La pandemia de COVID-19 y los cierres para evitar la propagación de contagios causaron cambios en la dinámica de la producción y las cadenas de valor de diferentes industrias a nivel mundial.
Esa situación ha provocado una reconfiguración de dichas cadenas y procesos y, con ello, ha tomado fuerza un concepto que, aunque puede parecer nuevo, en realidad no lo es: el nearshoring.
De hecho, Costa Rica ya se ha beneficiado de esta práctica, pero las nuevas tendencias globales podrían afianzar aún más la posición del país.
Para entender mejor qué significa el concepto y cuáles son las oportunidades de Costa Rica, EF consultó a Sandro Zolezzi, profesor de Economía y Comercio Internacional de la Universidad Lead; Gabriela Llobet, consultora internacional y especialista en inversión extranjera; y Jorge Sequeira, director general de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).
¿Qué es el nearshoring?
La palabra se compone, a su vez, de dos vocables: near, que se traduce como “cerca” o “cercano”, y shore, que significa “costa” u “orilla”.
En esencia, el término se refiere a la decisión de una compañía de acercar su producción a “fronteras cercanas”, es decir, de ubicar o reubicar parte de la cadena de suministro de un producto (sea un bien o un servicio) a un país cercano al mercado meta de consumo.
Eso puede darse a través de una apertura o expansión de subsidiarias (inversión extranjera directa, IED) o con un proveedor regional (exportación), explicó Zolezzi.
Llobet recordó que no se trata de un fenómeno nuevo, pues los bienes ya no se producen de principio a fin en un mismo país, sino que muchas veces son producidos en etapas localizadas en diferentes países para mayor eficiencia.
Esta fragmentación internacional para localizar diferentes etapas de la producción en distintos países es lo que se conoce como cadenas globales de valor (CGV). El comercio de las CGV hoy representa alrededor del 50% del comercio total, apuntó la especialista.
¿Por qué se habla del nearshoring en este momento?
El concepto ha tomado fuerza en el contexto de la crisis el COVID-19 , pues las cadenas de suministro globales se han interrumpido y la demanda por agilidad y resiliencia ha aumentado. Esto lleva a las empresas a replantear sus estrategias.
“La pandemia hizo que China como origen de insumos intermedios dejara de ser confiable y las empresas empezaron a buscar otros orígenes para lograr resiliencia en las cadenas de suministros”, afirmó Zolezzi.
No obstante, Llobet agregó que existen varias tendencias en marcha que denominó “disruptivas”, pues están reconfigurando esas cadenas globales de valor.
Por ejemplo, las cadenas de suministro se están acortando en búsqueda de reducir costos, menor riesgo, mayor agilidad y menor time-to-market. Además, las empresas están reduciendo el movimiento de mercancías para disminuir su huella de carbono.
La consultora sumó también que el aumento del nacionalismo y la geopolítica están creando barreras al comercio y a los negocios.
Ejemplo de este fenómeno es que el 31,2% de los dispositivos médicos que importa EE. UU. provienen de México, Costa Rica y República Dominicana (provisión cercana), mientras que 27,1% llega desde Asia (provisión lejana), comentó el profesor.
Según los especialistas, esta tendencia parece que no se detendrá con la finalización de la pandemia.
“No es una tendencia coyuntural y será parte del nuevo normal para el comercio internacional. Nuestras exportaciones crecerán si somos capaces de reemplazar a China y países de Europa como orígenes de la provisión de bienes y servicios para EE.UU. y las Américas”, afirmó Zolezzi.
¿Cómo se ha beneficiado Costa Rica y qué oportunidades existen?
Costa Rica ha sido escogida como sede de una variedad de multinacionales, especialmente estadounidenses, que buscan acercar su producción a sus mercados finales.
“La mayor parte de la IED que Costa Rica proactivamente atrae es aquella motivada por la eficiencia (efficiency seeking investment). Y un elemento fundamental de su propuesta valor como país ha sido la cercanía geográfica con principales mercados, como Estados Unidos”, aseguró Llobet.
Según el representante de Cinde, la propuesta de valor de Costa Rica radica en tres pilares: personas, planeta y prosperidad. A través de ellos, el país quiere posicionarse cada vez más como un aliado estratégico para las empresas que apuntan a la sostenibilidad productiva de sus operaciones.
Además, desea explotar el talento humano calificado, multilingüe y con fuertes destrezas tecnológicas.
El propio Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su reciente informe Logística en América Latina y el Caribe: oportunidades, desafíos y líneas de acción, menciona que Costa Rica destaca en la región como un mercado atractivo para empresas del conocimiento y de dispositivos médicos, especialmente.
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“El 40% de las exportaciones de bienes y el 65% de las exportaciones relacionadas con servicios de informática son servidas a los EE.UU.”, precisó Zolezzi.
Otros factores que apuntalan al país son su localización geográfica, la existencia de acuerdos comerciales que otorgan acceso preferencial a los principales mercados mundiales, la estabilidad política y el régimen de incentivos de zonas francas.
Sequeira agregó que Cinde está desarrollando un enfoque de promoción y atracción centrado en lo que denominan smart manufacturing, o manufactura inteligente, con el fin de traer al país a empresas de la industria relacionados a componentes electrónicos y semiconductores, cuya demanda ha aumentado con la pandemia.