La herencia de Barack Obama para un país como Costa Rica es un tejido de colaboraciones múltiples, las más importantes ligadas a un elemento algo sutil o inmaterial, pero más que valioso.
La relativa sostenibilidad que permitió mantener en calma las aguas por las que navega Costa Rica se puede citar como su mayor legado.
Sobre ese lienzo, fotografiado ahora al final de su mandato, se pintan las oscuras sombras de incertidumbre que dibuja un magnate como Donald Trump.
Allí, los mayores frutos del primer presidente afroamericano en tomar la Casa Blanca, se tambalean. Más en lo comercial, donde las ya anunciadas mas no implementadas políticas restrictivas podrían llegar a ganar la batalla.
Lejos de eso, las donaciones más elevadas de las últimas tres décadas en seguridad, la colaboración para el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la implementación del Tratado de Libre Comercio, casi 2.000 becas para jóvenes, y los esbozos de un cambio en la política migratoria y de control antidrogas, marcaron el paso del camino servido.
Para el país, a solo pocos días del traspaso de poderes de este viernes 20 de enero, la suerte parece estar echada.
Un 39,5% de las exportaciones de los ticos en el 2016 se dirigieron a ese país. En turismo, 38% de las visitas de extranjeros en el 2015 traían el acento estadounidense. 52% de la Inversión Extranjera Directa (IED) en ese año provenía también de allí. Según la Caja Costarricense de Seguro Social las personas jurídicas con más empleados, como Del Monte , Walmart , Standart Fruit Company , Hewlett Packard , Sykes , Chiquita , Amazon y hasta Pipasa (adquirida por Cargill ), son empresas de capital norteamericano.
En ello, y en otras muchas facetas económicas, el país sigue siendo altamente dependiente.
La historia es otra si se mira desde el cristal estadounidense. Las relaciones de Costa Rica con Estados Unidos han priorizado nuevas decisiones y estrategias mucho más en la política, narcotráfico y migración que en la economía y el comercio (estable ya por tratados y acuerdos).
“Los principales ejes han sido en temas de seguridad, lucha contra el crimen organizado, el narcotráfico y la situación de los migrantes”, resume el canciller interino, Alejandro Solano.
Quizá por ello los mayores aportes de Obama al país sean de corte político. La expresidenta Laura Chinchilla destaca el que, a su juicio, fue el más destacado.
“Yo no le pedí al presidente Obama ninguna ayuda adicional en seguridad o comercio e inversión. Lo que veníamos recibiendo... era lo que se podía seguir esperando. Para mí, lo más importante fue pedirle algo que no era tangible, pero con un efecto sumamente poderoso: su apoyo político para el ingreso a la OCDE”, destaca. “Ha sido, quizás, el aporte más invaluable que una administración americana le ha dado a Costa Rica”, dice.
ESCUCHE: La ex mandataria Laura Chinchilla se refiere a los dos principales aportes de la Administración de Barack Obama para Costa Rica. (Si visita este artículo desde un teléfono móvil haga click en "Listen in browser" para escuchar el audio).
Era lo que la OCDE esperaba para anunciar el ingreso de Costa Rica a un “club selecto” que requiere que el país se adapte a estándares fiscales, administrativos y de comercio propios de los países más desarrollados.
Eso no excluye otras cooperaciones. El canciller interino de este Gobierno destaca lo que Luis Guillermo Solís calificó como la mayor cooperación de EE. UU. en seguridad “de las tres últimas décadas” que incluyó la donación de dos aviones de carga con un costo de $45 millones, equipo para vigilancia marítima y aérea, así como casi 2.000 becas para jóvenes en situaciones de riesgo.
A solicitud de El Financiero, la Cancillería Costarricense emitió este comunicado que enlista las colaboraciones emitidas por Estados Unidos durante el período de gobierno del presidente norteamericano Barack Obama:
“EE. UU. también ha coincidido en ámbitos multilaterales en temas de derechos humanos, apoyo a la democracia y al Estado de Derecho, la agenda de Gobierno Abierto, un Internet libre”, destaca el exembajador ante Naciones Unidas Eduardo Ulibarri. Sin embargo, no todo es positivo.
“Con Nigaragua no nos respaldaron. Ahí EE. UU. se mantuvo neutral”, afirma Chinchilla, quien cree que el país norteamericano ha perfilado una posición horizontal ante Nicaragua, que no ha interferido en su comercio, ni en las luchas contra el narcotráfico.
La expresidenta también subraya el esbozo que dibujó Obama para provocar un cambio en la política de control antidrogas, mucho menos represiva.
A pesar de ello, considera que los esfuerzos fueron solo un bosquejo aún no materializado.
“No estoy tan segura de que las políticas que él impulse no terminen por repercutir en la región Cafta. Nos está cogiendo tarde para articular una estrategia, para hacer una avanzada de sectores clave en Washington como los cuadros republicanos que sí han creído en el libre comercio”, agrega Chinchilla.
Aun así, el ministro de Comercio Exterior Costarricense, Alexander Mora, insiste en que Costa Rica no representa ninguna amenaza para Estados Unidos y, si hubiera algún interés en revisar el panorama comercial, nuestros indicadores serían positivos.
“La balanza comercial de bienes es superavitaria para el país del norte y el disparador que ha generado incertidumbre en política comercial son los déficits comerciales. En esa lógica, las posibles afectaciones no deberían funcionar automáticamente para Costa Rica”, añade.
Al cierre del 2015 la diferencia entre las exportaciones e importaciones de Costa Rica con Estados Unidos era de $2.380,2 millones, positiva para EE. UU.
Incluso los futuros líderes en materia comercial del Gobierno de Trump parecen dar la razón al ministro Mora.
Un artículo publicado en agosto de 2016 en la página web de la cadena CNBC durante plena campaña por la presidencia, es un positivo antecedente para la región centroamericana.
En “ Why Trump has a better economic plan than Clinton ” ( “¿Por qué Trump tiene un mejor plan económico que Clinton?” ) Wilbur Ross (futuro secretario de Comercio, nombrado por Trump) y Peter Navarro (futuro líder del Consejo Nacional del Comercio) defendían, ampliamente, el tratado de libre comercio con Centroamérica y República Dominicana (Cafta-DR por siglas en inglés).
“El triste hecho es que Clinton no conoce la diferencia entre un buen tratado y uno malo. El caso primero es el CAFTA-DR (...). Ella se equivocó al oponerse al Cafta. En el 2014 tuvimos una balanza comercial favorable con los países de Centroamérica de $2.700 millones. Para el 2015 brincó a $5.000 millones”, resaltaron hace cinco meses los futuros encargados de dirigir las relaciones comerciales con nuestra región.
El positivo antecedente salta en medio de una larga lista de promesas proteccionistas que buscan repatriar empresas en zonas libres de impuestos fuera de EE. UU., bajar impuestos corporativos y dificultar el outsourcing .
“Sin embargo aquí hay un fuerte marco jurídico de mucha seguridad a los inversores. Hay un régimen de incentivos sólido que se mantiene estable en todas las administraciones”, agrega Adelina Villalobos, asociada de BLP y especialista en derecho corporativo y zonas francas.
Villalobos agrega que, además, actualmente el Ministerio de Comercio Exterior revisa el reglamento de zonas francas. “Confiamos en que eso robustezca el marco legal y que la inversión extranjera se mantenga”.
La pistola de Chéjov
En 1904 el dramaturgo ruso Antón Chéjov escribió a su colega Aleksandr Semiónovich una carta acerca de una obra de teatro recién estrenada.
“Si en el primer acto tienes una pistola colgada en la pared, entonces, tarde o temprano, tendrá que ser disparada. Si no, no la pongas ahí”, le espetaba.
En la dramaturgia, su ley subraya la inevitabilidad del destino que enfrentan las promesas construidas en un escenario.
Lo cierto es que el dramatismo de las declaraciones emitidas por Trump en campaña resulta innegable. Solo queda ver si sus promesas resultan más estrategias de distracción, o tejen el telón con la misma regla que definió hace algún tiempo la ley de Chéjov .