Costos elevados y baja calidad de la infraestructura son los principales obstáculos que impiden el progreso de la logística en América Latina y el Caribe.
A ellos se suman otras trabas como la limitada intermodalidad y multimodalidad, la poca coordinación entre las aduanas de los países y la falta de datos para mejorar los procesos logísticos.
Así lo determinó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su estudio Logística en América Latina y el Caribe: oportunidades, desafíos y líneas de acción que se expuso este 26 de mayo a través de una conferencia virtual.
Costa Rica es segundo en América Central y octavo en Latinoamérica en el desempeño logístico, según la clasificación del Banco Mundial.
El informe analizó el estado de situación y los desafíos de cuatro modalidades de transporte en América Latina y el Caribe: automotor, ferrocarril, aéreo y marítimo.
Incluyó otras aristas como la logística urbana en las grandes ciudades latinas, las emisiones contaminantes del sector transporte y las oportunidades de mejora.
La logística es uno de los procesos clave para el funcionamiento de las cadenas de suministro y se refiere a la planificación, implementación y control que aseguran un flujo eficiente de bienes, servicios e información desde los proveedores de materia prima hasta el consumidor final.
América Latina y el Caribe muestra un rezago frente a otras zonas del planeta, pues es la tercera región con el peor promedio del índice de desempeño logístico, superando solo a Asia del Sur y a África subsahariana.
La región puntúa mejor en la variable de puntualidad, mientras que sus peores calificaciones son en infraestructura y en aduanas.
“La región se encuentra una década atrasada”, aseguró Agustina Calatayud, especialista de Transporte del BID y coautora del estudio.
En el subcontinente predomina el transporte terrestre como la modalidad más común de mover mercancías, pues más del 85% del movimiento doméstico de carga en los países de la región se realiza por carretera y es particularmente importante en Centroamérica.
No obstante, a pesar de su relevancia, existen carencias en la infraestructura vial.
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“Los datos disponibles muestran que la red vial presenta baja cobertura, calidad, capacidad y conectividad, y estas brechas se refieren tanto a caminos rurales como a vías interurbanas y urbanas. Tan solo el 23% de las vías de la región se encuentran pavimentadas”, dice el informe.
Esa situación, sumada a los retrasos en aduanas y fronteras, generan costos logísticos “que influyen en los costos de comercio, determinando un mayor o menor acceso a mercados”, indica el BID.
Los especialistas del ente regional señalaron que el transporte ferroviario en un elemento constante en las agendas de los países para mejorar el desempeño logístico. Esta modalidad es usada principalmente en Brasil y México.
El estudio destaca ejemplos de proyectos en países que cuentan con red ferroviaria pero que no se ha potenciado, entre los que menciona el Tren Eléctrico Limonense de Carga (Telca) en Costa Rica, el cual se encuentra en estudio y que el Gobierno de Carlos Alvarado espera dejar en licitación antes de acabar su periodo.
Por su parte, el transporte marítimo se usa principalmente en el comercio exterior de la región, mientras que en el caso del aéreo el BID afirma que ha venido en crecimiento pero de forma inestable, pues se ha visto interrumpido por la crisis económica del 2008-2009, crisis internas de los países y, más recientemente, por la pandemia de COVID-19.
Nearshoring, una oportunidad
No todo es negativo. Los representantes del BID explicaron que el nearshoring puede ser una oportunidad de mejora y atracción de inversiones para países de la región, especialmente de Centroamérica y el Caribe.
El nearshoring es una palabra en inglés que se usa para denominar a la práctica mediante la cual las empresas, especialmente multinacionales, transfieren parte de sus servicios y manufactura a países cercanos a sus casas matriz y mercados meta, el cual es, por lo general, Estados Unidos.
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Esta es una tendencia que se ha reforzado durante la pandemia, con el fin de esquivar las medidas de restricción y movilidad que se aplicaron en muchos países.
“Algunos países de la región podrían aprovechar esa coyuntura y atraer inversión a sus territorios”, comentó Jaime Granados, jefe de Comercio e Inversión del BID.
Según Granados, las industrias están buscando cadenas de valor menos vulnerables y más seguras y resilientes.
De hecho, en la exposición se mencionó que Costa Rica se ha beneficiado de esta tendencia. El país destaca en la región en la atracción de compañías relacionadas a la industria del conocimiento y de dispositivos médicos. Sus principales competidores son Uruguay y Colombia para la primera, y República Dominicana en la segunda.
Los expositores enfatizaron en que dicha atracción debe estar acompañada por más inversión, mejor infraestructura y mayor integración en la logística, además de preparar al talento humano, apostar a la sostenibilidad y aumentar la digitalización.
Costa Rica: resultados agridulces
Las estadísticas de Costa Rica incluidas en el estudio del BID muestran un panorama dispar, pues en algunos temas puntúa bien, mientras que en otros está entre los peores de la región.
A nivel general, el desempeño logístico del país lo coloca en el octavo lugar de la zona y en el 73 del mundo, según el índice del 2018 elaborado por el Banco Mundial.
Uno de los aspectos en los que se coloca mejor es en el tiempo para exportar en fronteras, pues es uno de los seis países que ofrecen menos de 24 horas de gestiones, contabilizando el segundo mejor tiempo junto con México: 20 horas.
En la calidad de la infraestructura de transporte, Costa Rica es octavo en la región, pero la situación cambia cuando se acota a la infraestructura vial. En ese aspecto en particular, Costa Rica posee la cuarta peor calificación (28,5 de 100), superando solo a Haití, Paraguay y Guatemala.
Además, el panorama se agrava cuando se revisa la red vial en mal estado. Según el BID, cerca del 50% de la red vial primaria pavimentada está en mal estado, lo que coloca a Costa Rica en el primer lugar de la región, lejos de México y Chile que cuentan con menos del 5% de la red en ese estado.
Eso a pesar de que el país es el tercero en inversión en infraestructura vial, con casi $150.000 por cada 1.000 habitantes, con base en datos del 2017. Solo Panamá y Bolivia hacen más inversión en ese tema.