Rodrigo Chaves un tecnócrata recién llegado a la arena política nacional representante del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) y José María Figueres un político de carrera en el tradicional Partido Liberación Nacional (PLN) han procurado diferenciar sus estilos de liderazgo ante el electorado costarricense para dejarse la silla presidencial en la segunda ronda este 3 de abril.
Quién se coloque al frente del Poder Ejecutivo deberá tener potentes capacidades para liderar el equipo a cargo de un atrofiado aparato estatal compuesto por más de 300 entidades y lidiar con las presiones de los grupos de interés.
EF en conjunto con Cristina Cubero, consultora en Talento y Transformación y Eugenia Aguirre, investigadora del Observatorio de la Política Nacional (OPNA), analizó la forma de liderar y la narrativa de Figueres y Chaves durante el periodo electoral.
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Estilos de liderazgo
El próximo mandato 2022-2026, se enfrentará a un ecosistema convulso y cargado de incertidumbre con nuevos riesgos sociales, ambientales, económicos y de gobernanza. Es necesario que el nuevo presidente y su equipo de gobierno adapten nuevas capacidades, para atender las exigencias de la actualidad.
Para Aguirre, del OPNA, el exministro de Hacienda ha puesto énfasis en un liderazgo tecnocráta, es decir, orientado a su área de conocimiento técnico, en este caso economía, y menos político, a diferencia del candidato verdiblanco.
Chaves ha recordado en repetidas ocasiones su doctorado en Economía, sus estudios en una universidad de Estados Unidos. Con estas credenciales ha buscado darle más peso a sus propuestas y líneas de pensamiento por encima de las de su rival en los debates.
Su línea de liderazgo es vertical y “confrontativa”, dijo Cubero, esto quiere decir que la resolución de los problemas de forma directa o retadora, se han priorizado sobre un proceso de “búsqueda de otros criterios, el diálogo y el consenso”.
“Su mandato dependerá también de la sinergia con el entramado del Estado y las fuerzas vivas de la sociedad, radicalmente diferentes al gerenciamiento privado”, afirmó la consultora.
Algunos hechos que evidencian los rasgos de este estilo de liderazgo, son los cambios en altos cargos del Ministerio de Hacienda durante su gestión, su promesa de resolver por decretos o referéndums y sus enfrentamientos con la prensa nacional e internacional.
Figueres por su parte, basa su liderazgo en su experiencia y trayectoria nacional e internacional. También, ha intentado demostrar que tiene la capacidad para trabajar en equipo. Para Cubero, el aspirante por el PLN se ha mostrado con un perfil de líder activador e impulsor de ideas, en algunas ocasiones de manera acelerada.
Asimismo, ha tratado de tener una noción más conciliadora y negociadora de los asuntos país. “Incluso ha dicho que Costa Rica ‘no necesita más bronca’, haciendo alusión a lo que dice Chaves”, agregó Aguirre.
No obstante, el entorno bajo el que lideró Costa Rica de 1994 a 1998 cambió radicalmente. Las nuevas generaciones han implicado un reto para su estilo de “imponer” la experiencia ya manchada de escándalos y el intento por tener una diversidad de ideas en su próximo gobierno.
Para las fuentes consultadas ambos candidatos han hecho un esfuerzo por acercarse a específicos sectores de la sociedad para continuar un proceso de apoyo que no han recibido de parte de otras fuerzas políticas.
Por tanto, han tenido que construir una línea de respuesta que satisfaga las explicaciones de quiénes los cuestionan, y que además los deje bien posicionados ante la sociedad, respecto a sus puntos débiles y fuertes.
El discurso y el lenguaje no verbal
Aguirre indicó que, el discurso de “mano dura” de Chaves le ha servido para efectos de conquistar a la población que visualiza como cualidades muy positivas la idea del “hombre fuerte”. La investigadora afirmó que muchos presidentes latinoamericanos han fundamentado sus campañas en este tipo de narrativas como el caso de Nayib Bukele, presidente de El Salvador.
“Es un discurso apetecido y recurrente cuando se habla de problemáticas como la corrupción, el narcotráfico, seguridad y otros”, dijo la vocera del OPNA.
En cuanto al lenguaje corporal de Rodrigo Chaves cuando se dirige al público, utiliza movimientos de brazos y manos, circulares, amplios, muy abiertos y hacia arriba. Este tipo de gestos denotan autoridad, fuerza, y energía, según investigaciones hechas por el Observatorio.
Asimismo, hace uso de símbolos que involucran “golpeteo” de manos, del podio, choques de dedos o palmas de manos, todos añaden fuerza e intensidad a sus presentaciones en debates.
Por el lado de Figueres, quien aboga por la fortaleza y experiencia de su equipo y una narrativa de acuerdos y armonía, en debates se le suele ver muy “contenido” y el uso de sus manos “juntas cerca del pecho”, o los brazos “quietos y rígidos” se leen como un intento de estabilizar sus intervenciones y por mostrarse sereno y estable.
No obstante, en estas últimas intervenciones cuando la campaña se ha vuelto más cerrada y la agenda se ha centrado en aspectos personales, es de esperar una mayor tensión de parte de los candidatos.
En esta recta final los gestos faciales y corporales de enojo, molestia, incredulidad o desacreditación, e incluso de “dar la espalda” a su oponente, han cobrado importancia.
Para Cubero, estas posturas o manifestaciones gestuales, pueden revelar desafío provocador a los contrincantes y dar señales de su estilo de liderazgo futuro.
“En los debates los candidatos le hablan a audiencias específicas y los gestos que para alguien pueden ser exagerados, altaneros y demás, para otra persona pueden ser cualidades aceptables o deseadas”, dijo otro investigador del OPNA, consultado por EF.