Costa Rica sigue la tendencia latinoamericana: el catolicismo se encoge mientras los protestantes y personas no afiliadas a ninguna religión van ganando peso relativo en la población.
Según un reporte de Pew Research Center, al 2014, el catolicismo perdió 15 puntos porcentuales de seguidores en el país, los protestantes crecieron crecieron 9 puntos porcentuales, y las personas que reportan no seguir a ninguna religión crecieron 5 puntos.
Tal balance lo realizan los investigadores al estimar la diferencia entre el porcentaje de personas que se criaron bajo alguna filiación religiosa o ninguna, y el porcentaje de quienes ahora reportan haber cambiado de credo o dejaron de seguir a alguna agrupación religiosa.
Al 2014, el estudio muestra que Costa Rica está compuesto por 62% de católicos, 25% protestantes y 9% de personas que dicen no tener afiliación religiosa, según la e ncuesta basada en muestra de 1.500 personas entrevistadas cara a cara, la cual presenta un margen de error de +-3,2.
A partir de 1970, en América Latina se registra un franca caída del catolicismo, pasando de 92% a 69% de seguidores, quienes fueron, mayoritariamente, capturados por protestantes o dejaron las religiones.
Eso implica una clara pérdida de relevancia de la Iglesia Católica entre los creyentes a nivel global, pues la región acumula el 40% de los católicos del mundo.
En el contexto de ese marcado declive, en marzo del 2013, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa, llamado Francisco, lo que lo convirtió en el primer sumo pontífice latinoamericano. Su imagen es muy positiva en la región pero, según Pew Research, es prematuro saber si su figura detendrá la tendencia a la baja en los seguidores católicos.
Adicionalmente, se registra una serie de beatificaciones recientes por presuntos milagros relacionados con América Latina según la fe católica, que también coinciden con esta pérdida de terreno del catolicismo en la región.
De hecho, por primera vez en la historia de la Iglesia Católica, dos papas son canonizados simultáneamente, de forma exprés: Juan Pablo II y Juan XXIII.
A ambos, la fe católica les atribuye, entre varios presuntos milagros, curaciones. En el caso de Juan Pablo II, se le atribuye la curación de una costarricense.
Dando también protagonismo a América Latina, la Iglesia Católica también beatificó, con alto empuje del Papa Francisco, del salvadoreño Monseñor Romero, asesinado por la extrema derecha en los días previos al estallido del conflicto armado de El Salvador (1980-1992).