Washington DC.- Estados Unidos quedó atónito y conmocionado luego de que una persona disparó varias veces un arma en un acto de campaña del expresidente, Donald Trump, quien se dio vuelta, se tomó la cabeza, se agachó y en apenas segundos quedó cubierto por agentes del Servicio Secreto, que después lo sacaron a las apuradas del escenario en medio de una escena caótica, gritos y pánico del público. Con una oreja ensangrentada, Trump dejó el escenario con un puño en alto. “¡Luchen! ¡Luchen!”, pareció decirle a la multitud.
Los agentes llevaron a Trump hasta una camioneta negra para trasladarlo a un centro médico. Trump volvió a levantar su puño antes de treparse al automóvil, fuertemente custodiado. Uno de sus voceros, Steven Cheung, confirmó luego en un comunicado que Trump “está bien”, y era atendido en un centro médico.
Gunshots reportedly fired at Donald Trump rally - as former president rushed off stage pic.twitter.com/TahBJQvym8
— Sky News (@SkyNews) July 13, 2024
“El presidente Trump agradece a las fuerzas del orden y a los socorristas por su rápida acción durante este acto atroz”, dijo Cheung.
“Está bien y está siendo examinado en un centro médico local. Más detalles seguirán”, agregó.
El tirador fue abatido, y otro asistente al acto de campaña también murió, informaron las fuerzas policiales. El incidente es investigado como un intento de asesinar al expresidente, informó la agencia de noticias AP.
El presidente Joe Biden Biden, que se encontraba descansando con su familia en su residencia en Rehobooth, en Delaware, mantuvo una reunión con varios funcionarios, incluido el secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, para ser informado sobre el tiroteo.
“Me han informado sobre el tiroteo en el mitin de Donald Trump en Pensilvania. Estoy agradecido de saber que está a salvo y bien. Estoy orando por él y su familia y por todos los que estuvieron en la manifestación, mientras esperamos más información”, dijo Biden.
“Jill y yo estamos agradecidos al Servicio Secreto por ponerlo a salvo. No hay lugar para este tipo de violencia en Estados Unidos. Debemos unirnos como una nación para condenarlo”, cerró el presidente.
El incidente
Trump le hablaba a a una multitud en un acto de campaña en Butler, Pensilvania, y mostraba un gráfico con los cruces de inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos cuando se escucharon varios disparos. Trump, quien usaba una de gorra roja con su slogan “Make America Great Again”, se tomó una oreja y se agachó mientras varios agentes del Servicio Secreto corrieron a protegerlo.
Unos segundos después, Trump se puso de pie, ya sin su gorra, despeinado y ensangrentado, y dejó el escenario rodeado por los agentes.
El tiroteo conmocionó a Estados Unidos en el arranque de la campaña presidencial. Trump había quedado en un segundo plano en las últimas semanas, cuando la atención mediática estuvo casi exclusivamente sobre el presidente, Joe Biden, la crisis de su campaña, su cruzada para salvar su candidatura y las divisiones a cielo abierto entre los demócratas.
Pero el acto de campaña de Trump en Pensilvania era el prólogo de una semana de enorme importancia para su campaña: a partir del lunes, los republicanos se reúnen en Milwaukee, Wisconsin, para coronarlo una vez más como su candidato presidencial en la Convención Nacional Republicana, que por tercera vez consecutiva será un verdadero Trumpfest, una congregación más acorde a la de un culto con devoción infinita por su líder que a un partido político. Antes de la convención, Trump tenía previsto revelar a su compañero de fórmula, la decisión más crítica que debe tomar antes de la elección presidencial del 5 de noviembre.
Todo quedó ahora trastocado de una manera impensada por un ataque del que todavía se desconocen todos los detalles, incluido la identidad del agresor y sus motivos.
El ataque ocurrió en un momento de la campaña en la cual Trump parecía notablemente fortalecido, posicionado como el favorito para ganar la elección contra el presidente, Joe Biden, y regresar a la Casa Blanca para un segundo mandato.
En las semanas antes del ataque de esta tarde, Trump había recorrido un sendero de buenas noticias. El muy controvertido fallo de la Corte Suprema sobre inmunidad presidencial puso un virtual punto final a su saga judicial. Y, a diferencia de 2020, cuando la pandemia del coronavirus arrasó con el mundo y su reelección, el foco de la campaña ahora estaba puesto sobre Biden, su salud mental, su vitalidad y su capacidad para cargar con el peso de la presidencia de Estados Unidos otros cuatro años. Trump y su campaña querían que la elección fuera un referendo sobre Biden, y no sobre Trump. De momento, lo han conseguido.
Pese a haber sido declarado culpable por un jurado en Nueva York –que lo convirtió en un “criminal convicto”–, sus otras tres causas judiciales, el asalto trumpista al Congreso del 6 de enero de 2021, sus acusaciones falsas de fraude en la elección de 2020, los dos impeachment durante su presidencia y la larga lista de polémicas que acumuló en su carrera política y, antes, como empresario, Trump estaba en una posición inmejorable para lanzar su última ofensiva en la recta final de la pelea por la Casa Blanca. El ataque ahora sacudió y conmocionó a un país profundamente dividido en medio de una campaña áspera que ahora quedó hundida en una incertidumbre inédita por la violencia.
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Por Rafael Mathus Ruiz, corresponsal de La Nación de Argentina en EE. UU.