Costa Rica es un país pequeño y su red vial es una de las más densas del mundo, pues posee una alta cobertura de carreteras —con más de 43.450 km construidos— en relación a la superficie de su territorio. Sin embargo, esas vías no dan abasto y trasladarse de un lugar a otro puede resultar una odisea, debido a la congestión provocada por más de 1,6 millones de vehículos que circulan en las calles nacionales.
Esto genera un gran impacto sobre el medio ambiente, la calidad de vida de los ciudadanos y la economía del país, por lo cual urge trazar una hoja de ruta para empezar a mejorar la movilidad en Costa Rica.
“Aunque varios cantones cuentan con una red vial en condiciones aceptables, estos avances no son suficientes para resolver los problemas de conectividad y congestión que afectan a la competitividad del país. Los cantones con mayor desarrollo económico, como Belén y Heredia, enfrentan problemas de congestión que reducen la eficiencia del transporte y aumentan los costos operativos para empresas y ciudadanos”, señala el Informe Nacional de Competitividad 2024, elaborado por el Consejo para la Promoción de la Competitividad.
Tener buenas carreteras es una condición necesaria, pero no suficiente para garantizar la fluidez del tránsito. Así, para resolver los problemas de movilidad, se requiere de una planificación que contemple el desarrollo de infraestructura, pero que también priorice el fortalecimiento del transporte público, la sostenibilidad y la creación de espacios comunes amigables para toda la población.
Rescatar el transporte público
El congestionamiento vial le cuesta al país alrededor del 3.4% del Producto Interno Bruto (PIB) y provoca que alrededor del 25% de los costarricenses tarden hasta dos horas para llegar a su destino, según datos de la Cámara Nacional de Transportes (Canatrans).
“El aumento de la flota vehicular privada es un factor importante; sin embargo, lo que mayormente incide es la falta de una política que priorice y estimule el uso del transporte público. Tenemos que decidir de una vez por todas qué tipo de transporte público queremos y dirigir nuestros esfuerzos para generar una masificación del servicio”, afirmó Silvia Bolaños, presidenta de Canatrans.
El uso del transporte público se ha reducido significativamente, al punto que la demanda bajó de un 75% en el año 2014 a un 55 % en el 2020 y un 45% en la actualidad. De hecho, algunas rutas de autobuses han desaparecido.
Lo cierto es que muchas personas han sustituido el autobús por vehículos particulares o por servicios como el taxi, Uber u otras plataformas, lo cual congestiona más las calles. Como resultado, algunos servicios de transporte solo avanzan entre 6 y 8 kilómetros por hora, en horas pico.

“La única manera de estimular el uso del transporte público es mejorándolo, necesitamos un sistema mucho más organizado”, dijo Olman Vargas, directivo de la Cámara de Consultores en Arquitectura e Ingeniería y expresidente del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos de Costa Rica (CFIA).
En su criterio, el país debería retomar el proceso de sectorización que se planteó hace varios años para organizar el servicio de autobuses.
“La sectorización implica un concepto más lógico de funcionamiento y establece vías exclusivas para el transporte público, lo cual reduce la cantidad de tiempo que la gente necesita para trasladarse y hace que sea más eficiente viajar en autobús que en vehículo propio”, añadió.
Sebastián Urbina, exviceministro de Transportes y Seguridad Vial, coincidió en la necesidad de un sistema de autobuses integrado y de generar otras soluciones de transporte masivo, como el proyecto del tren eléctrico de pasajeros que se planteó en la administración de Carlos Alvarado.
“Es un buen proyecto, que integra diferentes propuestas y aprovecha el derecho de vía que ya existe, el cual es muy eficiente y conecta centros de población muy importantes en el área metropolitana, como lo son las principales cabeceras de Heredia, Cartago, San José y Alajuela”, afirmó.
Subrayó que también se requiere mejorar el transporte público en las zonas rurales: “algunas comunidades han quedado incomunicadas porque no tienen servicio de autobús. Con esto los estamos condenando a la pobreza, porque algunas personas no tienen recursos para movilizarse si no es en transporte público”, advirtió.
Ciudades más limpias
La electromovilidad se plantea como una opción para mejorar la eficiencia del transporte público y así elevar la demanda de usuarios, además de reducir la contaminación ambiental que afecta a choferes y peatones.
A finales de 2024 se contabilizaban más de 22.700 vehículos eléctricos en el país, un crecimiento del 86% con respecto al año anterior. Cerca de 400 operan en plataformas de transporte.
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“Nuestro sistema de concesiones de autobuses y el sistema de trenes necesitan reformarse para que invertir en flotas eléctricas sea atractivo, tanto para el sector público como para el privado. Un bus eléctrico puede reducir hasta en un 70% los costos operativos, pero para que eso se traduzca en realidad, debemos revisar modelos tarifarios, rutas y calidad del servicio para incentivar esta inversión sin afectar al usuario”, aseguró Silvia Rojas, directora ejecutiva de la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (Asomove).
En su opinión, el país debería apostar por un sistema de transporte masivo 100% eléctrico, con un plan integral que conecte trenes, buses, autos y bicicletas para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y mejorar la calidad de vida de los usuarios.
Según Federico Cartín, máster en planificación urbana, para cambiar el paradigma de la movilidad es preciso empezar a planificar en función de las personas y tomar en cuenta las necesidades de los diferentes segmentos de la población.
Por ejemplo, Cartín dice que el desarrollo debe contemplar mejores ciclovías, pasos peatonales, espacios públicos accesibles para personas adultas mayores y soluciones de vivienda mixtas con el fin de evitar la gentrificación, o desplazamiento de unos grupos sociales por otros de mayor poder adquisitivo.
“La naturaleza debería ser una pieza fundamental en la construcción de nuestras ciudades. Si sembramos árboles de especies nativas y protegemos nuestros ríos, alrededor de ellos podemos encontrar soluciones a muchos problemas, como reducir la contaminación y el calor en la ciudad, o manejar el exceso de lluvia para prevenir inundaciones en el invierno”, aseguró Cartín, quien es el fundador del proyecto Rutas Naturbanas.
Este pretende conectar más de 43 kilómetros de espacios verdes en la Gran Área Metropolitana (GAM), para crear rutas donde las personas puedan caminar o transitar en bicicleta.
Frente a los desafíos del cambio climático, los expertos también señalaron la importancia de incorporar criterios de resiliencia en el diseño y la construcción de infraestructura.
En la actualidad, Vargas coordina una comisión especial en el CFIA que trabaja en la elaboración del primer Código Costarricense de Adaptación al Cambio Climático, con apoyo del Fondo Verde del Clima. Esta nueva guía pretende contribuir a la sostenibilidad de la red vial y a promover una movilidad más segura en el futuro.