La reciente aprobación legislativa –pendiente de confirmación por parte del Poder Ejecutivo– para legalizar el uso medicinal del cannabis en Costa Rica sumerge al país en una corriente que ya se extendió por diversos países de la Latinoamérica.
La legalización de la marihuana para fines médicos se abre paso en una región que sigue reacia a autorizar el uso recreativo de la planta, pero que cada vez reniega menos de sus beneficios terapéuticos y comerciales.
En Latinoamérica, el uso recreativo del cannabis está habilitado únicamente en México y Uruguay (primer país en el mundo que tomó esa decisión). Pero el uso médico ya abarca, con distintos matices, a ocho países más solo en el territorio continental (sin contar países isleños): Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Paraguay y Perú.
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Además de los países latinoamericanos, el cannabis es legal para usos medicinales en Canadá, desde 2001. El uso y cultivo recreativo llegó hasta 2018. En Estados Unidos, por otra parte, la situación jurídica varía en cada estado: el uso lúdico se permite en 18 estados, dos territorios y el distrito de Columbia; y el uso médico en 36 estados, cuatro territorios y el mismo distrito.
Más allá de los beneficios médicos o de su uso recreativo, el mercado del cannabis es amplio y sigue en expansión. Una publicación de la consultora Deloitte en Canadá, con base en datos de la firma especializada en el mercado del cannabis BDSA, que las ventas legales de marihuana y sus derivados habrían alcanzado los $21.600 millones a nivel global en 2020: un 50% más que en 2019, a pesar de la pandemia.
Otras estimaciones de Euromonitor International, proveedor de investigación de mercado, apuntan a que solo los nichos del uso medicinal y del cannabidiol (CBD) alcanzaron los $14.427 millones ese mismo año.
La situación latinoamericana
La legalización del uso médico de la marihuana ha cobrado fuerza en los últimos años en América Latina.
Antes de la aprobación de este 13 de enero en la Asamblea Legislativa costarricense, la Asamblea Nacional de Panamá aprobó una ley de para la producción de uso terapéutico en agosto pasado, que convirtió a esa nación en la primera del Istmo en hacerlo.
Antes, países como Argentina, Ecuador, Colombia, Chile, Perú y Paraguay habían aprobado legislaciones o tomado otras decisiones similares, aunque con distintos matices.
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Por ejemplo, en Brasil la situación es más compleja. La marihuana no se legalizó directamente para su cultivo medicinal; pero desde 2017 se autorizó la importación y el uso de sustancias derivadas de la planta de modo terapéutico para condiciones médicas muy calificadas.
Algo similar ocurre en países como Paraguay. Esa nación aún castiga hasta con 20 años de cárcel la producción de la planta, aunque sí permite la importación y el uso de derivados. La legislación paraguaya también obliga desde 2017 al Estado a proveer aceites de cannabis para fines terapéuticos a las personas que los requieran, pero su aplicación ha estado llena de obstáculos hasta el momento, según registran medios internacionales.
En Argentina recién se legalizó el autocultivo para fines medicinales, que no estaba reglamentado, hasta 2020.
Uruguay y de México legalizaron el consumo en todas sus formas, incluida la recreativa, pero de distintas maneras.
Uruguay fue el primer país del planeta en legalizar el consumo y su producción, a través de un debido registro, desde 2013; mientras que México lo hizo hasta junio de 2021, por una votación de la Corte Suprema de Justicia. Esta anuló la prohibición que existía para sembrar, recolectar, transportar y distribuir la planta para uso personal.
El caso costarricense
Costa Rica ha mantenido una tradición de medias tintas con respecto al uso de la marihuana. Si bien la producción y la venta libre de la planta (y de sus productos derivados) es ilegal, su consumo se ha comprendido como un problema de salud pública y no como un delito.
No obstante, la reciente aprobación en el Congreso del proyecto de Ley del Cannabis para Uso Medicinal y del Cáñamo para Uso Alimentario e Industrial (21.388) implicaría un cambio de paradigma.
El proyecto, pendiente de firma y entrada en vigencia para convertirse oficialmente en ley de la República, autoriza la producción de cannabis y su industrialización para fines médicos, sometidas a autorización y control de los ministerios de Salud y Agricultura, así como del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD).
La nueva norma también habilitaría el cultivo para autoconsumo en caso de enfermedad, siempre que exista la acreditación de un médico sobre esta; y también facultaría el cultivo de cáñamo (o cannabis no psicoactivo) para fines alimentarios o industriales.
La diputada independiente, Zoila Volio, fue la principal propulsora de la iniciativa. Ella aseguró que se trata de un proyecto que brindará calidad de vida a muchas personas, al mismo tiempo que abrirá oportunidades de desarrollo para el país.
Otro proyecto de ley, propuesto por los diputados del Partido Acción Ciudadana (PAC) ,en abril de 2021, también pretende habilitar el uso recreativo del cannabis en Costa Rica. Sin embargo, se trata de una iniciativa que no ha logrado mayor viabilidad política, ni parece tenerla en el corto o mediano plazo.
Los dos candidatos presidenciales mejor colocados en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de febrero próximo, José María Figures y Lineth Saborío, del Partido Liberación Nacional (PLN) y del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), han descartado avanzar de manera decidida en esa dirección.
Peso económico
Según publicó la consultora Deloitte, con base en datos de la firma especializada en análisis de mercado de cannabis BDSA, las proyecciones apuntan a que el mercado legal del cannabis logrará ventas por hasta $62.100 millones, a nivel internacional, en 2026. Ese monto casi triplica el cálculo de 2020, realizado por la misma entidad.
Del total estimado para 2026, se proyecta que unos $17.300 millones corresponderían a ventas relacionadas con usos médicos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la marihuana y sus resinas de la lista de sustancias más perjudiciales de su Convención sobre Drogas, a fines de 2020.
Sin embargo, su implementación en diversos sistemas de salud de países desarrollados ya era una realidad desde mucho antes. Una publicación del diario El País, de inicios de 2021, daba cuenta de su empleo en Estados Unidos, Canadá, Israel, Países Bajos, Suiza, República Checa, Australia y Alemania, por ejemplo.
Su uso se ha enfocado para el tratamiento de enfermedades como la epilepsia, la fibromialgia, la artritis o el glaucoma; así como para acompañar tratamientos de quimioterapia, autismo o ansiedad, entre otros.
En la actualidad, Canadá es el principal exportador de cannabis para fines medicinales en el mundo, ante la legalización general en su territorio. Sin embargo, Colombia recientemente anunció su intención de irrumpir con más fuerza en el mercado.
Los países del trópico pueden aprovechar sus mejores condiciones climáticas para el cultivo (por su ubicación tropical), y eventualmente menores costos menores de de producción.
La nueva norma costarricense, a la espera de su entrada en vigencia, podría apuntar en el mismo sentido que Colombia. El artículo 44 del texto llama a diversas instituciones, entre ellas el Ministerio y la Promotora de Comercio Exterior, a promover y facilitar “el acceso a los mercados internacionales para la exportación de la producción nacional de cáñamo y cannabis de uso médico o terapéutico (...) tanto como materia prima como los productos de valor agregado”.