La Unión Europea (UE) adoptó formalmente, este viernes, su sexto paquete de sanciones contra Rusia. Este nuevo grupo incluye un embargo progresivo sobre la mayor parte de sus importaciones de petróleo ruso, después de semanas de intensas negociaciones con Hungría.
El embargo progresivo ya se ha dejado sentir en los precios internacionales del crudo. El precio del Bent (la referencia europea) arrancó, este 3 de junio, en los $118.26 por barril.
Los documentos del paquete de medidas fueron publicados en el Diario Oficial de la UE precisamente al cumplirse 100 días del inicio de las hostilidades militares rusas contra Ucrania.
El paquete remueve al mayor banco ruso, Sberbank, del sistema interbancario Swift –una pieza esencial para procesar pagos y transferencias internacionales– y amplía la lista de personas y entidad rusas sancionadas.
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Entre las personas sancionadas se destaca el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, y su familia. Finalmente, veta las transmisiones de tres cadenas de TV rusas (Rossiya RTR, Rossiya 24, y TV Centre International) en el espacio de la UE. También incluye en la lista negra europea a la exgimnasta Alina Kabaeva, a quien se atribuye una proximidad con el líder ruso, Vladimir Putin, negada por el Kremlin.
En cambio, también por presión de Hungría, la UE retiró la propuesta de incluir entre los sancionados al líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el patriarca Kirill.
Mercado petrolero
La propuesta original de la Comisión Europea establecía un embargo total de las compras europeas de petróleo ruso hasta el fin de este año, pero la idea se estrelló contra la firme oposición de Hungría, que temía por su seguridad energética.
La salida fue limitarlo inicialmente al petróleo que llega a la UE por vía marítima, excluyendo así el oleoducto que abastece a Hungría, en un paso que afecta más de dos tercios de las compras europeas de crudo ruso.
Además, Alemania y Polonia se comprometieron a renunciar aún este año a la parte de sus importaciones de crudo que llega por oleoducto, y de esa forma la UE estima que afectaría hasta el 90% de las importaciones petroleras provenientes de Rusia.
El cese de importaciones por barco de crudo se producirá en un plazo de seis meses y el de derivados del petróleo en un plazo de ocho meses.
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El suministro por tubería, en cambio, podrá continuar en forma temporaria aunque sin que se haya fijado un plazo para tres países sin salida al mar: Hungría, Eslovaquia y República Checa. Se trata de una concesión especial para Hungría, que depende en un 65% de su consumo de petróleo ruso que llega por el oleoducto Druzhba y que ha luchado por obtener garantías para su seguridad energética.
El acuerdo también prevé que, en caso de parada del oleoducto de Druzhba (que atraviesa territorio ucraniano), se adoptaría una exención especial para los países afectados por el embargo por vía marítima.
Para hacer más efectivo el embargo, se prohibirá la reventa de productos petrolíferos derivados del crudo ruso en un plazo de ocho meses dentro de la UE y a terceros países. Debido a su dependencia, ese plazo será de 18 meses para la República Checa.
Rusia minimiza impacto
Debido a la demora en negociar el embargo, Rusia ha minimizado su impacto en las finanzas rusas, creyendo por otro lado que los europeos serán "los primeros en sufrir".
Durante la Cumbre Europea que se realizó esta semana en Bruselas, el presidente de la Unión Africana, el senegalés Macky Sall, advirtió a los líderes de la UE que la remoción de bancos rusos de la red Swift tenía grave impacto en países de África.
Esos países, dijo Sall, altamente dependientes de la importación de granos y cereales rusos, encontraban numerosas dificultades para pagar sus compras, en un escenario que podría agravar el cuadro de inseguridad alimentaria.
En esa cumbre, los líderes europeos sugirieron aguardar a que este sexto paquete sea aplicado plenamente antes de empezar a reflexionar sobre el próximo.
Ucrania ha presionado para que la UE adopte también un embargo al gas proveniente de Rusia, aunque esa posibilidad impensable por el momento dado al elevado nivel de dependencia que la industria de la UE experimenta con ese hidrocarburo.