A inicios de la campaña Alvarado recibía un mínimo porcentaje de apoyo -incluso menor al margen de error- en las encuestas, sin embargo, su candidatura dio un giro de 180 grados el martes 9 de enero, cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) respondió una opinión consultiva que polarizó a la sociedad costarricense.
Esta coyuntura le dio, a tres semanas de las elecciones, el apoyo del sector conservador que busca una reconciliación nacional y que se sintió atraído por su discurso. Tras el fallo muchos ciudadanos hicieron una pausa y volvieron su mirada a la figura de Restauración Nacional: el diputado, el predicador, el cantante, el defensor de la vida y de la familia de acuerdo con las ordenanzas bíblicas.
Tan solo tres semanas fueron suficientes para que el candidato se convirtiera en el nuevo fenómeno de la campaña -desplazando a Juan Diego Castro- y pasara a liderar las encuestas. Su ascenso bastó para que el precio de los bonos soberanos de Costa Rica (eurobonos), que caían desde noviembre, bajaran a un nivel mínimo no visto en los últimos ocho meses, después de que el Centro de Investigación de Estudios Políticos (CIEP), mostrara al candidato en primer lugar en la intención de voto.
A cuatro días de las elecciones, esa encuesta lo ubicó nuevamente en el primer lugar, con el 17% de una débil intención de voto. En este ascenso coyuntural, Fabricio no ha brindado mayores detalles del equipo de trabajo que lo acompañaría en un eventual gobierno.
Fabricio asegura que “es una irresponsabilidad nombrar un gabinete antes de ser electo” y señala que algunos círculos quieren saber por adelantado con “cuáles personas tendrán que tratar en procura de mover sus intereses”.
Pero más allá de su rápido ascenso, Fabricio enfrentará la verdadera prueba este domingo 4 de febrero, cuando conozca con certeza, si realmente logró conquistar con su discurso al sector más conservador de la sociedad costarricense.
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