En Costa Rica, durante el periodo comprendido entre 2001 y el 2012, las pérdidas directas por el impacto de los fenómenos naturales sobre los cultivos alcanzaron poco más de $108 millones, una cifra que pone énfasis en la necesidad de obras de prevención.
De entre lluvias intensas, sequías y sismos, fueron las primeras las que más daño causaron al sector. Estas representan el 96% del total de las pérdidas.
Los datos se derivan del Informe de sistematización de la información del impacto de los fenómenos naturales en Costa Rica elaborado en conjunto por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan).
Roberto Flores, especialista técnico a cargo del informe, explicó que la información toma en cuenta solo aquellos eventos naturales que, por su intensidad, desencadenaron en una declaratoria de emergencia nacional vía decreto ejecutivo por parte de la autoridades.
En dicho periodo fueron aplicados 25 planes de atención de la emergencia como resultado de informes institucionales que reflejan los daños producidos por un fenómeno natural, socio natural o antrópico.
Esos documentos son sistematizados por la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE).
Del total de planes, 21 fueron generados por eventos de origen climático, específicamente lluvias. Los restantes corresponden al sismo de Parrita en 2004, al terromoto de Cinchona y sequía en el 2009, así como el sismo en Sámara en 2012.
Años claves
Fue en el 2010 cuando el país reportó la mayor cantidad de pérdidas económicas por fenómenos naturales, con un total cercano a los $33,7 millones.
El café fue el cultivo que resultó más afectado producto de las lluvias, registrando pérdidas por más de $20 millones.
A su vez, el grano lideró las pérdidas en el 2006 y 2007.
Ronald Peters, director ejecutivo del Instituto del Café de Costa Rica (Icafe), recordó como el sector es de los que más sufren con los embates naturales, lo que viene a destacar la importancia de una vigilancia contínua sobre el cultivo.
“Sino son las lluvias, vienen años como el de la roya. El sector sabe del manejo integrado del cultivo, siempre se ha insistido en terrazas, vertiver, barreras naturales para que las aguas puedan acomodarse. Es un tema que siempre está sobre la mesa”, comentó Peters.
En segundo lugar sobresale el 2005 en cuanto a magnitud de las pérdidas económicas se refiere. Ese año alcanzaron los $24,1 millones.
Inundaciones reportadas en la provincia de Limón, Heredia, Cartago y Alajuela, así como inundaciones en la vertiente del Pacífico y Zona Norte, a causa de una onda tropical y la influencia indirecta del huracán Rita y Vilma, fueron las causas.
Ese año fue el plátano, con $16 millones, el cultivo que sufrió en mayor medida las consecuencias de las fuertes precipitaciones, perdiendo además hasta 4,380 hectáreas de cultivo.
Provincias afectadas
Por provincia, las que registraron mayores pérdidas a lo largo del tiempo fueron Alajuela, Puntarenas, San José, Guanacaste y Limón, respectivamente.
El informe hace referencia a que en algunos casos, el fenómeno pudo afectar a más de una provincia en el mismo momento.
Tal es el caso del terremoto de Cinchona en 2009, que afectó Heredia y Puntarenas. Solo ese incidente dejó pérdidas al sector por $672.000.
De acuerdo con Flores, los registros no reflejan los efectos indirectos de los desastres a nivel nacional, pero de considerarse estos se estima que los valores al menos se duplicarían.
Costos devengados
Los productores agrícolas comparten con el Estado la alta factura que pasan cada año los fenómenos naturales al país.
Para el 2007, se generó la declaratoria que mayor gasto ha reportado, producto de un temporal y paso de una onda tropical en el Pacífico Central, Norte y Sur. Este fenómeno produjo daños a cultivos por $3,98 millones correspondientes al 27,39% del total reportado entre 2001 y 2012.
En segundo lugar, se ubicó el temporal por los efectos indirectos del paso del huracán Tomás en 2010, cuando se reportaron $2,95 millones, que representan el 20,27%.
Estos montos son los gastos que enfrentó el Estado en la atención primaria de estas emergencias y comprenden todos los sectores afectados como la infraestructura y el agro.
Recomendaciones visibles
La información refleja la necesidad país de incorporar acciones más amplias y directas en términos de política pública que aporten planificación, financiamiento y educación al sector agrícola nacional.
Fortalecer los programas de gestión de riesgo es la apuesta más grande según conclusión del estudio.
Peters lo respalda y afirma que en la prevención está la clave. El Icafe cuenta, por ejemplo, con un sistema de mensajes dirigido a 11.000 productores, que envía alertas desde la importancia de la fertilización hasta el control de roya.
“Vienen inviernos más fuertes y los efectos deben ser cada vez más minimizados para no afectar la calidad”, concluyó .