En su discurso de toma de posesión del pasado 8 de mayo, Carlos Alvarado aseguró que quiere que el país se convierta en un laboratorio mundial de descarbonización, concepto que calificó como "la gran tarea de nuestra generación".
Para conseguir esta ambiciosa meta, el Presidente aseguró que se necesita el compromiso de todos los actores de la sociedad, desde los empresarios privados que operan el transporte público, hasta la transformación de instituciones como el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope).
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Nadie escapa a la meta que se impuso Costa Rica con la firma del Acuerdo de París en noviembre del 2016, sus emisiones de carbono deben llegar a cero en el 2100.
Lo cierto es que el país ya dio los primeros pasos para lograr la carbono neutralidad. Uno de los avances más importantes en el escenario mundial, es contar con una matriz que produce el 99% de la energía eléctrica a partir de fuentes naturales.
Pero ¿es Costa Rica un laboratorio mundial en esta materia?
Un país pionero
Era utópico pensar que Costa Rica lograría la carbono neutralidad para el 2021 y se convertiría en la primera nación del mundo en conseguirlo. Laura Chinchilla, quien gobernó entre 2010 y 2014, comprometió al país ante la comunidad internacional con esta meta.
La ambiciosa apuesta de Chinchilla daba continuidad a un plan que se trabajó desde el gobierno de Óscar Arias (2006-2010). Lo hecho por la exmandataria fue un punto de inicio para el país.
En 2012 se puso en marcha el Programa País de Carbono Neutralidad 1.0. Este documento vino acompañado de una estrategia nacional y un plan de acción. Aunque bastante modesta, la iniciativa logró despertar el interés de las empresas privadas para reducir sus emisiones.
Costa Rica ya empezaba a dar pasos para descarbonizar su economía, aunque todavía está muy lejos de conseguirlo. Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), entre los cuales está el dióxido de carbono, salen principalmente de cinco sectores: transportes, energía, industria, residuos sólidos y agricultura y ganadería.
El país debe crear e implementar mecanismos para reducir las emisiones de carbono que estas actividades generan en prácticas tan comunes y diarias como los procesos industriales de pasteurización, el uso de agroquímicos o un simple viaje en carro de la casa al trabajo.
La meta del 2021 no se podrá cumplir porque faltó estructurar mejor la metodología de trabajo y porque el Acuerdo de París reescribió la ruta que deben seguir los 193 países que firmaron el documento. Pero, Costa Rica no se quedó atrás y ya hizo lo suyo.
En diciembre del 2017 alcanzó más de 1.000 días seguidos de producir energía eléctrica 100% limpia a partir de las cinco fuentes naturales que ofrece la matriz nacional: agua, geotermia, viento, biomasa y sol.
También puso en marcha, a la luz del Acuerdo de París, un nuevo Programa País de Carbono Neutralidad 2.0, que busca mejorar las prácticas en las empresas públicas, privadas, gobiernos locales y comunidades del país con el fin de cuantificar los resultados en la reducción de emisiones de carbono.
En 2010, entró en vigencia la Ley para la Gestión Integral de Residuos que obliga a los ayuntamientos a generar mejores mecanismos para tratar la basura y para crear centros de acopio que fortalezcan el reciclaje.
Otro logro es la aprobación, en diciembre del 2017, de la Ley de Incentivos y Promoción para el Transporte Eléctrico que pretende poner 100.000 vehículos de este tipo en las calles del país en los próximos cinco años.
La normativa también abre portillos para que los autobuseros, taxistas y las empresas del Estado cambien sus flotas y contribuyan con la descarbonización del transporte.
El gran reto
Costa Rica busca convertirse en el primer país en vías de desarrollo que logra la carbono neutralidad. Mientras que es muy posible que Suecia sea la primera nación desarrollada del mundo que consigue esta meta.
Para 2030 las emisiones de carbono deben reducirse un 25% del total contabilizado en el 2012, el porcentaje crecerá al 50% para 2050 y concluirá con el 0% en el 2100. Así lo establece el Acuerdo de París.
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El principal reto de Costa Rica está en el sector transportes. Los vehículos, que utilizan combustibles fósiles, representaron la mitad de las emisiones de GEI al 2014, de acuerdo con el V Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero del Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
Los automóviles, barcos y aviones generaron 4,67 millones de toneladas de GEI del total de 8,78 millones registrados en 2014.
Mientras que la importación petróleo creció de 18,5 millones de barriles en el 2010 a 21,6 millones de barriles en 2017, de acuerdo con datos de Recope.
Mónica Araya, directora de Costa Rica Limpia, asegura que las acciones correctas en transportes están ligadas con la electrificación de los sistemas.
Es así como la sustitución de vehículos de combustión interna por carros y motos eléctricas juega un papel fundamental de la mano del tren eléctrico de pasajeros.
Aunque una directriz firmada por Carlos Alvarado, el primer día de su gobierno, abrió la posibilidad de utilizar el hidrógeno como combustible alternativo para descarbonizar el sector transportes. Araya defiende que el debate sobre este tema es necesario, pero mientras se dilucida es importante avanzar con los vehículos eléctricos.
Un punto a favor de este tipo de tecnología es que se estima que para 2025 se equiparán los precios entre un vehículo eléctrico y uno de combustible.
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Desarrollar e impulsar el uso de mecanismos de transporte no motorizados como caminar o usar bicicleta en ciudades modernas e integradas es otro aspecto que podría contribuir con la descarbonización. Así lo destacó Andrea Meza, directora de la Dirección de Cambio Climático (DCC) del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).
Costa Rica se enfrascará en un arduo trabajo para reducir sus emisiones de carbono en los próximos años, más allá de su buena voluntad, existe un compromiso político por el cual debe rendir informes ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
El futuro...
El siguiente paso es trazar una hoja de ruta que consiste en un documento técnico en el cuál se definirán los objetivos, las acciones para cumplirlos y la estimación -en cifras- de cuánto se va a reducir en emisiones de GEI con cada medida.
Este presupuesto de carbono involucrará tareas que se deben realizar en todos los sectores y que necesitarán el compromiso de actores clave para que se pongan en marcha.
Costa Rica cuenta con una economía bastante anclada a la descarbonización, pero todavía puede hacer más.
Transformar el sistema de transporte público para hacerlo eléctrico y aprovechar los residuos de cultivos como la piña y el café para generar biocombustibles que sustituyan el búnker en los procesos industriales, son apenas los primeros pasos para transformar y replantear el modelo económico del país.
Meza agregó que es completamemte viable descarbonizar la economía de Costa Rica y también transformar el modelo de desarrollo del país para llevarlo hacia el sistema de la triple "D": descarbonizar, digitalizar y descentralizar.
De acuerdo con Araya, el país camina en la ruta correcta para descarbonizar su economía y ahora necesita líderes, en el sector público y privado, que asuman la tarea con responsabilidad para que las nuevas iniciativas se ejecuten.
A estas alturas se puede afirmar que Costa Rica es un laboratorio mundial de descarbonización que ha puesto en marcha experimentos interesantes, que ha conseguido buenos resultados y que va unos pasos adelante con respecto a otras naciones.
Lo que sigue es un esfuerzo que debe combinar al Gobierno, las empresas y los ciudadanos para tomar acciones que permitan utilizar cada vez menos los vehículos de combustible, electrificar el transporte público y, finalmente, disminuir el consumo de petróleo.
Al final, el rumbo de este laboratorio depende de los pequeños cambios que pueden hacer las personas, todos los días, para reducir las emisiones de carbono.