A causa del Brexit, Reino Unido acaba de lanzar su propio mercado de dióxido de carbono (CO₂), diez veces menor que el europeo pero que podría convertirse en uno de los primeros del mundo y clave en la lucha contra el cambio climático.
Así lo demuestra el elevado precio de introducción, que ronda las 50 libras ($70) por tonelada de CO₂, un poco por encima del precio del mercado europeo, al que pertenecía antes de su divorcio con la Unión Europea (UE).
En comparación, la tonelada de dióxido de carbono en el mercado californiano, el tercero del mundo por detrás de Corea del Sur, ronda los $20.
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El mayor precio en los intercambios británicos y europeos muestra que ambos "están en la vanguardia de la acción climática", estima Adam Berman, de la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA).
A medida que los objetivos de reducción de emisiones de CO₂ se refuerzan, la cantidad de derechos de emisión disponibles disminuirá y los precios deberían por tanto aumentar.
Londres busca alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, después de reducir sus emisiones contaminantes en un 78% para 2035 respecto a los niveles de 1990.
Según los expertos, estos mercados de comercio de carbono son uno de los pilares de la transición ecológica.
"Es la herramienta más importante para reducir las emisiones en la energía y la industria pesada" o la aviación, explica Tim Atkinson, director de ventas y corretaje de CF Partners.
Atkinson destaca que si el carbón ya casi ha desaparecido de la combinación energética en el Reino Unido, es en gran parte gracias a las cuotas de CO₂ que han encarecido demasiado la producción eléctrica con este combustible fósil.
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Otras herramientas, como las subvenciones, impulsaron la energía eólica.
“La única manera de solucionar el problema del cambio climático es aprovechar el sistema capitalista que nos ha llevado a esta situación. Y por tanto poner precio a todo tipo de contaminación”, asegura Louis Redshaw, fundador de RedShaw Advisors, especializado en asesorar a empresas en el mercado de CO₂.
Límites
Para Londres, abandonar el mercado de derechos de emisión europeo facilita la vigilancia de las empresas y de la actividad, en comparación con los 27 países de la UE y su vasto mercado de CO₂, que en sus inicios fue objeto de un fraude masivo del IVA.
El lanzamiento la semana pasada de un mercado británico separado complica en cambio la situación para las empresas que tienen un pie a cada lado del canal de la Mancha.
"Tienen ahora dos procedimientos diferentes que gestionar, es más caro", apunta Mark Lewis, estratega de BNP Paribas.
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Además, el precio más elevado por el momento de la tonelada de CO₂ en el mercado británico, respecto al europeo, tiende a perjudicar a las empresas británicas.
Y todo ello en un contexto en que la mayoría de países no tienen todavía comercio de CO₂, entre ellos los más contaminantes Estados Unidos (a nivel federal) o China. Su empresas, por tanto, carecen de precio de carbono.
“Muchas industrias europeas”, como la metalúrgica, “abandonaron en gran medida Europa porque han tenido que soportar gran parte de la carga” de los precios del CO₂ en comparación con sus rivales.
China está creando un mercado de CO₂, aunque limitado a las centrales térmicas. Sin embargo, dado el tamaño del mayor contaminador del mundo, esto podría cambiar las reglas del juego.
No obstante, Louis Redshaw no ve la perspectiva de un precio único mundial en un futuro próximo.
Otra limitación de los mercados de carbono en la transición energética es que “no cubren el 60% de la economía” e ignoran por ejemplo la agricultura, apunta el asesor.
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