El candidato presidencial del partido Nueva República, Fabricio Alvarado, propone llevar el impuesto al valor agregado (IVA) del 13% al 9%.
Así aparece en la página 53 del plan de gobierno de la agrupación política llamado “Plan Esperanza para la nueva república del siglo XXI”, disponible en el sitio web de la candidatura.
El IVA, que es la evolución del antiguo impuesto de ventas, se cobra actualmente sobre todos los bienes y servicios que se adquieren en territorio nacional. Aunque la tasa es del 13%, existen tasas diferenciadas, como por ejemplo para los productos de la canasta básica que tienen una tarifa reducida del 1%.
Con la entrada en vigencia de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (9.635), conocida como reforma fiscal del 2018, se amplió la base sujeta al IVA, pues se incluyeron servicios que, hasta entonces, estaban exentos.
La propuesta de Alvarado se menciona en solo un párrafo del plan de gobierno: consiste en reducir, de manera transitoria, el IVA a un 9%, mediante el impulso al proyecto de ley número 22.013.
Dicho proyecto de ley propone la reducción por un período de un año a partir de la entrada en vigencia de la ley.
El argumento del partido es que con la rebaja del IVA se promovería el consumo y la reactivación económica, y se generaría más dinamismo en la economía, mientras que la recaudación se mantendría o aumentaría, según asegura la agrupación.
¿Es posible?
EF consultó a un grupo de especialistas de economía e impuestos para conocer sus criterios sobre la viabilidad de esta propuesta.
Francisco Villalobos, socio de ICS y exdirector de Tributación, mostró sus dudas sobre si la reducción promovería un aumento del consumo y planteó la pregunta de cómo se llenaría en caso de que el cambio provoque un hueco en las finanzas del Estado.
Además, recordó que la propuesta requiere de reformas en la Asamblea Legislativa, por lo que se necesitarán acuerdos; de lo contrario, esta y otras propuestas similares no tendrán éxito.
Para la economista Gloriana Ivankovich, la reducción del IVA al 9% “no parece factible”, pues la propuesta carece de evidencia que demuestre que una rebaja así tendrá efecto sobre la demanda suficiente para compensar la baja en el tributo.
“Las variaciones temporales tienden a tener mayores efectos sobre los gastos de capital de las personas y empresas que sobre los gastos corrientes, por lo que podría significar un adelanto de gastos y no necesariamente un aumento”, explicó Ivankovich.
En línea similar, el economista José Manuel Salazar externó que la idea “no es adeacuada” por dos razones: no es fiscalmente viable y no cumpliría el objetivo de reactivar la economía.
Según Salazar, con ese cambio reduciría la recaudación por concepto de IVA en un monto equivalente a 1,36% del PIB, lo cual es especialista consideró una “reducción masiva de ingresos tributarios”.
Además, el economista mencionó varios argumentos por los que la propuesta no se traduciría en reactivación. Uno de ellos tiene que ver con que investigaciones internacionales han demostrado un mayor impacto en la dinamización de la economía cuando se hacen reducciones de tasas de IVA altas.
“La evidencia de los estudios internacionales comparativos sugiere que la propuesta de reducir el impuesto al valor agregado a un 9% por un año sería inefectiva. Es interesante enfatizar, como punto técnico, que la misma evidencia empírica sugiere que subir la tasa de IVA en países donde estas tasas son relativamente bajas tampoco tiene un efecto contractivo o desestimulador de la actividad económica”, explicó Salazar.
Costa Rica cuenta actualmente con uno de las tasas de IVA más bajas entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y América Latina, pues en países como Argentina o Uruguay supera el 20%.
Una alternativa al bajar el IVA es ampliar la base imponible, es decir, la cantidad de servicios y productos sujetos al impuesto, o aplicar la misma tasa a todos por igual.
Esa es la consideración de Juan Muñoz Giró, economista y docente de Economía Empresarial de Lead University.
Para Muñoz, impuestos con tasas bajas pero bases imponibles amplias podrían darle un impulso a la economía.
“Las ventajas de tasas impositivas bajas se orientan a una menor evasión, menor elusión y menores costos de transacción y de pérdida de bienestar personal”, aseguró el economista.
Sin embargo, los cuatro coincidieron en la preocupación por una posible baja en la recaudación, lo que agravaría la ya delicada situación fiscal del país.
Por ello, para Villalobos la propuesta debería sustentarse con modelos de impacto recaudatorio, mientras que Muñoz propuso mejorar la idea en dos líneas: que la disminución sea permanente y que se incorporen más mercancías y servicios en la base imponible.
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