Washington. - El histórico anuncio de restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana abrió el apetito de empresas y diversos sectores económicos estadounidenses por el mercado cubano, aunque para beneficiarse de ello primero tendrán que promover el desmantelamiento de la restrictiva legislación de embargo hacia la isla.
El presidente de Francia, François Hollande, fue el primer jefe de Estado europeo en visitar Cuba después del anuncio de la reaproximación entre ese país y Estados Unidos, en un gesto de elevado calibre político e importante peso comercial y empresarial.
Pero los franceses apenas elevaron la apuesta, ya que desde el inicio de año otras delegaciones comerciales europeas aterrizaron en La Habana para explorar el nuevo mercado.
En abril pasado, una delegación de 45 empresarios españoles encabezada por el Secretario de Comercio mantuvo contactos en la capital cubana, y una semana más tarde fue el turno de representantes de 30 grandes empresas de Gran Bretaña de iniciar conversaciones en La Habana.
Muralla
En tanto, del lado estadounidense el más evidente gesto de interés comercial fue la visita del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien viajó a la capital cubana acompañado por ejecutivos de importantes firmas, como MasterCard o los laboratorios Pfizer, además de académicos y productores agrícolas.
En marzo, una delegación de la Coalición Agrícola Estadounidense por Cuba se presentó con nada menos que 96 empresarios (incluidos dos ex Secretarios de Agricultura), y al mes siguiente la capital cubana recibió a una misión empresarial del estado de Texas interesada en acuerdos agrícolas.
Sin embargo, el evidente apetito de las empresas estadounidenses por ocupar espacios en el naciente mercado cubano se estrella con un obstáculo formidable y que por el momento parece de difícil solución: la persistencia del embargo estadounidense a Cuba, vigente desde mediados del siglo pasado.
En este escenario contradictorio, en que la propia legislación estadounidense bloquea el acceso de empresas nacionales a realizar negocios en Cuba, el subsecretario de Comercio, Stefan Selig, trató esta semana de minimizar la dimensión de la oportunidad, alegando que se trata de un mercado de apenas 11,5 millones de personas.
Ese mercado, dijo Selig, representa "la mitad del estado de Ohio, es muy pequeño", y advirtió además que en Cuba hay "enormes problemas de infraestructura".
Un empresario latinoamericano en Washington comentó irónicamente con AFP que "aún así, no todos los días aparece un nuevo mercado de 11 millones de personas".
Para Christopher Sabatini, del Council of the Americas, no hay como eludir el hecho concreto de que "la legislación estadounidense permanece como un obstáculo a las inversiones en la isla".
El presidente Barack Obama introdujo algunas leves modificaciones en las normas al comercio con el sector no estatal de Cuba, un segmento que "aunque es importante es aún muy chico", agregó Sabatini a la AFP.
Geoff Thale, del centro de estudios Washington Office on Latin America (WOLA), dijo a la AFP que "el cambio de las relaciones bilaterales no permitirá aún que empresas estadounidenses tengan comercio o inviertan en Cuba, porque el embargo aún está vigente".
En la visión de Thale, empresas principalmente europeas "desean estar en la puerta de acceso antes que se levante el embargo en Estados Unidos".
Embargo
Rígidamente codificado en un pequeño puñado de leyes, en especial la famosa ley Helms-Burton, el embargo sólo podrá ser removido por el Congreso, donde el opositor partido Republicano domina las dos cámaras.
Pero si los conservadores republicanos parecen estar dispuestos a cerrar filas contra el fin del embargo con la esperanza de forzar algún cambio en Cuba, al mismo tiempo sufren presión de los empresarios locales, quienes alegan que esa visión ideológica es contraria al dogma partidario de proteger e impulsar el ambiente de negocios.
Rachel deLevie-Orey, responsable por el programa sobre Cuba en el Atlantic Council, dijo a la AFP que "difícilmente la legislación, y en especial la ley Helms-Burton, sea borrada de un plumazo. Es más probable que sea desmontada pedazo a pedazo, en un proceso que llevará tiempo".
Para el experto Jake Colvin, del Consejo Nacional de Comercio Exterior, en definitiva el ritmo de la marcha será dictado por las experiencias en Cuba.
"La participación extranjera en Cuba dependerá de las realidades en el terreno, incluyendo el estado de la economía cubana y las actitudes y políticas del gobierno cubano con relación al comercio exterior y las inversiones", expresó Colvin en declaraciones a la AFP.