Dice que el esfuerzo de su gobierno en el próximo año se centrará en aprobar la reforma fiscal, pero que también le pondrá el pecho a todas las balas políticas que vengan contra él por discutir los recortes necesarios en el gasto.
Luis Guillermo Solís, tan asiduo a los dichos populares como a una visión estatista, conversó con EF sobre el hueco fiscal, su pasividad frente a las disrupciones tecnológicas, la negativa a meterle mano al tipo de cambio y sus promesas de campaña, ahora diluidas en el charco de la realidad.
Aquí, un extracto de la conversación:
Usted ha insistido en que ya el Gobierno hizo todo lo que pudo haber hecho con respecto a los proyectos de ley fiscales. ¿Está tirando la toalla?
No. Este ha sido un proceso ordenado y pausado. No es tirar la toalla, es completar el proceso e iniciar otro en el que lo que viene tiene que ver con el contenido de esos proyectos: vendrá el peregrinaje de sectores para pedir exoneraciones, los altos y bajos en la Asamblea Legislativa… En fin, todo lo que ya sabemos. El Gobierno tenía una obligación que era hacer un análisis mesurado de la situación fiscal y después trasladarlo a la Asamblea Legislativa.
¿Cuando usted dice que a los diputados les toca tramitar esos proyectos, está en lo cierto, pero ¿habrá un mayor involucramiento del Poder Ejecutivo?
El necesario y el que activamente procuraremos. Un ejemplo de esa voluntad es la carta que le enviamos a don Antonio Álvarez Desanti. No hay una actitud de ‘dispare y olvídese de esto’. Hay un acompañamiento, una disposición permanente al diálogo, una voluntad absoluta de consulta con las fracciones legislativas –con las que me reuniré– con los sectores privados –con los que me continúo reuniendo–.
¿Podemos esperar un involucramiento directo suyo?
El Presidente tiene su papel, tiene su lugar en el Poder Ejecutivo. Yo no sustituyo al equipo. Los expertos técnicos en estos temas son los señores viceministros de Hacienda, el señor vicepresidente y el señor ministro de la Presidencia. Facilitaré el proceso pero no suplantando a otros.
Ese equipo ha tenido un éxito bastante marginal con estos proyectos. ¿No cree que se necesita más peso político?
Yo considero que es un equipo muy exitoso. A dos años de campaña tenemos todo lo que dijimos que íbamos a tener colocado donde dijimos que íbamos a colocarlo.
“Los problemas que este plan de fortalecimiento de la Hacienda Pública ha enfrentado no son por incapacidades de mi Gobierno, son las resistencias estructurales de un país que no quiere, como ningún país, pagar más impuestos y un sistema productivo que se ha acostumbrado a vivir al margen de la fiscalidad.
“Estamos procurando que eso se termine y que antes de que finalice este año tengamos un plan fiscal que pueda favorecer a la gestión pública”.
¿Qué está haciendo el Gobierno para luchar por la formalización de todas esas empresas que viven al margen de la fiscalidad? Ese es uno de los grandes problemas a la hora de recaudar…
La verdad es que la gran masa del importe fiscal viene de empresas muy grandes que pagan sus impuestos puntualmente. Hay que desmitificar esto de que son un montón de chiquiticos los que más aportan. Lo que estamos haciendo es fortaleciendo mucho Hacienda para que se controlen muchos de estos problemas como el contrabando, que es la forma más perversa de la informalidad imaginable. Otra vez: esto es un proceso, no es un asunto que se pueda resolver rápidamente.
Usted ha dicho que “no se puede atender Alianza del Pacífico ni OCDE si no hemos resuelto el tema fiscal”. Su frase pareciera un deja-vú de cuando Abel Pacheco supeditó el trámite del Cafta en la Asamblea Legislativa a la aprobación del plan fiscal. ¿Espera el mismo resultado?
Yo no estaba diciendo: “o me da el plan fiscal o no me meto”. Es que si no hay plan fiscal, no nos van a dejar entrar. Sépase: no entraremos a la OCDE si no hay plan fiscal. También para aprovechar la Alianza, en cualquier sentido, sea para fortalecer a nuestros productores o para favorecer a quienes ya están allá y están haciéndolo muy bien, necesitamos un país con una fiscalidad moderna, fuerte y exitosa.
Las balas
Usted dijo en febrero del 2014 que una propuesta fiscal pasaría más fácil si existiera y se aplicara una correcta administración del gasto. Parece que ese mensaje no ha sido efectivo, ¿ha hecho el Gobierno todo lo posible para entrarle a remuneraciones y transferencias?
Hemos hecho mucho y podemos ver los números porque son muy impresionantes pero yo quisiera decirle que el gran problema es estructural. El esfuerzo de este gobierno es por la reforma fiscal. La reforma del Estado será impostergable para el próximo gobierno.
“La reforma que requiere el gasto no puede ser planteada solo fiscalmente sino que tiene que haber una reforma estructural del Estado. Yo no voy a cambiar la obligación de inversión en educación pública de hasta un 8%, según lo establece la Constitución Política, pero esa decisión tiene un referente fiscal directo. Eso tiene que ver más con la política que con la fiscalidad.
“Yo sí creo que siempre hay posibilidades de recortar más el gasto, pero las consecuencias de ese recorte, que son eminentemente sociales y políticas, no se resuelven en una propuesta fiscal y eso es lo que algunas veces no se entiende”.
¿Y en remuneraciones?
Cuando se dice “Metámosle mano al gasto por el lado de los salarios, yo digo: ordenemos los salarios” y hablemos de eso. Y así lo he dicho públicamente y se lo he planteado igual a los sectores sindicales: ya no es posible mantener estos salarios.
Este y el de la reforma fiscal son temas que el país viene arrastrando desde hace 20 años, ¿cuando vamos a dejar de hablar y vamos a ver acciones?
Ahora. Yo espero que ahora. Esta es la ocasión. Este gobierno se compró ese pleito. Me lo estoy comprando entero. No hay aquí apelación de nada. Vamos a recibir aquí todos los balazos desde el punto de vista político y lo estamos asumiendo con absoluta conciencia de ello. No porque sea bonito y no porque seamos buenos. Es porque es indispensable ya. Porque en el pasado pudimos patear la bola y lo hicimos de manera más o menos alegre, pero ya no se puede.
Los problemas “estructurales”
Se cumplió con la meta de atender a más de 25.000 familias en pobreza extrema, pero el porcentaje de población en esa condición aumentó entre el 2014 y el 2015. ¿Su compromiso está en atender a las familias o en reducir ese porcentaje?
Ambas. Nos falta la mitad de las familias a las que vamos a atender. Queremos llegar a casi 55.000. Eso es todavía muy por debajo de la expectativa que teníamos, pero la cantidad de familias en pobreza era mucho mayor al que estaba registrado cuando llegamos al Gobierno. Vamos a hacer un aporte muy importante.
¿Cómo es que se atiende a estas personas pero los porcentajes no se reducen?
Es un fenómeno que no es del plazo más inmediato. Toma un tiempo que eso se refleje. Es relativamente fácil hacerle una transferencia de $100 con un programa como Avancemos. Estadísticamente, uno saca a esa persona de la extrema pobreza. Pero en esta administración estamos hablando de pobreza multidimensional.
Las cifras macroeconómicas son beneficiosas, pero el desempleo no se mueve. ¿Se agotaron las medidas del Ejecutivo para estimular la creación de empleo?
No, yo creo que todavía no. Yo creo que todavía se puede esperar un aumento del empleo si se logran mantener todas esas variables que señala y las podemos dinamizar más. Lo que sí es cierto es que aquí hay un fenómeno mezclado entre empleo, empleo precario, subempleo e informalidad. Y allí esperaría yo que las cifras se vayan reduciendo en algún momento porque se están haciendo esfuerzos muy importantes en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), con los propios sectores privados para aumentar la formalidad del empleo, que es un tema tan importante como la generación de empleo.
¿Cree en un tipo de cambio estable o en meterle mano para que se ubique en una banda no declarada, pero que existe?
Vamos a ver. Durante casi dos años, yo abogué fuertemente frente a los directivos del Banco Central por una moderada, pequeñísima devaluación, si fuera necesario inducida, porque me parecía que con cero inflación nos daba para estimular el turismo, las exportaciones con la generación de esa forzosa devaluación. Estaba convencido, como siguen convencidos actores privados, de que esto era lo que se necesitaba. Sin embargo, terminé convencido por los argumentos del Banco Central y del Ministerio de Hacienda de que lo peor que podemos hacer es apartarnos de las metodologías técnicas que el banco aplica.
“Olivier Castro me dio tres razones que para mí eran contundentes. La primera, es de orden político. Me dijo: ‘Mire, esos mismos que están criticando al Gobierno porque no devalúa, en el momento en que le metan mano al Banco Central van a decir: Ah ve, el Gobierno comunista, autoritario, ve otra vez al Chávez ahí metido’.
“La segunda razón es técnica: uno no puede tomar una decisión arbitraria, tiene que tener fuerza argumentativa y creo que la hay en la tesis de la estabilidad.
“Y la tercera es social. Usted sabe que hay una enorme cantidad de costarricenses con deudas en dólares. Muchos de ellos jóvenes, profesionales que tienen casas, que tienen carros. Y a esa gente la matamos con una devaluación”.
Los negocios disruptivos
A este gobierno le correpondió lidiar con negocios disruptivos. Un ejemplo es la generación distribuida, que regulada ha vuelto a tomar fuerza y es un sector económico con perspectivas de crecimiento. ¿Por qué no se puede ir a la vanguardia con otros modelos disruptivos de la economía tradicional como Uber o Airbnb?
Primero, porque no tenemos un marco legal. Esto puede sonar a excusa y no es así. No tenemos un marco legal que permita regular estos servicios sin perjudicar otros que ya existen. Esto es importante en temas como Uber o Airbnb o, ¿cómo es que se llama el nuevo?
Cabify...
Eso (como verá, no soy experto en tecnología). Estamos hablando de la cuarta ola de la revolución industrial. Eso requiere un marco regulatorio. Punto número dos, puede tener consecuencias muy complicadas para el Estado en lo fiscal o en lo turístico. Nosotros somos un país eminentemente turístico. ¿Qué puede significar para ese sector que está creciendo en dos dígitos Airbnb? No sé, pero creo que los efectos pueden ser muy complicados.
Cuando se regula, como en el caso de la generación distribuida, se levantan voces diciendo: qué bien que se reguló, pero se siguen protegiendo los intereses de las instituciones. ¿Por qué proteger intereses de instituciones por encima de los del consumidor?
Sí, bueno, porque el consumidor no es el único agente social del entorno productivo. Tenemos que tomar en cuenta a los otros actores que tienen que ver con la economía. Para hablar sin eufemismos, si lo que se quiere es volver a revivir el debate sobre la apertura de los mercados eléctricos, ahí en ese tema yo no voy a entrar, yo no creo en eso. Yo no voy a privatizar el Instituto Costarricense de Electricidad, ni Recope y creo que están haciendo un gran trabajo admitiendo los problemas que han tenido para competir en el mercado y defendiendo un mercado en el que ese actor juega un papel fundamental.
¿No es como negarse al cambio? La tecnología inevitablemente los va a superar.
Puede ser, y ese es un debate que yo creo que las instituciones tienen que enfrentar y creo que tenemos la obligación de facilitarles ese proceso, por ejemplo, permitiendo que Recope funcione con otros combustibles y que el ICE intervenga más en otras materias y puedan descorporativizarse en otras empresas. Yo sí creo que tenemos que entrar, sin demasiada timidez, a discutir esos temas.
¿En su gobierno no vamos a ver más regulaciones en tecnologías disruptivas?
No necesariamente. A mi gobierno le quedan dos años. Créame que a estas alturas del partido hay debates más importantes. Meterme aquí en un debate sobre tecnologías de… ¿cómo se llama?
Disruptivas…
Sí, disruptivas… . cuando para mí lo más importante es arrancar con el embalse de Río Piedras para darle agua a Guanacaste (que es una cosa que es disruptiva pero en otro sentido) y tenemos que ser muy cuidadosos en lo que escogemos para que sea estratégico... pero hay debates que son impostergables porque los tiempos ya llegaron.