se han acogido a eso, lo que implica un ahorro extraordinario en los recursos de nómina.
Otro tema que va a tener sus efectos en la tarifa es la renegociación de la deuda del Reventazón. Esta deuda exige una cantidad importante de recursos, cerca de $227 millones que renegociamos. Nuestro principal objetivo va a ser entrarle con cirugía mayor al tema de la deuda para el 2021, tenemos grandes vencimientos, sumado a seguir con la eficiencia en las operaciones y potenciar nuevos negocios.
¿Cómo se trabaja en esa cirugía?
—El ICE tiene una enorme experiencia por haber colocado en mercados internacionales, parte de eso representa el orden de $500 millones que vencen en el 2021. Gran parte de nuestra deuda se tiene con la banca costarricense, Banco Popular y Banco Nacional, que optaron por acompañar al ICE en esa renegociación. Tenemos bancos multilaterales como el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que han estado de la mano con nosotros trabajando y en seguimiento a la calidad de la deuda del ICE. Esos son los acreedores del con los cuales el ICE tiene que seguir renegociando su deuda que no tiene una relación directa con la deuda del gobierno.
Con todas estas medidas, ¿podrían entonces presentarse otras rebajas el próximo año?
—La Aresep cambió la forma de fijación tarifaria. Antes el Instituto pedía una tarifa, hoy no, sino que entregamos toda la documentación que sirva de base para que la Aresep, en el marco de sus competencias, haga la fijación respectiva. Nosotros dentro de nuestros escenarios tenemos una expectativa, y por ninguna circunstancia nos oponemos a una rebaja. Estamos convencidos de que es un elemento fundamental para la reactivación económica. Sin embargo, tenemos que manejar un equilibrio para poder continuar con un servicio esencial y pagar las obligaciones financieras que el ICE ha adquirido.
Hablando sobre nuevos negocios y la búsqueda de nuevos ingresos para el ICE, ¿cómo está el tema de la generación distribuida? ¿Cuál será el papel del ICE para el próximo año?
—Bueno, el ICE ya ha manifestado su posición, el análisis técnico que ha hecho, y estaremos a la espera de las decisiones que las distintas instancias tomen para darle continuidad a las acciones en la generación distribuida en el país. El ICE, por lo pronto, se ha manifestado en sus competencias técnicas, en cuanto a diferentes criterios sobre esta normativa y este cambio y esperaríamos respetuosamente que sigan evolucionando los pasos siguientes.
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La electromovilidad ha sido otro tema importante. El ICE ha reforzado este año su red de carga eléctrica, ¿qué expectativas tienen para el 2021?
—El 2020 generó mayor prudencia en algunos procesos. Nosotros esperamos que con la reactivación económica empiece nuevamente a abrirse esa disponibilidad porque el apetito existe, es decir, cada vez vemos más vehículos circulando por nuestras carreteras bajo modelos eléctricos en donde sabemos que el nivel de eficiencia es impecable. Vamos a entrar posiblemente en proceso de negociación e invitación a los diferentes interesados en darle ese servicio a sus clientes porque evidentemente este no es un tema que el ICE pueda manejar solo, es un tema país: el sector transporte, el gobierno, las municipalidades. Estamos brincando a otro nivel que es el transporte público y va a ser muy interesante ver los datos que estas tres unidades que están recorriendo el país nos den para poder seguir en este proceso.
Hemos trabajado en seguir impulsando la movilidad eléctrica a través de la instalación este año de una flotilla de cargadores eléctricos en diferentes puntos del país, puesto que cada vez más el costarricense adopta esta tecnología como medio de transporte.