Nadie olvidará el compromiso de Luis Guillermo Solís en su discurso del 8 de mayo del 2014. Empezando por esa promesa de convertir su gobierno en una "casa de cristal", el discurso inaugural del 2014 estuvo poblado de recursos retóricos y adornos elocuentes pero pocas metas, cifras y métricas.
El estilo contrasta con el empleado por el presidente Carlos Alvarado, quien aprovechó la oportunidad para delinear siete pilares en los que concentrará sus esfuerzos desde Zapote: educación, seguridad ciudadana, salud, protección del medio ambiente, movilidad e infraestructura, empleo y estabilidad fiscal.
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Ambos mandatarios del PAC tocaron puntos en común durante sus discursos. Aquellas promesas a la ciudadanía pendientes durante lustros como la solución del déficit fiscal, la sostenibilidad y mejora de los servicios de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), por ejemplo.
EF enfrentó los discursos presidenciales de los dos mandatarios del PAC para entender cuáles promesas se parecen, cuáles no se cumplieron del todo y cuáles quedaron como una herencia para la administración que apenas inicia.
La quinta es la vencida
Cuatro gobiernos han pasado desde que el déficit fiscal empezó a carcomerse la estabilidad financiera del país. Abel Pacheco, Óscar Arias, Laura Chinchilla y Luis Guillermo Solís no pudieron negociar con éxito para que los diputados aprobaran una reforma fiscal, no pudieron contener el crecimiento del gasto público en los niveles necesarios. Viene el quinto.
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Solís, quien en campaña dijo que hablaría de una reforma fiscal con nuevos impuestos hasta después del segundo año de su mandato, pero tuvo que arrepentirse sobre la marcha; lo advirtió en su discurso de hace cuatro años.
"Tendremos que ser capaces de alcanzar, de aquí a dos años como máximo, los acuerdos necesarios para resolver este desafío, quizá el más grande que tengamos -después de la erradicación de la pobreza extrema- como familia nacional", adujo.
Su afirmación siguiente no estaba lejos de la realidad: "En la tarea por equilibrar y estabilizar las finanzas públicas no podemos quedarnos cortos, pues ya estamos llegando tarde".
En efecto, es tarde. Cuatro años pasaron y con ellos cinco intentos de reforma fiscal fueron al Congreso sin éxito. Las acciones para recortar el gasto público llegaron tarde, Solís incrementó el presupuesto nacional en un 19% en su primer año.
Ahora Carlos Alvarado hereda un déficit fiscal del 6,5% del PIB en 2017 que crecerá al 7,1% al cierre de este año, según las estimaciones del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Lo primero que hizo Alvarado fue encender las luces de alarma: "el tiempo está a punto de agotarse para hacer esta reforma. Y eso (el déficit fiscal) pone en riesgo a la nación de cara a sus 200 años".
El joven gobernante confía en que los diputados aprobarán la reforma que se tramita en el Congreso y que generaría apenas un 1,91% del PIB entre nuevos ingresos, contención del gasto público y aplicación de la regla fiscal.
Se propone reducir el déficit financiero del 6,2% al 3% del PIB para el 2022, último año de su gobierno.
Un punto en el que coinciden los discursos presidenciales de Carlos Alvarado y Luis Guillermo Solís es en su promesa de reducir el contrabando, la evasión y de cobrar mejor los tributos.
Las semejanzas
Solís también habló, por encima, de fortalecer la educación pública. La promesa de su discurso fue "hacer todo lo posible" por elevar la inversión pública en educación del 7,2% del PIB (en 2014) al 8% al cierre de su gobierno. Meta que, finalmente, no consiguió.
Esta es una de las pocas promesas del discurso del expresidente, que se podían cuantificar.
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Alvarado fue, nuevamente, más pragmático y dedicó uno de los ejes de acción de su discurso a la educación.
Otro de los temas en los que coincidieron los dos gobernantes del PAC fue en fortalecer los servicios de salud en el país.
Luis Guillermo Solís aseguró que resultaba "estratégico" asegurar la estabilidad financiera y el mejoramiento de los servicios de la CCSS.
Para Alvarado el camino es similar. El nuevo Presidente se comprometió a optimizar el uso de los recursos, mejorar y humanizar la atención que reciben los asegurados y rescatar la solidez financiera del sistema de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM).
"Casa de cristal"
Una de las principales razones que catapultaron al PAC, y con él a Luis Guillermo Solís, a la Presidencia de la República en el 2014, fue que los costarricenses estaban cansados de la corrupción y la falta de transparencia en la función pública.
Solís dedicó un capítulo especial de su discurso de transmisión de mando presidencial. Fue así como el mandatario número 47 trajo la promesa de cambio.
"Vivimos un momento histórico extraordinario: la decepción de muchos costarricenses con sus gobernantes, con la política tradicional y sus estratagemas, se ha traducido en una resonante demanda de cambio, en una poderosa marejada que ha barrido a las viejas formas de administrar el poder", aseguró en sus palabras del 8 de mayo del 2014.
Luego fustigó la corrupción y sus orquestadores en la función pública costarricense.
"La corrupción está carcomiendo nuestra democracia y está quebrando las finanzas públicas; el nuevo gobierno la combatirá sin desmayo. No sólo por razones éticas y económicas, que muy caro cuesta financiar a un Estado degradado por la corrupción y la ineficiencia. También y principalmente lo hará porque cuando los ciudadanos pierden la confianza en sus instituciones y consideran indignos a sus gobernantes, la democracia se hunde, la democracia se pierde y fenece", agregó el exmandatario.
Más adelante en su discurso, Solís ofrece transparencia completa de su gobierno para con los costarricenses, habla de puertas abiertas, de datos accesibles, de una "casa de cristal" que sirva como vitrina para la observación ciudadana.
Sin embargo, el caso del cemento chino -todavía en investigación judicial- opacó nombres de funcionarios públicos del gobierno de Solís, como Mariano Figueres, exdirector de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS); Paola Mora, expresidenta del Banco de Costa Rica (BCR) y Mario Barrenechea, exgerente general de esa entidad bancaria. Todos nombrados por el Ejecutivo.
Los episodios en los cuales la Casa Presidencial se negó a entregar a medios de comunicación las bitácoras donde se registraban los ingresos y salidas a los despachos de esa institución, también empañaron la transparencia de los cristales de aquella casa prometida.
La ilusión del pragmatismo
Carlos Alvarado es el presidente más joven de Costa Rica desde 1949. Su pragmatismo político, el mismo que caracterizó su gestión como ministro de las carteras de Desarrollo Humano y Bienestar Social y Trabajo, se palpó en su discurso de este 8 de mayo.
Con frases sencillas, con metas claras y un mapa de siete ejes de acción, el nuevo gobernante dibujó la ruta que aspira seguir.
No hizo promesas de casa de cristal. Mencionó la lucha contra la corrupción dos veces en todo su discurso, pero como parte de los elementos necesarios para garantizar seguridad ciudadana, no como un capítulo especial de su administración.
El Presidente número 48 tendrá que enfocar todas sus energías en aprobar la reforma fiscal antes de los primeros 100 días de su gobierno. Las calificadoras de riesgo esperan señales contundentes para no degradar la deuda soberana del país y complicar la obtención de financiamiento del país.
No será fácil para Alvarado mantener su luna de miel con las 1,3 millones de personas que le dieron el voto en la segunda ronda. Ahora le corresponde enfrentar un problema impopular por naturaleza: impulsar una reforma fiscal que aumentará los impuestos.
Eso sí, Alvarado nunca escondió sus intenciones en la campaña.
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