El Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) elegirá este domingo 27 de junio a la persona con la que buscará la Presidencia de la República, en febrero de 2022, fecha en la que intentará evitar que en 2026 se cumplan dos décadas completas desterrado del Poder Ejecutivo.
La convención interna socialcristiana servirá para medir su poder de convocatoria como uno de los dos partidos más tradicionales del país. También será un primer termómetro del efecto que podría haber tenido la salida de la agrupación de su última gran figura en los comicios de 2014 y 2018: el excandidato Rodolfo Piza, quien se alejó de la agrupación rojiazul porque dijo no ver las condiciones propicias en el partido para “impulsar una legislatura unida y propositiva”.
El desafío es mayúsculo para el partido socialcristiano, que aún conserva una buena cuota de relevancia en el Congreso y en los gobiernos locales, con nueve escaños legislativos y la dirección de 15 municipios, pero que no logra trasladar esa vigencia a los procesos presidenciales.
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El PUSC alcanzó la presidencia por última vez entre 2002 y 2006 a través del exmandatario Abel Pacheco, en segunda ronda. Sin embargo, tras los escándalos de sus exmandatarios Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez a inicios de siglo, casi desapareció de los resultados electorales presidenciales entre 2006 y 2014.
En los últimos comicios, el PUSC creció exponencialmente. Casi triplicó su respaldo de cuatro años atrás y obtuvo un 16% de los votos emitidos, para ubicarse en la cuarta posición a nivel nacional.
Mantener y apuntalar ese crecimiento, a pesar de a salida de Piza, es uno de los principales retos que deberá afrontar quien resulte electo como nuevo candidato socialcristiano.
Politólogos y militantes incluso ven como una de las principales barreras del PUSC alcanzar una verdadera cohesión partidaria en medio de ‘cacicazgos’ regionales. Así lo describieron politólogos consultados por EF, quienes enfatizaron que la estructura de la Unidad hoy parece decantarse por impulsar candidaturas y representaciones regionales, dejando casi desvalidos a los candidatos presidenciales.
El PUSC también buscará este 27 de junio detener su hemorragia de participación interna. Intentará convocar a más personas y evitar lo que ya ocurrió en la convención interna de 2017, cuando acudieron apenas 113.673 electores: unos 30.000 menos que cuatro años atrás.
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La carrera interna socialcristiana la disputan tres personas: la exvicepresidenta (2002-2006) Lineth Saborío; y los actuales diputados Pedro Muñoz y Erwen Masís.
Saborío representa una versión más tradicional del PUSC, según dijo a EF el el politólogo e investigador del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR), Jesús Guzmán.
Saborío no solo fue vicepresidenta en el último gobierno socialcristiano, sino que también fue ministra de Planificación (2003-2004) y de la Presidencia (2004-2006); y antes había sido directora del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), entre 1997 y 2002.
Muñoz y Masís, por su parte, representan figuras del PUSC que buscan renovarlo de una u otra manera. Sin embargo, sus aspiraciones parten desde posiciones muy distintas, según la politóloga del Observatorio de Política Nacional de la UCR (OPNA), Eugenia Aguirre.
“De las aspiraciones de Pedro Muñoz se conocía desde hace mucho tiempo, su meta no es nueva. Pasa lo contrario con Erwen Masís, que ha tenido un rol poco protagónico en la Asamblea Legislativa (...) Por su parte, Lineth Saborío es la primera mujer que se postuló y viene a jugar una carta muy utilizada últimamente, por ejemplo con Figueres o Araya en Liberación, que es la de la experiencia”, comentó.
Pedro Muñoz ya había manifestado sus aspiraciones presidenciales en 2012, pero luego desistió en favor de Rodolfo Piza, con quien primero había tenido una disputa interna. Luego, en 2014, fue designado como presidente de la agrupación rojiazul.
La trayectoria de Erwen Masís es amplia dentro de la Unidad. Antes de convertirse en diputado, había sido el alcalde más joven en elegirse como tal, en su cantón San Mateo, con 20 años.
‘Cacicazgos’ regionales
Tanto Guzmán como Aguirre destacaron que la Unidad también tendrá el reto de vencer una estructura partidaria que, hoy por hoy, prioriza “cacicazgos” regionales.
El término lo empleó Guzmán, quien señaló que ese es un factor que se evidenció cuando el Partido rechazó liderar cualquier coalición. “Esta propuesta la hizo el expresidente Rodríguez, pero no se concretó porque posiblemente afectaba a líderes regionales en sus aspiraciones”, explicó.
Aguirre agregó que esto se explica porque el partido elige sus representantes en diputaciones regionalmente, lo cual hasta cierto punto promueve la individualidad y resta incentivos en beneficio de quien ostente la candidatura presidencial.
Este fenómeno lo criticó precisamente el exmandatario Miguel Ángel Rodríguez a través de un comunicado difundido en enero pasado. Dijo que el Partido sufre una “provincialización, casi cantonización de sus estructuras” y que “el poder originado –sin contrapesos– en la base cantonal que establece las candidaturas a la Asamblea Legislativa ha hecho perder unidad frente a los problemas nacionales”.
Esto se suma a un conflicto ideológico del partido, al cual algunas voces internas como la actual legisladora María Vita Monge acusan de un viraje ideológico a la derecha.
Según Guzmán, laagrupación busca redefinirse, no solo por el ya conocido desgaste de sus principales referentes históricos sino también por un alejamiento de la tradicional doctrina socialcristiana. “Pareciera que la Unidad ha dejado mucho esa historia (socialcristiana) y que ahora más bien se acerca a una lógica de derecha, que propicia disputas a los interno para consolidar una visión del país hegemónica”, comentó.
Efecto Piza
Otro reto del PUSC será llenar el vacío de Rodolfo Piza, el último dos veces candidato socialcristiano, dejó las filas socialcristianas oficialmente al desistir de una precandidatura. Aseguró que regresará a la política costarricense, pero descartó hacerlo a través de la agrupación socialcristiana por considerar que la ‘cantonización’ del partido es un obstáculo para tener un guion conjunto, según dijo a La Nación en abril pasado.
Su salida implica un reto para el PUSC, que ahora mismo no sabe a ciencia cierta si esta implicará o no la fuga del capital electoral que logró el Partido en los comicios de 2018, con 344.595 votos: tres veces la cantidad de personas que convocó en su convención interna de 2017.
Dentro y fuera del partido coinciden en que es temprano para pronosticar el impacto.
Por ahora, el presidente del PUSC, Randall Quirós, dice que esperan unos 130.000 votantes en la convención de este domino 27 de junio, “de cualquier color político”, pues ni siquiera se pedirá adhesión partidaria.
Sin embargo, el efecto Piza también conlleva desgaste, tal como recordó Aguirre.
El excandidato encabezó una alianza para un ‘gobierno de unidad’ con el Partido Acción Ciudadana (PAC), de cara a segunda ronda de elecciones en 2018.Luego fue ministro de la Presidencia. Esto, dijo Aguirre, podría implicar un desgaste y por eso algunos candidatos, especialmente Pedro Muñoz (con un claro discurso en contra del partido de gobierno), buscan desmarcarse.
El PUSC es el segundo partido tradicional que elegirá su candidato presidencial en junio. A inicios de mes, José María Figures se hizo con la candidatura del Partido Liberación Nacional (PLN) en la convención interna verdiblanca.
El PAC, que buscará repetir en el gobierno por tercera ocasión consecutiva, trasladó su convención para agosto.