El 2025 será un nuevo año preelectoral en Costa Rica: una democracia tradicionalmente estable, pero que llega al año nuevo plagada de incertidumbres.
Con los comicios de 2026 en el horizonte, el país desconoce cómo harán Rodrigo Chaves y sus seguidores para intentar mantener viva su incidencia política; y apenas sabe sobre algunas posibles candidaturas de la oposición de algunos viejos conocidos.
Por otra parte, el declive de los partidos políticos sigue en desarrollo, pero no se sabe cuál será su próxima etapa; mientras que los ataques al establishment —que también hacen mella sobre la institucionalidad democrática— han demostrado ser rentables políticamente y hacen temer una escalada.
El ambiente promete ser “pesado”, según aventuró la politóloga Carolina Ovares Sánchez, del Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica (UCR); o al menos “turbulento”, como también dijo su colega Ronald Alfaro, del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), quien subrayó que quedan “muchas cosas por definir”.
Las incógnitas
La sucesión del chavismo
El presidente Rodrigo Chaves llega a 2025 con altos niveles de popularidad, sobrepasados sus primeros dos años y medio de gestión. Este es un fenómeno atípico que, en condiciones normales, haría soñar a cualquier grupo político con los mejores resultados en un nuevo proceso electoral. Sin embargo, Costa Rica no permite la reelección presidencial consecutiva y el ‘chavismo’ todavía desconoce cuál sería su partido político de cara al 2026 o cuál sería el papel del actual mandatario en ese proceso: una situación inédita en la política costarricense contemporánea.
¿Cuándo tendremos una respuesta a estas preguntas? Todo dependerá del propio gobierno, de sus voceros oficiales y extraoficiales, los cuales abundan en redes sociales.
La transición del poder en el oficialismo bien podría ser tranquila o tensarse con el paso del tiempo. En gran medida, ello dependerá de que las figuras de gobierno se alineen todas en una misma dirección.
De entrada, se sabe que la exministra de la Presidencia, Natalia Díaz, participaría en los comicios de 2026 con su partido Unidos Podemos (UP); mientras que el exministro de Obras Públicas, Luis Amador, ha señalado su intención de buscar una candidatura por medio de algún otro partido.
Pero aún podrían sumarse otras figuras del actual gabinete a la puja presidencial, buscando redituar de su cercanía con el chavismo. Inclusive alguna podría contar con la “bendición” del mandatario. Para aspirar por la Presidencia, los miembros del actual equipo de gobierno tendrían que renunciar a sus cargos a más tardar el próximo 1.° de febrero; mientras que, para aspirar por una silla del Congreso, tendrían que hacerlo antes del próximo 1.° de agosto. “Eso (las eventuales renuncias) podría despejar dudas o crear más”, analizó Alfaro.
El propio presidente Rodrigo Chaves llegó a declarar en septiembre pasado que hasta él mismo se plantea la posibilidad de renunciar a su cargo para buscar una diputación e impulsar a su movimiento electoralmente. Sin embargo, aclaró, esa solo es una de las múltiples ideas que baraja en su cabeza, en la que también caben escenarios como simplemente “irse del país”.
Ovares señaló que el reto del oficialismo “no es sencillo” porque “la popularidad no se transfiere” directamente de una persona a otra, y existe una clara relación entre la percepción positiva de la ciudadanía sobre Chaves y la personalidad que ha construido. “Qué tanto podrá trasladarse eso a otra persona es una gran pregunta”, subrayó.
El desgaste partidario
Otra incógnita es cómo lidiarán los partidos políticos, especialmente los más tradicionales como Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, con su proceso de desgaste.
El PLN acumula ya 10 años de declive y sin acceder a la Presidencia de la República, un duro golpe que no había experimentado antes; mientras que el PUSC suma casi el doble de tiempo a la sombra.
Estos partidos, que representan al viejo bipartidismo y el status quo de la política reciente, tienen programado elegir a sus nuevos candidaturas presidenciales en la primera mitad del próximo año (6 de abril el PLN y 22 de junio el PUSC). La decisión que tomen será clave en su deseo de mantenerse vigentes.
Ronald Alfaro recordó que en otros países el sistema de partidos políticos se derrumbó más rápidamente, pero en el caso de Costa Rica el proceso ha sido lento y progresivo. Por eso, el 2025 será un año clave para dichas agrupaciones. “Tienen que reinventarse y eso no es tan fácil ahora que no son el actor dominante frente a liderazgos individuales que los pueden arrastrar (...) si le proponen al electorado algo de lo que ya ha sido conocido, difícilmente ganarán mucho vuelo y posiblemente se verá un nuevo episodio de este largo debilitamiento”, opinó.
El Frente Amplio, por otra parte, es un partido que supera la mayoría de edad; pero en condiciones distintas, según Ovares. No ha gobernado y en ocasiones anteriores ha logrado posicionarse como una fuerza contraria al poder dominante: una característica que buscan los electores actualmente.
“La población no quiere al establishment y en 2014, que fue la mejor elección del Frente Amplio, fue un voto muy contrario al status quo, a la corrupción, a lo que estaba presente. Así también fue la irrupción del Partido Acción Ciudadana (PAC), en sus inicios; y en 2022 siguió esa tendencia con Rodrigo Chaves y otras figuras. Hablamos de algo que posiblemente se va a mantener”, subrayó. “Otra salida es que la población decida no votar” cuando lleguen las elecciones, agregó.
El FA actualmente dirige un proceso de renovación de estructuras que llegaría hasta julio de 2025. Posteriormente, en la segunda mitad del año, definiría sus candidaturas de cara al 2026.
Caras inesperadas
Si bien es probable que figuras como Fabricio Alvarado, del Partido Nueva República; y Eliécer Feinzaig, del Partido Liberal Progresista, lleguen de nuevo a las papeletas en busca de la Presidencia de la República; el uso de partidos ‘taxi’ —como se conoce a las agrupaciones políticas activas, sin un trasfondo o una estructura grande, pero admitidos para participar en los procesos electorales— abrirá de nuevo las puertas para que aparezcan “caras inesperadas” que busquen posicionarse de cara a la contienda política. Asimismo, hay iniciativas ciudadanas en formación que podrían probar suerte.
Su éxito, como en los últimos años, dependerá de cuán hábiles sean para posicionarse estos actores en las discusiones políticas más relevantes; así como del carisma de sus candidaturas presidenciales y de su capacidad para empatizar con la población.
Un factor clave que podría aumentar o disminuir las posibilidades de cada figura, agregó Ovares, será el surgimiento de temas polarizantes o que permitan impulsar a candidaturas que representen mejor a las posibles soluciones. “Eso”, sin embargo, “aún es bastante difuso”.
Las amenazas institucionales
Por último, otra gran incógnita es cuánto crecerán los ataques a la institucionalidad democrática durante la campaña, y cuánto daño harán de cara al futuro.
Este es un fenómeno que impulsan candidatos y grupos políticos con posturas populistas y autoritarias en todo el planeta, y Costa Rica no escapa del mismo.
Por el contrario, podría seguir creciendo, debido a la insatisfacción ciudadana con el estado de la seguridad y la educación públicas, la administración de justicia o la infraestructura de transporte, entre otras cuestiones, que alimentan el descontento con los modelos actuales.
El surgimiento del ‘chavismo’, y su alta popularidad, además, podría hacer que más candidaturas consideren políticamente rentable optar por las críticas y los ataques deliberados en contra de las instituciones que sostienen el Estado costarricense, incluidos los demás Poderes de la República, las autoridades electorales y la prensa. Esta ha sido una constante en el discurso del presidente Chaves que ha sido documentada por entidades como el Programa Estado de la Nación y medios de comunicación, y que le ha dado réditos en materia de opinión pública, posicionándose como “antagonista”.
En ese sentido, Ovares dice ver un gran riesgo: “si se mantiene el clima de desconfianza institucional alimentado por el Ejecutivo”, señaló, "no habrá un escudo popular que quiera defender la democracia frente a liderazgos más autoritarios”.
“No estamos en una transición de una democracia a una no democracia, pero sí vemos liderazgos más autoritarios que tensan ese apoyo o ese acerbo democrático que se supone que la ciudadanía tiene”, agregó.
Las pocas certezas
En medio de tanta incertidumbre, existen cuestiones usuales de los años preelectorales que se pueden dar casi por sentadas.
Es usual que las grandes reformas o proyectos políticos fracasen o caminen muy despacio, debido a la priorización de los intereses electorales de todas las partes involucradas en la esfera política.
Otra certeza es que el aumento del “fuego cruzado” entre fuerzas políticas, que ya ha sido vigoroso en los últimos meses.
“Va a haber fuego cruzado, poca disposición para colaborar y muchos intereses que se defenderán a muerte”, subrayó Alfaro sobre una tendencia que para Ovares, no será “solo responsabilidad del gobierno actual”.
Los procesos judiciales que existen sobre el presidente Chaves también suscitan interrogantes, aunque es poco probable que modifiquen en gran medida la percepción que tienen sobre el presidente sus principales seguidores. No, al menos, si no suben de tono.
Según Ovares, el presidente ha sabido elevar los niveles de desconfianza sobre las autoridades de control como el Poder Judicial y la prensa, lo cual le brinda una especie de blindaje. “Tenemos una sociedad que está muy enojada y que desconfía del establishment y de la institucionalidad, en gran parte con razón, y uno de esos factores de desconfianza es el Poder Judicial. Ahí el Poder Ejecutivo ha logrado un lugar de antagonismo, y de eso se ha servido y se va a servir el chavismo. Por eso vemos muchas denuncias, pero no calan en la población, porque hay desconfianza en el sistema“, puntualizó.
El 2025 se abrirá con varias monedas de deseos electorales en el aire y veremos de cuál lado irán cayendo algunas de ellas, conforme pasen los días.