Costa Rica sobresale como el cuarto país de América Latina con la menor tasa de participación laboral femenina (un 55%).
Nicaragua, México y Honduras completan el listado negativo, según datos incluidos en el último informe del Estado de la Nación.
A nivel mundial, los referentes son países como Noruega, Suecia y Finlandia, cuyas tasas de participación femenina rondan el 75%, más de veinte puntos porcentuales por encima de nuestro país.
No parece que los números lleguen a revertirse en el mediano ni largo plazo. A la fecha, solo poco más de la mitad de las mujeres en edad de trabajar participan en el mercado laboral.
Al mismo tiempo, mientras la población de hombres ocupados se redujo en un 0,6% al IV trimestre del 2015, la población ocupada femenina bajó en un 3,2%, según datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Propuestas como ampliar la Red Nacional de Cuido, flexibilizar las jornadas laborales y hasta impulsar el teletrabajo, surgen como las posibles soluciones al problema.
Sin embargo, ninguna de ellas cuenta con la seguridad de que llegará a aplicarse a la brevedad.
“La desigualdad afecta el crecimiento. No es solo que Costa Rica logre crecer económicamente sino que ese crecimiento beneficie a todos los costarricenses por igual”, subrayó Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entidad a la que Costa Rica aspira ser miembro.
Y es que mientras la discusión gana cada vez más adeptos, claros beneficios salen al paso para justificar la necesidad de incrementar la participación femenina en el mercado laboral.
Uno sería el aporte que el empleo femenino le sumaría ala producción de sus países.
Una investigación de la firma McKinsey reveló este año que, si cada país de Latinoamérica alcanza la misma equidad de género que su vecino más avanzado en la materia –Chile–, el Producto Interno Bruto (PIB) de la región podría aumentar en un 14% para el 2025, es decir, en $1,1 billones.
Panorama desalentador
Entonces, ¿por qué Costa Rica está en clara desventaja y hasta en deuda con el género femenino?
Muchos son los indicadores que lo demuestran.
Por ejemplo, el subempleo entre las mujeres es de un 13% en comparación con un 8% para los hombres, según la ECE.
Al mismo tiempo, el 31% de las mujeres asalariadas en Costa Rica trabajan sin contar con un seguro de salud, cerca de diez puntos porcentuales más que los hombres.
Empero, las malas noticias van más allá.
EF estimó –con la herramienta de la Calculadora Salarial– que las mujeres reciben, en promedio, un 28% menos salario que los hombres, aún teniendo características similares a las de ellos, como un posgrado.
Entonces, no solo se trata de crear nuevos puestos, sino que estos sean de calidad.
Desde el Ministerio de Trabajo aseguran que la tarea se está haciendo.
El ministro del ramo, Víctor Morales, enumeró una serie de políticas públicas que están surtiendo efecto.
La iniciativa de Mi Primer Empleo es una de ellas. Al 18 de febrero, y según datos de la entidad, 760 mujeres están siendo contratadas o en proceso de contratación para este programa.
Rutas propuestas
Para atacar las cifras lapidarias, la propia OCDE le llamó la atención al país y lo invitó a retarse en la ampliación de su Red Nacional de Cuido.
Según la Organización, solo un 15% de los niños y niñas menores de tres años asisten a centros de cuidado y educación infantil en el país, impidiendo en la mayoría de los casos que la mujer salga en busca de empleo.
“El porcentaje de mujeres fuera de la fuerza laboral debido a responsabilidades no remuneradas de cuidar a otros es de más del 80% en el quintil más pobre”, se lee en el informe económico de la OCDE para Costa Rica.
Desde el punto de vista legal, se habla de la flexibilización de las jornadas, de manera que las mujeres puedan tener posibilidad de distribuir el tiempo según sus responsabilidades dentro y fuera del hogar.
Sin embargo, la flexibilización ha recibido por años la crítica de varios sectores que han obstaculizado su aprobación.
Para la abogada en derecho laboral Paola Gutiérrez, el teletrabajo es otra opción que utilizan algunas empresas y que podría beneficiar a las mujeres, pero en el sector privado no hay una regulación específica que establezca la forma de implementar esta modalidad.
“Se debe tener cuidado con la creación de cierto tipo de leyes que si bien el fin es proteger a la mujer, pueden terminar generando el efecto contrario”, sostuvo Gutiérrez.
Más beneficios
Según el Estado de la Nación, otro beneficio palpable sería que, al aumentar la tasa de participación femenina, en niveles de por lo menos el 3% anual, el promedio de nuevos ocupados sería de más de 45.000.
“Es muy claro: a mayor número de mujeres en el mercado laboral, mayor cantidad de gente tenemos produciendo”, sostuvo el demógrafo Gilbert Brenes.