Toda jornada electoral deja ganadores, perdedores, crisis y, en este caso, partidos en “cuidados intensivos”.
Los resultados, los bajos porcentajes de apoyo y la concentración de los votos en cinco fuerzas políticas se convierten en una fuerte señal para Costa Rica: el adiós del bipartidismo.
Los resultados del domingo provocaron un terremoto en el tablero político nacional y ocasionaron que las fichas se desplazaran en diferentes direcciones.
En el bando de los perdedores, Liberación Nacional (PLN) registró su peor actuación en 65 años de historia. Sí, incluso peor que la renuncia en 2014 de su entonces candidato Johnny Araya en plena segunda ronda contra el actual presidente Luis Guillermo Solís.
El Frente Amplio también sale disminuido pues pasará de contar con nueve diputados en este gobierno a tener solo a José María Villalta como su voz en Cuesta de Moras.
En el otro extremo ideológico, también perdieron. El Movimiento Libertario se adjudicó su segundo nivel más bajo de apoyo tras cinco campañas electorales y quedó fuera de la Asamblea Legislativa por primera vez desde 1998.
Entre los ganaodres está el PUSC que logró recuperarse en apoyo presidencial y en la Asamblea Legislativa. Un resultado muy diferente al que algunos le auguraban tras los procesos electorales de 2006 y 2010.
Además, se fortalecieron fuerzas políticas modestas como el Partido Restauración Nacional (PRN) -que registró un ascenso meteórico en la recta final-, el Partido Integración Nacional (PIN) y el Partido Republicano Social Cristiano (PRSC).
LEA MÁS: Estas son las principales propuestas de Fabricio Alvarado
Entre las tres agrupaciones se repartieron 798.609 votos y ayudaron a bajar el umbral para que el oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC) se metiera en segunda ronda con 439.000 votos, su segunda cifra más baja desde 2002.
El bipartidismo se despide
Se viene gestando desde hace años. La irrupción del PAC en 2002, la caída política del PUSC propiciada por los casos Caja-Fischel e ICE-Alcatel y la falta de líderes políticos que convenzan al electorado en el PLN desde 2014, sirvieron la mesa para que finalmente el bipartidismo se despida del escenario político costarricense.
El PUSC y el PLN verán por televisión la segunda ronda electoral del domingo 1.° de abril. Sus líderes estarán llenos de preguntas ese día y para volver al protagonismo político de otrora, tendrán que hallar las respuestas.
La elección de 1998, ganada por Miguel Ángel Rodríguez del PUSC, fue la última jornada en la que los dos partidos con mayor trayectoria política del país dieron sus golpes de autoridad reflejados en la cantidad de votos.
En ese entonces, el PUSC obtuvo 652.160 votos (el 46,96%) y su acérrimo rival, el PLN, logró 618.834 sufragios (para el 44,56%). Las otras fuerzas políticas que participaron se repartieron niveles de apoyo muy bajos, aunque en el panorama ya apareció el primer diputado evangélico electo por el Partido Renovación Costarricense (PRC), Justo Orozco.
LEA MÁS: Sector empresarial solicita certeza y diálogo a candidatos presidenciales
Para 2002, el bipartidismo persistó, pero empezaba a verse amenazado por el surgimiento del PAC, encabezado y fundado por Ottón Solís, un disidente liberacionista, quien puso la ética y la lucha contra la corrupción como el estandarte del -entonces- incipiente partido.
En esa elección, nuevamente triunfó el PUSC guiado por Abel Pacheco, quien obtuvo un total de 590.277 votos (38,58%) frente a los 475.030 sufragios (31,05%) logrados por el PLN. Acción Ciudadana dio un golpe fuerte con 400.681 votos (26,19%) y 14 diputados en la Asamblea Legislativa.
Tras el gobierno de Pacheco y la crisis socialcristiana ocasionada por los escándalos de corrupción, el PUSC se vio debilitado de forma inédita y se hundió a niveles críticos de apoyo del 3,55% en 2006 y 3,88% en 2010. Mientras tanto el PAC se consolidaba como la segunda fuerza política, por detrás del PLN.
En medio de ese clima social, el Movimiento Libertario logró consolidar crecientes niveles de apoyo electoral entre 2006 y 2014. Su cúspide la alcanzó en 2010, cuando se dejaron 399.788 votos que representaron el 20,92% y se tradujeron en nueve escaños en el Congreso.
Las cosas cambiaron, al abanico político se sumó el Frente Amplio en 2006, que para 2014 logró sus mejores resultados electorales con José María Villalta como candidato presidencial quien se dejó 354.076 votos y se convirtió en la tercera opción por detrás de Luis Guillermo Solís, del PAC y Johnny Araya, del PLN.
En las votaciones del domingo cinco agrupaciones se dejaron el 67% de los votos, y se repartieron 54 curules.
La caída del Movimiento Libertario
Aunque a lo largo de este artículo se han dado algunas pistas de la crisis libertaria, vale la pena dedicar un pequeño capítulo a este fenómeno político.
En febrero del 2016, su fundador y máximo líder, el dos veces diputado Otto Guevara, anunció que era tiempo de hacerse a un lado para dar paso a nuevas generaciones y también sostuvo la tesis de "repensar" el Movimiento Libertario para transformarlo de cara a las exigencias políticas del futuro.
Tras una convulsa convención interna celebrada el 16 de julio del 2017, no sucedió nada de lo que Guevara había anunciado. Ni se hizo a un lado, ni transformó a su partido.
De hecho, la diputada libertaria, Natalia Díaz Quintana, quien intentó dejarse la candidatura presidencial libertaria, terminó por darle la adhesión al liberacionista Antonio Álvarez Desanti.
En noviembre del 2017, la Sala III confirmó la sentencia por estafa contra el Movimiento Libertario por cobrar ¢209 millones al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), por 194 capacitaciones que nunca existieron, luego de las elecciones del 2010.
Los magistrados penales mantuvieron en firme la sanción contra el Ronald Alfaro, extesorero del Movimiento Libertario y la obligación del partido de pagarle al TSE un total de ¢309 millones.
Mientras esto sucedía, el Movimiento Libertario buscaba dinero para financiar la campaña presidencial de Otto Guevara y para buscar algunas curules en la Asamblea Legislativa, donde figuraban aspirantes como Danilo Cubero, exdiputado y actual presiente de la agrupación.
LEA MÁS: ¿Cuáles son las implicaciones de ir a segunda ronda?
El capital político no le alcanzó a Guevara quien obtuvo apenas 1,02% de los votos y quedó muy lejos del 4% necesario para cobrar deuda política al TSE.
Es así como el partido que abanderó a los liberales del país y que logró casi 400.000 votos en 2010, con nueve diputados, ahora experimenta un inminente fracaso con cero curules en Cuesta de Moras.
A los malos resultados políticos se le deben sumar las dificultades económicas, ya que este partido acumula deudas por el orden de ¢500 millones, según indico su tesorero, Carlos Herrera.
La peor derrota del PLN
Ni en sus peores pesadillas el PLN vaticinó una derrota tan certera como la que se gestó el pasado domingo 4 de febrero.
Luego de salir bastante herido de la contienda electoral del 2014, donde Johnny Araya abandonó su campaña de cara a la segunda ronda, era difícil pensar en una actuación más crítica por parte del partido con mayor solidez que ha tenido Costa Rica en casi siete décadas.
Bajo la candidatura de Antonio Álvarez Desanti, Liberación Nacional apenas se adjudicó 378.000 votos (18,62%) y vio, en primera fila, como un partido inexperto y con mucho menos recursos económicos como lo es Restauración Nacional, le arrebató Limón, Guanacaste y Puntarenas.
De hecho, la cantidad de votos totales que obtuvo Álvarez Desanti es mucho menor a los 431.438 liberacionistas que acudieron a las urnas en abril del 2017 para elegir al candidato presidencial de ese partido.
No obstante, el elector todavía confía en el PLN para llevar a sus candidatos a la Asamblea Legislativa. Los verdiblancos tendrán la fracción más numerosa con 17 legisladores, uno menos que en el actual periodo y la misma cantidad que tuvo en 2002.
Los bajos niveles de apoyo registrados por los candidatos presidenciales del PLN en 2014 y 2018, ponen sobre la mesa el tema del liderazgo en ese partido. ¿Por qué los electores quiebran el voto para apoyar a los diputados liberacionistas, pero no respaldan a sus candidatos presidenciales?
También es cierto que el surgimiento de otras opciones políticas como Juan Diego Castro en el PIN, Rodolfo Hernández en el PRSC y Fabricio Alvarado en el PRN, le "robaron" votantes al PLN.
La oportunidad y la sombra
No cabe duda de que Fabricio Alvarado fue el candidato que vio la oportunidad y la aprovechó.
En los registros de datos del TSE no existe un antecedente como el que provocó el Partido Restauración Nacional (PRN), que pasó de ser un grupo político con un solo diputado y sin posibilidades reales de ganar la primera ronda, a dejarse la jornada electoral con poco más de medio millón de votos y el 24,91% del apoyo.
Su crecimiento en la intención de voto fue meteórico, de eso dieron cuenta las últimas dos encuestas publicadas antes del día de las elecciones, por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR.
El resultado fue aún más sorpresivo. Fabricio sacó al PLN de Guanacaste, Puntarenas y Limón -en esta última provincia barrió en los seis cantones-. Además le quitó Alajuela al PAC.
Alvarado aprovechó la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) sobre la obligatoriedad de Costa Rica de garantizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, para autoproclamarse ante el electorado como el "candidato que defiende la familia".
A su oferta se sumó la oposición a los programas de educación para la afectividad y sexualidad impulsados por el MEP y la propuesta de sacar a Costa Rica de la Corte IDH.
La discusión electoral se redujo a estos temas y el PAC se convirtió en la antítesis del candidato de Restauración Nacional, bajo los conceptos conocidos por quienes le dieron el voto a Solís hace cuatro años.
Carlos Alvarado, reconocido por representar la tendencia progresista del PAC, reafirmó sus intereses de velar por la igualdad de derechos para la comunidad LGBTI, las políticas de lucha contra la pobreza y el cambio climático.
El tema fiscal pasó muy de lejos en la campaña, mientras el Banco Central anunciaba que el déficit financiero llegará al 7,1% del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2018 y alcanzará un peligroso nivel del 7,9% de la producción nacional para 2019.
En la sombra queda el Frente Amplio que llega con un único diputado, José María Villalta y con números que apenas le dan para cobrar deuda política.
Pese a la experiencia de Villalta, el próximo plenario legislativo tendrá menos fracciones que al actual y una dinámica de negociación por bloques. Lo que le obligará a buscar alianzas estratégicas.
El golpe para el Frente Amplio fue certero. Pasó de ser la tercera fuerza electoral en 2014 con 9 diputados, a ocupar una modesta octava posición en la preferencia de los electores con apenas un legislador.
Mientras el ajedrez político se mueve y los partidos buscan alianzas para sumarse a la propuesta política de Restauración Nacional o Acción Ciudadana de cara a la segunda ronda, ahora los votantes se enfrentan a varios escenarios, todos ellos inéditos para Costa Rica.