Washington.- Existe un telón de fondo que explica la reciente tensión diplomática entre Estados Unidos y Alemania: Donald Trump critica el déficit comercial con Berlín, que a su vez defiende sus inversiones más allá del Atlántico.
Respondiendo a la canciller alemana Angela Merkel, que cuestionó el liderazgo estadounidense, Trump volvió a tocar este tema en un tuit, asegurando que Estados Unidos tenía "un masivo déficit comercial con Alemania". "Es muy malo para Estados Unidos, esto cambiará", escribió el mandatario.
Por muchos años, Washington ha acusado a Berlín de un fuerte déficit comercial de $67.700 millones en 2016, relacionado sobre todo al comercio de bienes más que de servicios.
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Esta cifra, menor que en 2015, convierte a Alemania en el segundo mayor responsable del déficit comercial de Estados Unidos, detrás únicamente de China y sus $309.000 millones, de acuerdo a información del Departamento de Comercio.
En realidad, Estados Unidos es el mayor mercado de exportación para alemanes, que colocan allí bienes destinados a la industria de manufactura ($39.400 millones en 2016) y sus famosos automóviles ($32.100 millones).
El gobierno de Trump ha cambiado radicalmente el enfoque estadounidense sobre el comercio: ahora cualquier déficit comercial es visto como un desbalance dañino que debe ser corregido, incluso aunque éste pueda reflejar el dinamismo de las relaciones económicas entre los dos países. China y México han sido los principales objetivos de Estados Unidos, pero tampoco Alemania se ha librado.
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Incluso antes de ser investido, ya Trump puso en el centro del torbellino a los fabricantes alemanes de vehículos. "Pueden construir vehículos para Estados Unidos, pero por cada uno que llegue al país deberán pagar un impuesto de 35%", declaró al periódico alemán Bild a mediados de enero.
Esta amenaza no ha sido cumplida, pero su gobierno ha abierto otro frente contra Berlín al acusarlo de beneficiarse de un "euro fuertemente devaluado" para aumentar sus exportaciones.
Alemania quiere asegurarse que los intercambios comerciales entre ambos países sean beneficiosos para ambos. Los estrechos vínculos comerciales entre ambos países hacen que Alemania sea una importante fuente de inversión directa en Estados Unidos ($255.500 millones en 2015), donde sus empresas y sus filiales norteamericanas emplean 677.000 personas, de acuerdo al Departamento de Comercio.
Así, la mayor fábrica en el mundo del gigante BMW no está en Alemania sino en Carolina del Sur, en la ciudad de Spartanburg."Estados Unidos y Alemania son importantes socios que se benefician de mercados abiertos y florecientes en un clima de confianza comercial", se puede leer en un reciente reporte de RGIT, que representa al comercio y la industria alemanes en Estados Unidos.
En su viaje a Estados Unidos la semana pasada, la ministra alemana de Economía, Brigitte Zypries, fue más agresiva al sugerir que las empresas estadounidenses deberían trabajar más si quieren reducir el déficit."Nuestra opinión es que la economía estadounidense debe, sobre todo, ser más competitiva y exportar más", dijo la ministra.