La propagación en China de un nuevo virus amenaza con fragilizar una economía ya ralentizada y empañar la imagen del país, lo que constituye según los analistas un “enorme desafío” para su presidente Xi Jinping.
Al exhortar el lunes a erradicar de forma "decidida" el virus, Xi ha movilizado contra la epidemia, un mes después de la aparición de los primeros casos en un país acostumbrado a esconder sus problemas bajo la alfombra.
El coronavirus aparece como una nueva espina en el pie del poder comunista, ya tocado por más de siete meses de manifestaciones en Hong Kong, por las críticas en el extranjero hacia su política contra las minorías musulmanas y, sobre todo, por la guerra comercial con Washington, que ha fragilizado su economía.
"La confirmación por Xi Jinping de la propagación del nuevo virus muestra que la situación es muy grave" dice a la AFP Larry Ong, del gabinete SinoInsider, basado en Estados Unidos.
El corazón de la economía
Las exportaciones chinas, uno de los pilares de la economía del gigante asiático, han sufrido la guerra comercial con Estados Unidos. Además, el crecimiento chino ha sido el año pasado el menor en 30 años (+6,1%), y ahora Pekín cuenta con el consumo interno para sostener su economía.
Sin embargo, con el virus, "es el corazón mismo del crecimiento económico el que puede verse afectado" advierte Mary-Françoise Renard, profesora y responsable del Instituto de investigación sobre la economía de China (Idrec), basado en Francia.
"Y ello porque la gente va a consumir menos. Ya no querrá desplazarse para ir al restaurante o a lugares públicos", y el turismo puede verse afectado, según la experta.
En 2002-2003, durante la pandemia del SARS (Síndrome agudo respiratorio severo), un virus de la misma familia que dejó 774 muertos en todo el mundo, de los cuales 349 en China continental, la ralentización económica había sido temporal.
Y el gigante asiático registró en 2003 un crecimiento del 10%, gracias a una rápida recuperación de sus exportaciones.
Pero hoy "la situación económica es mas difícil" matiza Mary-Françoise Renard.
China, antes mera "fábrica del mundo" es hoy una potencia planetaria, por lo que "una grave epidemia sería calamitosa" para el país, advierte Larry Ong, de SinoInsider.
En la época del SARS, la Organización mundial de la salud (OMS) había criticado a las autoridades chinas por haber tardado en dar la alerta, e intentado disimular la magnitud de la epidemia.
Para su imagen y su credibilidad en el escenario internacional, Pekín "sabe que ello no puede volver a ocurrir" afirma a la AFP Anne-Marie Brady, especialista de política china en la Universidad de Canterbury.
“El salvador”
En cuanto el líder chino dio el lunes sus instrucciones, los medios oficiales se apresuraron a anunciar el número de contaminaciones en todo el país.
A fines de diciembre, esos mismo medios calificaban de "rumores" los primeros testimonios sobre casos sospechosos en Wuhan, la gran ciudad considerada hoy como el foco de la epidemia,
Al principio, "las autoridades locales probablemente intentaron disimular la existencia de la enfermedad" y no informaron al poder central de la realidad de la situación, estima Larry Ong.
Pero cuando la información ya no pudo ser ocultada "y la situación se agravó", Pekín empezó a comunicar sobre el virus y a cuidar su comunicación.
En conferencia de prensa de las autoridades sanitarias, difundida en directo el miércoles por la televisión, se pidió a periodistas de la AFP que se quitaran sus máscaras de protección.
El poder comunista puede aparecer así como el "salvador" frente a la población y cultivar en el extranjero la imagen de una China responsable que controla la situación, según Ong.
“La intervención de Xi Jinping ha sido decisiva”, asegura Dali Yang, profesor de Ciencias políticas en la universidad de Chicago. “Y si la epidemia es controlada en un plazo razonable, habrá ganado en credibilidad”, agrega.