Costa Rica formalizó el lunes su ingreso al proyecto chino de expansión e intercambio comercial más importante de los últimos años, conocido como “Las Rutas de la Seda”, esta iniciativa pretende extender la influencia y supremacía mundial del gigante asiático en momentos de convulsas tensiones con los Estados Unidos.
Epsy Campbell, primera vicepresidenta y canciller de la República, suscribió un Memorando de Entendimiento sobre Cooperación entre Costa Rica y China para abrir la puerta de ingreso al Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Iniciativa de la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI.
Costa Rica busca financiamiento, desarrollo de proyectos de infraestructura, intercambios comerciales, acercamientos persona a persona y atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) proveniente de China. Así se desprende del comunicado emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC).
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En tanto, China considera que la firma del acuerdo es equivalente a la instalación de un “nuevo motor de gran potencia, con fuerza poderosa y duradera a la cooperación entre ambos países”.
Tang Heng, embajador de China en Costa Rica aseguró que el memorándum es un nuevo punto de partida para reforzar la coordinación y comunicación de políticas de desarrollo que buscan ampliar el intercambio comercial y profundizar la cooperación en áreas como infraestructura, agricultura, educación, tecnología y protección ambiental.
El Gobierno de Costa Rica publicitó la iniciativa china de “Las Rutas de la Seda” como un prominente mercado que ha superado los $5 billones en intercambio comercial mediante rutas marítimas y terrestres desde su lanzamiento en 2013.
La Cancillería también destacó que la inversión China en los 103 países y organizaciones internacionales que se integraron a la iniciativa supera los $70.000 millones con un crecimiento anual promedio de 7,2%.
Las compañías chinas reportaron el establecimiento de 82 zonas de cooperación económica y comercial que representan una inversión total de $28.900 millones con una generación estimada de 244.000 nuevos empleos.
Hasta aquí todo suena muy bien, pero en el mundo, algunas voces se levantan contra el plan de “Las Rutas de la Seda” que impulsa China.
El origen de “Las Rutas de la Seda”
En setiembre del 2013, Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista de China y presidente de esa nación asiática, propuso un proyecto político-económico que pretendía revivir la idea de las antiguas rutas de la seda que sirvieron para el intercambio comercial en el siglo I a.C.
La iniciativa del líder del gobierno chino quiere conectar Europa, Asia suroriental, Asia central y Oriente Medio bajo un nuevo modelo de desarrollo económico con un tinte implícitamente político.
El proyecto propone la reconstrucción de la antigua ruta de la seda y contempla la creación de una ruta marítima paralela, de la que formaría parte Costa Rica; por esa razón el proyecto completo recibe el nombre de “Cinturón y Ruta de la Seda”.
En el planteamiento del plan, el gobierno chino había anunciado que el proyecto incluiría a unos 60 países, el 75% de las reservas energéticas del mundo, el 70% de la población del planeta y generaría el 55% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Para desarrollar este ambicioso plan político-económico, China prevé invertir $1,4 billones.
China busca extender su influencia y quizás, reescribir el orden del mundo, para dejar atrás la era de predominancia de los Estados Unidos.
Poco a poco, China ha extendido sus relaciones diplomáticas, políticas, económicas y comerciales con diferentes países y para ganar adeptos ha utilizado su millonaria chequera para dar regalos, préstamos y cooperaciones no reembolsables a diferentes naciones.
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Costa Rica no escapa de ello. En 2007 el Gobierno anunció el cese de relaciones con Taiwán y el inicio de un nuevo vínculo político con China, de seguido llegó la regalía del Estadio Nacional por $111 millones -en 2008- . Luego vinieron algunos proyectos de infraestructura financiados por entidades de ese país como el fracasado plan de la refinería con Recope y la ampliación de la ruta 32 que está en construcción en la actualidad.
El 20 de agosto, El Salvador dio un golpe de timón y siguió los pasos ticos: rompió con Taiwán para empezar una relación bilateral con China.
Entre 2015 y 2017 varios países que se habían mantenido al margen del ajedrez chino decidieron sumarse a la partida y se integraron como miembros activos del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés). Esta institución fue creada por iniciativa de China y es vista como una competencia directa del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Alemania, Reino Unido, Suiza, Austria, Francia, España e Italia adquirieron la membresía para formar parte del banco chino al mismo tiempo que mantienen sus posiciones en otras entidades internacionales.
¿Qué busca Costa Rica?
En medio de una tensión comercial que algunos consideran una “guerra comercial” entre los Estados Unidos y China, Costa Rica persigue expandir sus mercados para aumentar el intercambio comercial, atraer nueva IED y conseguir financiamiento para proyectos de infraestructura y, por qué no, favorecerse de las cuantiosas donaciones que ofrece el gigante asiático.
El Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional fue un evento diplomático que se realizó en Pekín, China, entre el 14 y 15 de maryo del 2017. El evento contó con la participación de 28 jefes de estado, representantes de 130 países y 70 organizaciones internacionales y su objetivo era promover la iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda.
Con la firma del memorándum, Costa Rica se suma, de forma bilateral en una relación directa con China, a este foro y el objetivo es obtener cooperación del gigante asiático en estrategias de desarrollo, planificación y políticas de intercambios para carreteras, trenes, puentes, aviación, puertos, energía y telecomunicaciones.
Otro de los brazos de apoyo que busca Costa Rica es el financiamiento para construir parques industriales y zonas de cooperación económica y comercial.
Justamente uno de los bastiones de la iniciativa de “Las Rutas de la Seda” es que el gobierno chino construya o preste el dinero para desarrollar infraestructura como puertos, carreteras, zonas francas y trenes que faciliten el tránsito de mercancías principalmente en Asia, África y Europa. Para lograrlo los países deben aceptar inversiones y préstamos millonarios.
Aunque Xi Jinping defiende que se no se trata de un “club chino”, las instituciones de ese país se han encargado de financiar la mayoría de las infraestructuras construidas hasta ahora en otras naciones que forman parte del proyecto.
China invirtió $60.000 millones y las empresas de ese país cerraron proyectos por más de $500.000 millones en los últimos cinco años en diferentes naciones.
Sin embargo, las inversiones y préstamos que vienen de China resultaron contraproducentes para algunos países con situaciones financieras delicadas, como la de Costa Rica con un déficit fiscal que cerrará el año en un 7,2% del PIB y con un complejo panorama político para aprobar ajustes tributarios.
Un ejemplo de esto es Malasia que tuvo que anular tres proyectos de infraestructura negociados con China debido a que no podría seguir financiando su deuda de $250.000 millones.
Sri Lanka no pudo pagar un crédito que tenía con China por $1.400 millones para modernizar un puerto y tuvo que ceder la explotación de la obra por 99 años a Pekín.
Christine Lagarde, presidenta del FMI ha levantado la voz varias veces para mostrar su preocupación por el proyecto expansionista de China que lleva a países con problemas financieros a un incremento de su endeudamiento.
Datos del Fondo Monetario Internacional muestra que los proyectos de las “Rutas de la Seda” aumentaron de forma significativa los problemas de impago de países como Mongolia, Laos, Maldivas, Montenegro, Pakistán, Yibuti, Tayikistán y Kirguistán.
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Estados Unidos, principal socio comercial del país y destino de $4.305 millones en exportaciones durante 2017, no ve con agrado el plan de Xi Jinping ni las decisiones de algunos países de sumarse al “club chino”.
No en vano la administración de Donald Trump justificó con el argumento de “amenazas a la seguridad nacional” la imposición de aranceles del 25% para el acero y el 10% para el aluminio que ingresan a los Estados Unidos con una consecuente afectación directa a China.
En medio de este convulso tablero político y comercial, Costa Rica mantiene sus relaciones con Estados Unidos, al mismo tiempo que da un paso al frente para buscar un rol más protagónico en el radar de China.
El memorándum suscrito entre Costa Rica y China tendrá una vigencia de tres años y se podrá prorrogar de forma automática por otros tres años cada vez que se cumpla el periodo.