La derrota electoral frente al demócrata Joe Biden está muy lejos de marcar el ocaso del poder del controversial presidente estadounidense Donald Trump, quien hasta el momento se niega aceptar los resultados.
La incógnita sobre el futuro papel del mandatario se concentra en su relación con los miembros más tradicionales del partido republicano.
Figuras republicanas como Mitch McConnell, líder de los republicanos en el senado, y el exprecandidato Marco Rubio defendieron tanto el conteo de votos como el derecho de Trump a buscar recuentos e investigar denuncias de supuestas irregularidades.
Otras figuras del partido como el senador Lindsay Graham de Carolina del Norte y Ted Cruz de Texas, se muestran más beligerantes y le endosan los buenos resultados del partido en las elecciones legislativas a los seguidores del mandatario.
En EE. UU. cada estado es el encargado del conteo de los votos en sus territorios y se rigen por sus propias leyes electorales, pues el país carece de un ente central como sucede en Costa Rica con el Tribunal Supremo de Elecciones.
Conforme los estados van entregando sus resultados, los medios de comunicación realizan proyecciones y declaran un ganador, aunque la declaración oficial la realiza cada estado a inicios de diciembre y luego se revisa en el Congreso en los primeros días del siguiente año.
“Si por la víspera se saca el día y con base en los tuits de la noche del martes, uno imaginaría que esto no se va a quedar así. Trump va a insistir ante las cortes que correspondan”, opinó Sergio Araya, politólogo y analista.
Desde la noche de las elecciones, el pasado martes 3 de noviembre, el presidente Trump ha expresado por medio de sus redes sociales su intención de acudir a la Corte Suprema para detener el conteo.
“No va a ser fácil ese proceso de desapego para el presidente Trump, pues sus expectativas eran continuar en el gobierno”, comentó Ronald Alfaro, politólogo del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.
Expectativas que mantiene el mandatario estadounidense, quien aun no parece dispuesto a concederle la victoria a Biden ni a invitarlo a la Casa Blanca, un gesto que ya es tradición en EE. UU. como paso inicial la transición presidencial.
“Esta ha sido la elección más litigada en la historia de Estados Unidos, incluso antes de que se realizara la elección, y ese va a ser el principal recurso de Trump para protestar en contra de un resultado que no le favorezca”, afirmó Tatiana Benavides, politóloga y analista costarricense radicada en EE. UU.
Una renovación profunda
Más allá de lo que se pueda ver estos próximos días y semanas posteriores a las elecciones, el partido republicano queda marcado por cuatro años de una presidencia mediática y polémica.
Durante los últimos cuatro años, los republicanos han dejado ver algunas fisuras internas en torno a las posturas del presidente y sus comentarios en redes sociales sobre distintos temas. Sin embargo, en términos generales el mandatario ha logrado mantener el control y la unidad de los republicanos tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.
Además, algunas figuras tradicionales y más mesuradas han salido del partido.
“A través de los años el partido republicado ha ido perdiendo figuras moderadas como (John) McCain (quien falleció en 2018) y otras figuras que eran más abiertas a la negociación”, comentó Benavides.
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En este contexto, los analistas consultados por EF coinciden en que el partido debe pasar por un proceso de renovación y reconfiguración, que puede tomar tiempo.
“El partido republicano está llamado a renovarse, tiene que hacer conciencia de la importancia de reflejar en mayor medida la diversidad de la sociedad estadounidense”, acotó Benavides.
El partido republicano ha mantenido estos años un apoyo importante de sectores más conservadores, obreros y rurales, aunque también algunas minorías se han sumado, entre ellas una parte de la comunidad latina en estados como Florida.
Esto es muestra de que la sombra del trumpismo puede persistir en el electorado, según los analistas.
Con Trump en la Casa Blanca se exacerbó la crispación social que ya venía desde años antes. Paralelamente, el presidente logró consolidar una base fuerte de seguidores a lo largo y ancho del país.
“Con el panorama de esa manera también el partido republicano va a reinventarse, entraría en un proceso de recomposición por ver quién se adueña de ese liderazgo”, comentó Alfaro.
¿Trump 2024?
Por tradición en Estados Unidos los expresidentes suelen apartarse de la vida pública una vez concluida su administración.
Sin embargo, la mayoría de ellos han ocupado los dos periodos en la Casa Blanca a los que tienen derecho según el marco legal estadounidense. Ese no sería el caso de Trump en caso de que sea derrotado por Biden.
La enmienda 22 a la Constitución de Estados Unidos establece que nadie podrá ser presidente en más de dos periodos, sin embargo no establece un marco de tiempo para esos dos periodos.
Aunque existe la posibilidad legal, sería una movida poco ortodoxa. De esas que le gustan a Trump. Solo existe un antecedente histórico: Grover Cleveland, quien fue reelecto de manera no consecutiva.
El presidente tendría la posibilidad de volver a presentarse como candidato dentro de cuatro años con 78 años de edad, apenas uno más que los 77 que suma su rival demócrata en este 2020.
A su favor tiene su músculo electoral, su habilidad para usar las redes sociales y su poder sobre sectores del establishment republicano.
“Habrá que ver cuáles sectores del partido republicano van a prevalecer, creo que va a haber una reorganización grande”, opina Benavides.
Sin embargo, el trumpismo podría continuar con los hijos del presidente. Los analistas no descartan que Ivanka Trump pueda tener aspiraciones políticas más ambiciosas.
La hija del presidente ha tenido un papel protagónico dentro del círculo cercano de Trump. Participó en la Convención Republicana de agosto y encabezó algunos actos de campaña en los que realizó encendidos discursos contra Biden y los demócratas.
También en la lista podría estar Donald Trump Jr., el hijoprimogénito del mandatario y uno de sus más vocales adeptos en las redes sociales.
“En el caso de Trump no solo hay un proyecto personal, sino que hay un proyecto familiar ahí. Sus hijos e hija dan señales de tener alguna ambición política”, comentó Ronald Alfaro, politólogo del Centro de Investigación en Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Para el analista del CIEP, “el partido va a entrar en una etapa conflictiva de disputa de liderazgos de la cual a veces resulta muy difícil salir”.